La crisis del proyecto político eclesial: Los últimos años del Imperio

AutorMarta Eugenia García Ugarte
Páginas1183-1295
1183
La correspondencia entre Europa y México muestra la imagen de un país ins-
talado en el caos por la debilidad del gobierno imperial y su carácter de extran-
jero. Esa opinión se reforzaba porque estaba apoyado sólo por las fuerzas fran-
cesas. En esas circunstancias, las guerrillas pululaban y Juárez se fortalecía.
Para colmo, el Emperador, instruyó al ministro de Instrucción Pública
para que formara la ley del ramo teniendo en cuenta las bases que él le daba.
El arzobispo Labastida percibió de inmediato, y así se lo hizo saber al cardenal
Antonelli, que el emperador se empeñaba en “desconceptuar al clero mexica-
no”, cuando era bien sabido, “que en todos tiempos y en todas circunstancias
el clero ha tomado una parte muy principal y casi exclusiva en la educación e
instrucción de la juventud”. También se quejaba porque el documento plan-
teaba que los curas párrocos fueran “los preceptores de la instrucción religiosa
en las escuelas primarias y aceptados por el gobierno”. Aclaraba que esperaría
la publicación de la ley para enviar una protesta, aun cuando sabía que nada
conseguiría, ni siquiera el acuse de recibo. Pero él habría cumplido.3221
Por la falta de recursos, y no solamente por la ideología liberal que guiaba
las acciones de Maximiliano, se publicó la ley del 3 de julio de 1865, que po-
dría ser considerada, según Labastida, como un apéndice de la del 26 de febre-
ro sobre ventas y adjudicaciones de bienes eclesiásticos nacionalizados. Tam-
bién se publicó la Ley Reglamentaria sobre las enajenaciones de los bienes
municipales y de beneficencia. Todas ellas, y la carta del Ministro de Instruc-
ción Pública y Cultos, Manuel Siliceo, al Emperador presentándole un nuevo
plan de estudios, había causado profundo malestar a la Iglesia. Esta última,
en particular, mostraba:
3221 Labastida al cardenal Antonelli, el 28 de junio de 1865. Luis Ramos, Archivo Secreto del
Vaticano, op. cit., pp. 268-269 . El Emperador a su Mi nistro de Instrucc ión Pública y Cultos,
Manuel Siliceo, desde Puebla el 12 de junio de 1865.
CAPÍTULO XIII
La crisis del proyecto político eclesial: los últimos
años del Imperio
1184 ––––– MARTA EUGENIA GARCÍA UGARTE
…las tendencias de secularizar absolutamente la enseñanza, de sobrevigilar
hasta la de los mismos seminarios conciliares y de ocupar los pocos conventos
a que han quedado reducidas las religiosas cuya situación bien triste ya por la
falta de recursos, lo será más desde hoy que no tienen el consuelo de vivir
tranquilas en sus claustros.3222
También se había agravado la situación de los párrocos porque continua-
mente se enviaban instrucciones que reducían los derechos parroquiales, ya
fuera por matrimonio, bautismos o sepulturas. También se les exigía que de-
mandaran las actas o constancias del Registro Civil antes de otorgar los sacra-
mentos. Incluso, se inventariaban las alhajas, vasos sagrados y, en general, los
bienes “preciosos” de las iglesias. No lo dice el arzobispo en su informe a la
Santa Sede, pero es evidente que los párrocos se encontraban prácticamente
sitiados en el país, ya fuera por las fuerzas liberales o por las imperiales. Ante
la situación, el arzobispo determinó que se les enviara una circular con ins-
trucciones precisas sobre lo que deberían hacer con motivo de la ley del 1o. de
noviembre. El documento llama la atención porque el arzobispo elude el con-
flicto con las autoridades civiles y aconseja a sus párrocos en todo momento,
como dice el punto 4o., no efectuar actos positivos en obsequio de la ley. Per-
manecer meramente pasivos.
1o. Que practiquen todas las diligencias necesarias y previas para el matrimo-
nio, libre e independientemente, hasta ponerlos en el estado de poder asistir a
su celebración.
