El crecimiento económico

AutorHilario Barcelata Chávez
Páginas9-83
La Economía Veracruzana. Retrovisión y realidades Hilario Barcelata Chávez
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EL CRECIMIENTO ECONÓMICO
La Economía Veracruzana. Retrovisión y realidades Hilario Barcelata Chávez
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La dinámica de la actividad económica en Veracruz en el presente siglo ha p ropiciado un fuerte proceso de d esarrollo
económico. Sobre todo a partir de la década de los cuarenta en que se inicia un acelerado proceso de industrialización y
una fuerte expansión de la producción agrícola.
El desarrollo económico, sin embargo, no se ha distribuido de manera homogénea a lo larg o de todo el territorio estatal,
por lo contrario, se ha concentrado en unas cuantas regiones dado que las actividades económicas más dinámicas
presentan un fuerte patrón de concentración geográfica, debido a que no existen mecanismos que redistribuyan
regionalmente los beneficios del desarrollo. A mayor concentración geográfica de la producción ha correspondido una
mayor concentración geográfica de los beneficios del desarrollo.
De esta manera se ha ido conformando un patrón de desarrollo desigual, en el que mientras unas regiones se
desarrollan, otras permanecen en el atraso, ampliándose la diferencia entre ellas con el tiempo.
Este desarrollo desigual es alimentado principalmente por dos factores:
1.- La propia dinámica del crecimiento económico que requiere para su reproducción ampliada un esquema de
concentración geográfica de la producción, lo cual significa concentración de la inversión como mecanismo
fundamental para generar un nivel elevado de ganancias, pero también de la población en los puntos de
mayor dinamismo económico y por tanto del consumo. Todo esto retroalimenta el proceso concentrado de la
inversión y la producción. Es obvio, de aquí, que los beneficios del desarrollo se ubiquen en las regiones de
mayor dinámica económica.
2.- La política económica que refuerza este proceso. En lo general, ésta se ha movido bajo el objetivo
primordial de estimular la inversión privada, creando las condiciones necesarias para una localización eficiente
de los proyectos de inversión. Ello ha propiciado privilegiar de manera abierta aquellas regiones donde se
dirige dicha inversión, es decir, las regiones de mayor dinámica. E sto obedece a un principio de racionalidad
económica, ya que lo que buscan los gobiernos es lograr que las medidas que establezcan, tanto de estímulos
como de inversión pública directa, sean lo más rentable posible en términos de los efectos que genera. Como
es lógico, dicha rentabilidad es mayor (y segura), en las regiones ya mencionadas. Por ende, hacia ellas se
dirige. Además, la concentración de la población en dichas regiones se convierte en una fuerte presión para los
gobiernos que se ven obligados a orientar el mayor volumen de recursos a ellas para satisfacer sus
necesidades. Siendo que estas regiones consisten principalmente en centros urbanos altamente politizados y
donde la satisfacción social se manifiesta de manera inmediata, la atención a sus requerimientos se convierte
en objetivo primordial de la política económica.
De aquí podemos concluir entonces que la política económica se mueve bajo principios de eficiencia y rentabilidad
económica en detrimento del objetivo soc ial de una distribución igualitaria del desarrollo a nivel regional. La
desatención a este objetivo agudiza la desigualdad entre las regiones: es decir, genera en el otro extremo, atraso de la
mayor parte de las regiones del estado.
Lo dicho hasta aquí nos lleva a afirmar que el proc eso de desarrollo desigual entre regiones puede entenderse, también,
como un proceso de desarrollo desigual entre lo urbano y lo rural, ya que es en el ámbito urbano donde se concentra
primordialmente la dinámica económica; es decir, la producción, la inversión, la población y los recursos públicos de
estímulo al desarrollo; y es en el ámbito rural donde se concentran las actividades menos dinámicas y más atrasadas.
La desigualdad regional es también, entonces, un proceso de desarrollo desigual entre actividades industriales y
actividades agropecuarias. De aquí que se observe que las regiones que concentran la actividad industrial y que
presentan un acelerado proceso de urbanización sean las regiones más desarrolladas, mientras que aquellas cuya
actividad principal es la agricultura y la ganadería y que tienen un bajo o nulo nivel de urbanización sean las más
atrasadas.
En esta perspectiva, el desarrollo desigual debe entenderse como un producto de la dinámica económica que a su vez le
sirve de fundamento y la retroalimenta. Debe entenderse como un proceso que adquiere una dinámica propia que
amplía la desigualdad como consecuencia y como norma de subsistencia, por lo que para revertirlo deben operar
fuerzas exógenas para su funcionamiento. Es decir, para revertir el desarrollo desigual es necesaria una política regional
capaz de redistribuir los beneficios del desarrollo. Esto es, una política que parta de la siguiente premisa: para impulsar
un proceso de desarrollo igualitario y justo a nivel regional e intrarregional es necesario medir el beneficio de los
proyectos gubernamentales en términos, no sólo de efici encia económica, sino principalmente en términos de beneficio
social; pero no con un ánimo paternalista de regalar y conceder, sino con el afán de crear, en las regiones más atrasadas,
las condiciones necesarias para su desarrollo, justamente para que dejen de depender (al menos para las cuestiones
básicas) del apoyo gubernamental.
