Sobre algunas criticas a la Etica de la liberacion. * Respuesta a Julio Cabrera.

AutorDussel, Enrique

Resumen: El autor responde a las críticas de Julio Cabrera mostrando que los principios éticos de un nivel abstracto pueden entrar en contradicción con otros principios abstractos en un nivel más concreto de su aplicación. En esas circunstancias, se toma la decisión por el consenso discursivo práctico o, en un nivel monológico, por la prudencia, que debe discernir en el caso concreto cuál de los principios tiene primacía. Se puede llegar entonces al heterocidio sin abandonar el principio abstracto universal del "No matarás". De la misma manera, siendo éticamente inaceptable el suicidio sin motivo racional, en casos concretos puede entregarse la propia vida por la vida de la comunidad, en el nivel empírico de mayor complejidad. Además, las exigencias políticas, situadas también en un nivel de mayor complejidad que los meros principios abstractos, no dejan por ello de obligar según la normatividad ética propia de su campo.

Palabras clave: principios éticos, aplicación de principios, suicidio, heterocidio

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El año siguiente de [1]445, envió el infante [Enrique] un navío [para hacer más esclavos ...]. Viéndolo la gente [africana] de la tierra, vinieron contra él [el capitán portugués] doscientos hombres [africanos] y matáronlo a él y a siete de los doce [...]. Estos fueron los primeros que mataron justamente de los portugueses. ([cruz]) Mi apreciado colega Julio Cabrera (en adelante J.C.) se ocupa de mi Ética de la liberación en la edad de la globalización y la exclusión en su escrito crítico "Dussel y el suicidio". (1) Desde ya le agradezco el tiempo que ha empleado en la lectura de mi trabajo, y en especial por haberse centrado en el tema del "principio de la vida" (en el que consiste el primer capítulo de los seis de la obra). Ello me obliga a comenzar un diálogo al respecto. Deseo iniciar indicando cuatro aspectos.

En primer lugar, la filosofía, y aún en mayor medida la ética y la filosofía política, no puede descartar un tema por la complejidad que supone ni por la novedad del mismo. En estos casos no se suelen encontrar a la mano argumentos conocidos. A tales temas reales, desafiantes, impostergables, que exigen ser abordados filosóficamente, es necesario encararlos con toda responsabilidad. Habrá que encontrar nuevos argumentos o mejorar los existentes. De allí que objeciones como las de J.C. no puedo sino recibirlas de buen grado, porque me exigen mejorar los argumentos que deberé ir creando si no existieran. La pertinencia de una filosofía se manifiesta en el intento de reflexionar sobre las cuestiones más acuciantes. Pienso que el problema central que enfrentamos hoy es el peligro que se cierne sobre la vida de la especie humana, cuestión moral material fundamental en este momento histórico, y sin comparación con ningún otro momento de la historia universal (porque la capacidad técnica de poder aniquilar la vida definitiva y totalmente es una posibilidad empírica).

En segundo lugar, quiero resaltar nuestras coincidencias en problemas tales como a) la importancia del "principio de la vida", que, sin embargo, para J.C. guardaría exigencia ética sólo formulado de manera abstracta y con respecto al otro; b) la impostergable obligación de la liberación de los oprimidos, pero reducida por J.C. a un deber político --pero no ético--; c) la importancia de lo negativo, claro que con diverso sentido: en J.C. como negación de los principios afirmativos; en mi posición, como exigencia de negar la negación de la vida de la víctima.

En tercer lugar, deseo explicitar algunas de nuestras posiciones opuestas. La más contundente: a) que la ética debe limitarse al horizonte del cumplimiento abstracto del principio de la vida y debe ser separada de la política, quedando situada esta última fuera de la ética. Esta tesis es la más grave. Por mi parte, buscaré la manera de articular las exigencias éticas con la normatividad política. Llamaré "falacia abstractiva" --que se encuentra en la base de casi todas las objeciones que me hace-- al reducir la reflexión ética al puro nivel abstracto, sin desarrollar "mediaciones" categoriales que permitan pasar del enunciado válido abstracto del principio a las condiciones de su "aplicación" más concreta, empírica, compleja (donde pueden presentarse contradicciones con otros principios y circunstancias que habrá que saber resolver éticamente en un nivel discursivo o prudencial; ámbito del consenso o de la phrónesis). La segunda oposición b) gira en tomo a la cuestión del "suicidio" y del "heterocidio", este último imposible éticamente para J.C. (ya que todo quitar la vida a otro es, para J.C., siempre injustificable, lo que no puede admitirse como solución de ciertos casos concretos de mayor complejidad).

