Crecimiento sin desarrollo económico

AutorHilario Barcelata Chávez
Páginas125-126
La Economía Mexicana. Crisis y reforma.
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Hilario Barcelata Chávez
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decisiones de gobierno, podrán mejorar sus condiciones de vida. Si hubiese habido
desarrollo económico, el estallido social quizá se hubiese evitado. Sin embargo,
esperar que tales estructuras de poder pudieran propiciar el desarrollo económico, es
simplemente suponer que actuarán o actúen en contra de su propia lógica de
comportamiento, ya que están en el poder para enriquecerse, y la mejor manera de
lograrlo es concentrando la riqueza y la mejor forma de hacerlo es cancelando la
participación de la sociedad en el gobierno, es decir, en el poder mismo.
Es claro, pues, que el mejoramiento en las condiciones de vida la población, esto es, el
desarrollo económico. Este es sólo en la medida que es población pueda influir en la
política económica que establece un gobierno, y esto solamente es posible si hay
democracia.
CRECIMIENTO SIN DESARROLLO ECONÓMICO 1991
El programa de reajuste económico implementado por la administración salinista sigue
dando resultados positivos. Al menos eso parecen indicar las cifras oficiales sobre el
comportamiento de la economía mexicana publicadas recientemente por el Banco de
México. Dicha institución informa que durante 1990 la economía tuvo un
reconocimiento anual del 3.9%. Incremento superior del país. Todos los sectores
económicos mostraron ese comportamiento positivo. La industria creció 5.4%, el sector
agropecuario 3.4% y el de servicios 3.1%. Ello se debió fundamentalmente al
incremento del 13.6 % de la inversión privada, un crecimiento del 5.2% del consumo
privado y un avance del 12.8% en la formación bruta de capital fijo del sector público.
Sin embargo, la bonanza económica que muestran esas cifras no se ve reflejada en el
mejoramiento del nivel de la vida de la población. Por el contrario, junto a este proceso
de crecimiento económico se ha desarrollado un proceso paralelo del deterioro de los
niveles de bienestar de la población. El crecimiento no se ha traducido en desarrollo
económico. Es más, dicho crecimiento se ha dado a expensas de ese atraso en el
desarrollo.
Por desgracia aún prevalece la idea (acuñada en la década de los cuarenta) de que
crecimiento y distribución no se puede dar de manera paralela. Que primero hay que
crecer para luego repartir. Bajo esa premisa, sin embargo, la población del país ha
esperado durante más de cuarenta años la repartición de una riqueza que es innegable
que se ha generado. Y la repartición no se ha dado. O se ha dado de manera muy
marginal.
Es evidente que el acelerado proceso de acumulación de capital de los últimos años
(que ha permitido el crecimiento económico de que hablo) ha sido posible gracias a
una menor participación del trabajo en la distribución del ingreso y la riqueza. Y es
obvio, ya que mientras precios, ganancias e inversiones empresariales se incrementan,
el salario tiende a mostrar un retroceso sin precedentes históricos. Lo que es peor, en
el afán de consolidar los procesos de acumulación y crecimiento se impide que los
salarios tengan un incremento sustancial. Hoy que el poder de compra se encuentra
tan deteriorado que no permite, en muchos casos, satisfacer adecuadamente las
necesidades de gran parte de la población nacional. Justo es que si la economía se
encamina por rumbos de crecimiento los trabajadores se vean beneficiados por este.
Con mas razón habida cuenta de que son parte fundamental de dicho crecimiento. Ni
un paso adelante se ha dado en este sentido. Pareciera que aún no es tiempo de
empezar la repartición. Bien podría uno preguntar ¿ cuándo empezará ésta? Los
beneficios de la libre competencia y el libre cambio sólo llegan a unos cuantos. Las

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