Cronistas de México

AutorAndrés Henestrosa
Páginas541-542
Cronistas de México
El hombre es un animal que hace historia y que la reverencia como su obra
y como el antecedente de su persona y de su cultura. Toda la historia tiene
importancia, puesto que toda ha sido vida y actualidad, resultado y origen. Sin
embargo, hay hitos, piedras angulares, momentos, símbolos, que son como
esos días iguales a los demás –16 de septiembre, 5 de mayo, 25 de diciem-
bre– y a la vez distintos, individuales por su contenido y por las repercusiones
que tiene en nuestro ánimo.
La rebeldía, la inconformidad, los intereses, la audacia, la poesía, la justi-
cia, todo lo que impulsa y sitúa, es al mismo tiempo lo que divide los pareceres
de los hombres. No hay un gran “momento”, una gran figura de la historia que
no tenga sus defensores y sus detractores; parece que se temiera a la unani-
midad como fuerza castradora de la inventiva y del progreso. Pero ese mismo
debate es prueba de la importancia que se otorga a ciertas épocas.
Indefectiblemente, esas épocas suelen tener sus testigos idóneos, sus cro-
nistas autorizados, a los que hay que volver –cualquiera que sea la opinión que
nos merezcan los hechos– para el conocimiento íntimo de lo ocurrido. Inevi-
tablemente, el hecho estelar se asocia en nuestra mente a su cronista titular, a
su más apasionado y apasionante espectador.
No puede rememorarse la Conquista de México y de Guatemala, sin Ber-
nal Díaz del Castillo. Todos los tratados de ilustres historiadores –Gonzalo
Fernández de Oviedo, Antonio de Herrera y Tordesillas, etc.– no substituyen
con ventaja ese relato lleno de sapidez y de autenticidad, aun en sus despro-
porciones de juicio. El cronista de la cultura india mexicana es por excelencia
fray Bernardino de Sahagún, aunque por otros conceptos su obra tenga un
carácter científico de primerísimo orden. Sin Carlos María de Bustamante, el
movimiento de Independencia carecería de su inventario de acritudes, de es-
peranzas y de realizaciones desde el punto de vista del pueblo que lo alimentó
y lo hizo triunfar; y es porque otros testimonios, acaso más doctos, –como el
de don Lucas Alamán– son más bien la defensa de intereses que la gran ma-
yoría de los mexicanos atacaba y trataba de superar.
El Cronista de la C onstitución de 1857 fue Francisco Zarco. En millares
de páginas construidas con suprema habilidad periodística, con sagacidad y
exactitud reporteriles, nos enteramos de los debates, de los incidentes huma-
nos, de los planteamientos teóricos, de los antecedentes doctrinarios y de los
AÑO 1958
ALACE NA DE MINUCI AS 541

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