Otra vertiente importante de e sta política regional debe ser la búsqueda del reordenamiento de las actividades
industriales del estado. Ello, con el fin de propiciar un patrón de producción menos concentrado y, por tanto, más justo.
Estas tareas requieren ser planificadas mínimamente. No es posible realizar esta gran transformación sin los elementos
básicos para la proyección y ejecución ordenada de programas. La improvisación deviene en populismo y sólo genera
ineficiencia y mantiene la desigualdad. Estas son las tareas para la modernización.
La Economía Veracruzana. Retrovisión y realidades Hilario Barcelata Chávez
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Febrero, 2001
En los últimos años, el deterioro económico del estado de Veracruz ha sido una constante que se puede constatar a
partir de la observación de diversas variables macroeconómicas, las que permiten observar una realidad que se agrava
dramáticamente día a día.
Un primer elemento que hay que observar es el comportamiento del PIB estatal (PIBE) cuya tasa de crecimiento anual
muestra una tendencia decreciente a partir de 1997, en que alcanzó un incremento superior a 3 por ciento. Es decir,
cada año, la producción crece, pero lo hace a un ritmo menor que el año anterior. Si se compara este comportamiento
con el PIB nacional encontramos que para todos los años de la presente década, aunque la tendencia sea la misma, el
ritmo de crecimiento del estado es menor que el de todo el país.
4.4
-6.2
5.2
6.8
5.0
3.8
5.6
-2.2
1.6
3.3
2.9
1.4
1994
1995
1996
1997
1998
1999
Fuente: Elaboración propia con datos de Inegi
Tasas de crecimiento del PIB nacional y estatal 1993-1999
PIB Nacional
Esto ha traído como consecuencia que la participación de V eracruz en el PIB nacional se reduzca mientras que otros
estados, con una mejor dinámica económica, tienden a contribuir más en la producción de la riqueza nacional. En 1995
Veracruz contribuía con el 4.81% del PIB nacional; hacia 1999, con un 4.30%, es decir un 10.6% menos.
En cambio otros estados han incrementado su participación sustancialmente como es el caso de Querétaro cuya
contribución creció un 14% en los mismos años; Chihuahua que crece un 10.1% o Puebla que crece u n 9.5%. En total son
12 estados los que superan a Veracruz en cuanto al comportamiento de su participación debido a un mejor desempeño
económico; y lo importante es que en esos 12 estados se re suelve casi el 50% del valor total del PIB nacional, es decir,
que Veracruz no está incluido entre los estados que dictan el ritmo de crecimiento del país, porque su economía camina
en un ritmo y en un sentido inverso.
Participación porcentual de los estados en el PIB Nacional 1995-1999 por Gran Div isión de Actividad Económica
(Participación Porcentual)
Año
Total
Nacional
VER
AGS
BC
COAH.
CHIH.
JAL.
MEX
NL
PUE
QRO.
Q. ROO
SON
TAMS
Participación
en el PIB Nal.
de los estados
con
crecimiento
1995
100.00
4.81
1.03
2.89
3.06
3.96
6.38
10.08
6.46
3.15
1.50
1.31
2.78
2.89
45.49
1996
100.00
4.64
1.07
2.96
3.12
4.06
6.35
10.38
6.44
3.27
1.55
1.33
2.75
2.91
46.19
1997
100.00
4.49
1.09
3.10
3.17
4.10
6.31
10.58
6.58
3.34
1.63
1.38
2.73
2.88
46.89
1998
100.00
4.40
1.11
3.09
3.20
4.22
6.37
10.61
6.71
3.40
1.69
1.40
2.76
2.96
47.52
1999
100.00
4.30
1.10
3.12
3.19
4.36
6.50
10.57
6.82
3.45
1.71
1.34
2.81
3.03
48.00
Var. % del
período
-10.60
6.80
7.96
4.25
10.10
1.88
4.86
5.57
9.52
14.00
2.29
1.08
4.84
5.52
Fuente: Elaborado por el Centro de Investigación y Análisis Económico S.C. con da tos del Sistema de Cuentas Nacionales
Esto se vuelve más claro todavía y muestra su particular gravedad al observar el comportamiento de la participación del
estado en el PIB nacional por actividad económica. Desde por lo menos los últimos veinte años, el estado se encuentra
inmerso en un proceso de pérdida de la importante presencia nacional que tenía en casi todas las actividades
económicas, cosa que se ha agudizado de modo par ticular durante la década de los noventas. En las actividades
agropecuarias, en 1970 contribuía con el 10.3 % del PIB nacional d e este sector, en 1999 disminuyó su contribución para
pasar al 7.6%. La minería veracruzana representaba el 24.2% de la nacional en 1970, hoy sólo r epresenta el 4.3%. La
industria manufacturera contribuía con el 5% de la nacional, ahora ha descendido a sólo el 3.6%. Las actividades de
transporte, almacenaje y comunicaciones que en 1970 contribuyeron con el 7% ha caído a un 3.9%. El m ismo
comportamiento han tenido los servicios tanto financieros como comunales, soc iales y personales. En la pasada d écada
se sostiene la misma tendencia ya que desde 1994 la participación del estado en todas las actividades económicas a

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