La Crisis del Sistema Penitenciario

AutorDaniel Montero Zendejas
CargoPresidente del Observatorio Ciudadano del Sistema Penitenciario en la Nación
Páginas30-33

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Las cortes internacionales deberán de responder ante el reclamo de hombres y mujeres mexicanos que denunciaron este tipo de crímenes de guerra, consagrado en el estatuto de roma, sin omitir los desplazados de San Fernando y esperar que la justicia llegue al Estado mexicano para sancionar a los responsables de más de 100 mil muertes del sexenio calderonista.

Pareciera que vivimos varios planos dentro de la cultura de la legalidad. Se criminalizaron todos los aspectos relevantes de la delincuencia organizada, empero se creó un modelo de justicia penal que lejos de inhibir conductas antijurídicas, favoreció la simulación, la impunidad, la dilación y el rezago procesal. Adicionalmente, un procedimiento abreviado, la justicia alternativa, las medidas cautelares; la corrupción e impunidad, potencializan las características del nuevo modelo de justicia penal; presunción de inocencia, contradicción, publicidad, oportunidad, inmediatez, hacen que la carga de la prueba sea responsabilidad de quien denuncia, o sea, la víctima se victimiza doblemente.

Se expide una ley general de víctimas, un compendio de garantías individuales y derechos humanos se hace inaplicable en la práctica, una legislación que omite la ley de responsabilidad patrimonial del Estado, províctima y una serie de disposiciones en materia internacional que salvaguardan la calidad de víctima. Aunado a lo anterior la carencia de protocolos y la visión integral de reparación del daño, bajo criterios mercantilistas que oscilan desde la cosmogonía virtual de la teoría del delito hasta el daño psicológico que padecemos todos los mexicanos en la apología del miedo y la teoría de la violencia. A ese contexto se suman los diversos mosaicos ideológicos de nuestra nación para justiicar la incapacidad del Estado en la aplicación del derecho y la cultura de la legalidad. Somos todos víctimas pasivas o activas de ese desmoranamiento llamado Estado de Derecho y

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cuyo único responsable es el gobierno de la improvisación y de la mediocridad, con un signo en común: la complicidad.

Bajo esta perspectiva, el derecho penal, como instrumento de punibilidad del Estado, se encuentra en crisis, en una simbiosis, de desaparición mutua; por lo que ni la teoría inalista, ni la del derecho penal del enemigo, de Gunter Jackobs o de Eugenio Zafaronni, pueden resarcir o reivindicarlo de la teoría abolicionista. Lejos están los padres de esta disciplina como Manzini, Florian, Ferri, por citar algunos. En ese desile también encontramos las teorías cau-salistas, positivistas, hasta la garantista y la de la crisis del derecho penal o abolicionista.

En este orden de ideas, la ciencia penal, bajo los criterios del nuevo modelo...

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