2o. Que llevadas hasta ese punto, esperen el pedido de los interesados para
extender la constancia de que No hay obstáculo po r parte de la parroquia
para celebrar matrimonio de NN con NN, de manera que nada deben hacer
los Párrocos de Motu propio sino a pedimento de las partes; ningún acto po-
sitivo en obsequio de la ley sino solo extender el certificado para no perjudicar
el derecho que los particulares tienen y han tenido siempre de pedir a un
párroco una constancia del estado que guardan las diligencias o hechos practi-
cados ante la autoridad eclesiástica.
3o. Que no se exprese en el certificado el objeto, sino que a lo más, después de
la palabra subrayada se ponga “Y lo certifico, para los casos que convengan al
interesado.
4o. Que no se exija la constancia de haber llenado los requisitos del registro
civil, pero que sí se de tiempo a que los interesados la presenten, porque lo que
importa es evitar a toda costa los actos positivos, y permanecer meramente
pasivos en la ejecución de la ley, dejándola exclusivamente a cargo de los par-
ticulares.
3222 Labastida al cardenal Antonelli, desde México, el 29 de julio de 1865, AGN. Archivo Se-
creto del Vaticano, Carpeta 12, vol. I, fs. 03359-03362.
LA CRISIS DEL PROYECTO POLÍTICO ECLESIAL: LOS ÚLTIMOS AÑOS DEL IMPERIO ––––– 1185
5o. La misma conducta debe observarse con respecto a los entierros, no exigir
la constancia de la autoridad política, recibirla simplemente dando tiempo que
los interesados la presenten. Ellos lo harán sin que los párrocos los obliguen y
aun sin decírselos.
6o. Que cuando alguno de los contrayentes quiera o deba ser instruido sobre
la necesidad del registro civil, fundados los párrocos en el artículo 33, mani-
festarían que es necesario para la validez y legitimidad del matrimonio sacra-
mento, pero que sí lo es para que la autoridad política, lo mismo que para sus
efectos civiles.
7o. Que no pudiendo referirse la ley a los matrimonios secretos, a los de concien-
cia, a los que se celebran causa in periculo mortis… quedan los párrocos en abso-
luta libertad para proceder a ellos con la premura necesaria en cada caso.3223
La situación de la Iglesia era mala pero no tan grave como la del Imperio. Labas-
tida tenía claridad sobre las dificultades que enfrentaba el Imperio. Su aprecia-
ción había sido acertada: Maximiliano había logrado quedarse solo. Los libe-
rales que ocupaban los puestos administrativos criticaban las acciones del
gobierno y los conservadores que habían sido marginados de la vida política
concentraban el desprecio y escarnio social. L a convicción de los franceses
también se había debilitado, el número de soldados era insuficiente y la situa-
ción financiera era un desastre. El gobierno vivía de los préstamos europeos
mientras los juaristas se consolidaban y obtenían apoyo de Estados Unidos.3224
Su consternación era grande porque se había convencido que el Imperio caería
en el momento en que Francia retirara su apoyo.3225 Así se estaba pensando,
aun cuando no lo supiera el arzobispo Labastida, en abril de 1865.
La debilidad del Imperio mexicano preocupaba y consternaba a los conser-
vadores. Su gran proyecto, se había conducido al desastre. Más dramática era
la percepción de Napoleón III. Las críticas a la intervención en Francia, la
incapacidad del Ejército francés para vencer a las fuerzas liberales, el alto
costo de la empresa, la veleidad y mal gobierno de Maximiliano, la complejidad
de los asuntos europeos y la decisión de Estados Unidos de exigir a Francia
que desistiese de la intervención, fueron determinando al Emperador de Fran-
cia a tomar la decisión de evacuar las fuerzas francesas y abandonar la expedi-
ción de México. Esa decisión ya estaba tomada en abril de 1865, de acuerdo
con las sesiones del Cuerpo Legislativo de Francia. En septiembre de ese año,
3223 Circular a los párrocos del arzobispo Labastida del 27 de diciembre de 1865. Fue leída y
consignada en el Acta del cabildo Metropolitano el 15 de mayo de 1866. Condumex. Archivo del
Cabildo Catedral Metropolitano de México, años 1865-1869, Libro 88.
3224 Labastida al cardenal Antonelli, desde México, el 29 de julio de 1865, AGN. Archivo Se-
creto del Vaticano, Carpeta 12, vol. I, fs. 03359-03362.
3225 Fragmento de una carta del arzobispo Labastida a un amigo, del 11 de agosto de 1865.
Luis Ramos, Archivo Secreto del Vaticano, op. cit., pp. 259-260.

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