Por ello deseamos referimos, como punto de partida de nuestra réplica, a ciertos ejemplos privilegiados que muestran algunas situaciones de extrema complejidad, en un nivel concreto, empírico, histórico, y que deben ser evaluados éticamente. Por ejemplo, las acciones de George Washington en Estados Unidos o de Miguel Hidalgo y Costilla (quien aceptó, además, la muerte propia antes de traicionar el proyecto ético-político de la comunidad) en México, que debieron decidir válidamente (discursiva y prudencialmente) entablar guerras emancipatorias contra poderes metropolitanos, en concreto contra soldados ingleses o españoles, acciones que han sido juzgadas históricamente como actos ética y políticamente heroicos, plenamente legítimos, justificables. De igual manera, la acción de una madre que se enfrenta a un secuestrador que intenta arrebatarle a su pequeño hijo (situación posible y frecuente en las naciones del mundo periférico), y que en la defensa de su niño le quita la vida al secuestrador, sería considerada no sólo una acción justificable, sino éticamente meritoria (por el hecho de defender la vida del inocente y no por eliminar la vida del secuestrador, lo cual, dadas las circunstancias, no es reprochable si la última instancia fue no prevista). Pensar filosóficamente este tipo de "heterocidios" (en lenguaje de J.C.) abre todo un campo de distinciones necesarias que las objeciones parecieran no haber supuesto, ya que J.C. manifiesta que no cuenta con la complejidad hermenéutica requerida para poder descubrir el sentido ético de la problemática que estas acciones presentan --y el primero de los ejemplos, que está enmarcado en un horizonte político, es negado en cuanto ético por J.C., porque J.C. restringe lo moral a un horizonte demasiado estrecho: caería así en lo que denominaré una "falacia reductivista". Intentaré pensar el tema.

  1. Los principios y su "aplicación"

    Valga en primer lugar una distinción metodológica para indicar lo que significa considerar en la reflexión ética ciertos niveles de profundidad, que permiten un "pasar de lo abstracto a lo concreto", (2) de lo simple a lo complejo. (Véase la figura 1.)

    [FIGURA 1 OMITIR]

    Los tres primeros "principios" éticos que trato en Ética de la liberación se encuentran en el nivel 1.a, y del cuarto al sexto en los niveles 2.b. Los "principios" en sus enunciados más universales y primeros son "abstractos" (en a como abstracto 1, en b como abstracto 2; en 1 como "simple 1", en 2 como "simple 2"). Su "aplicación" nos abre la puerta al amplio nivel de lo "concreto-complejo" propiamente dicho (nivel 3.c). Usaremos estas distinciones mínimas en la explicación que doy a continuación.

    Empecemos nuestra respuesta considerando los últimos ejemplos del artículo crítico de J.C. (cuando nos habla de que "las superpotencias" no están "desarrollando una política suicida"), en los que la "complejidad" (3.c) de los mismos exige echar mano de ciertas mediaciones necesarias para poder aplicar (3) el principio "abstracto" a lo "concreto". Así, después de citar parte del enunciado de un principio, J.C. escribe que yo no hago "distinciones, en principio, entre la vida de la víctima y la del verdugo. De esta manera, el principio de la vida (4) debería también considerar la producción, la reproducción y el desarrollo de las vidas de Calígula, Nerón [...] Videla, Saddam Hussein" (p. 115). A lo que comienzo respondiendo que en los capítulos 1, 2 y 3 de mi Ética de la liberación enuncio los principios abstractos, sin restricciones, universales (1.a); por ello pareciera que no llego a ejemplos concretos como los que me propone. Pero, en los capítulos 4-6, dichos principios se "articulan" con otros principios (2.b) más concretos, complejos, también universales. En el capítulo 1, más abstracto, no se especifica diferencia alguna entre la víctima y el verdugo (se enuncia un irrestricto: 1.a. "No matarás"). En el capítulo 2 se describe el principio formal (el "principio de validez" o del consenso práctico) que determina al principio material (que es el "principio de la vida"). La mutua determinación de ambos principios (sin última instancia), como veremos, nos conduce a un nivel de mayor complejidad. En los capítulos 4 al 6, se llega a un nivel más concreto, y, a partir de ellos, se podrían formular nuevas especificaciones que permitirían comprender situaciones de mayor complejidad; por ejemplo en 3.c: "Defenderás la vida de tu hijo, hasta el riesgo de tu vida de madre responsable, y hasta la eventual negación no deseada de la vida del secuestrador." Este ejemplo y el "No matarás" son enunciados que se encuentran en dos niveles distintos de abstracción (1 y 3), por ello no hay contradicción entre ambos. En el principio "en abstracto" (1.a) se encuentra el enunciado sin las circunstancias o determinaciones concretas. En el segundo ejemplo dado, en cambio, se trata de una "aplicación" posible del principio en el que ahora se enfrentan "tres" vidas (5) en una articulación más compleja. Todos los principios deben iluminar las numerosas circunstancias concretas, y un juicio práctico, ciertamente falible y con inevitable incertidumbre, resolverá la cuestión (es la temática sugerida por Aristóteles bajo la denominación de hypólepsis).

    En estos casos...

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