Corrupción de menores

Páginas285-308
I
_,
Corrupción
de
menores.
El
delito
ele
1•m
·1·
11pd
ó,1
de menores
súlo
i;e
Crlstiga
cuando
hava
:;i
d
ti
"" ns1Hnado .
.
E'l
qn
e
hab
i.tua
lm
ent
e ¡,rocu.n
ófa
-
cilite
la
co1T11pción -
lle
11u
i1 res
ele
.
diez v ooho a
i'io
s ó
lo
s excite ellri
pa
ra
·sah.~facer
las
pasiones
to
pes de
ot/
o,
s
er
ú castir¡ado c
on
·
la
pena de &
11
/s
111,e-
ses de
arr
esfá diez
JI
ocho d • p·
isiim,
si
·
el
menor
2Jasare
de
onc
e afí.01, :i¡
si
no
ll
e
gare
esa '
ed
se
duplicm·ú
la
pena. .
Se
tend1·á como liab
i/1
,a.l este
cle
l
il
o
cuand
o
11
l
reo
lo
haya
e
je
utado ti
·e
.~
ó
más
veces,
mengu
e
en
todas se lta
'!}
ct
ti·atadQ de
un
mismo
menor.
-~rts. 8
03
y-
S
04c
del Código penal.
~OMETE
~ste
de¡~tb
el
que
habitu
al ó no h.abitualmen
te
+p
ero · por remuneración
dada
ú of
1~e
cida, ·procura ó
facilita
la
c0rrupción de menores de diez y ocho años,
sea
cu~l fuere su sexo, 6 los excita á ella
pára
sati
sfa-
cer
las pasiones torpes de otro.
Este
cle
lito se a
gra
~-a
según que el corruptor sea ascendiente,
tutor
6 maestro,
ó que"de cualquier mané
ra
ejerza
autoridad
sobre
ehn
e-
nor, y que
este
lo ·
sea
de once
afi.os.
La
péna
impues
ta
al delincuente varía · desde
ttes
meses
de
arresto
has
tú.
·
cinco años de prisión; según las ·circunstancias que
·,
con~
c
urran
en e
l'
casó. ' · " · · · ' · . · . , ,
..
~;
,
·, \
284
t .
.
Estas
' son, generalmente señaladas, las condicione&
y
la
penalídad impuestas por
la
ley
al
delito de que nos
ocupamos, según puede verse
en
los artículos 803 á
807
.
del
Código
penal.
El
delito
de corrupción de menores se diferencía
de
la
seducción en que aquél se realiza por
un
extraño, fa -
, ;cilitando
una
víctima á las pasiones torpes de otro, y
· é9
te
se verifica _directamente por
el
intere
sado, aprove-
chando
la
in
experiencia ó el interés del seducido.
El
delito de corrupción de menóres
encuentra
su
cuna
en
la prostitución pública, á
la
que contribuyen en mu-
cho el celibato; el adulterÍo y la sodomía; pero estas can- .
sas no excluyen. que otras sean móv~les
también
par
a
realizarlo. · ·
Si la prostitución; el celibato, el adulterio y la sodomía
influyen
en
mu.cho
para
la corrupción,
en
realidad éstas
serán
las causas que la provoquen; pero aquellas por
las
, .
cuales se realiza, son, sin, duda,
el
interés,
la
falta
de
moralidad, y en otro·s casos
impulso desconocido que
recon9ce
~u
origen
en
un
erotismo .iri;ealizable por
parte
del
agente, y q
ie
lo lleva á
su
sat¡sfacci6n, con la con- -
s.ideración y á veces' con la vista del acto crap,uloso.
, Algunos ancianos,
impot
entes
ya
para
la
cópula,
se-
en
tregan con de~enfre_no al lenocin
j.
o; ,porque
este
ejer-
cici9 _
co~o
_que aviva
su
muerta
naturaleza; y así
nQ
,
es.
éxtraño ver que
esta
clase de seres abyectos, después
de
~ntr~gar -
su
yíctima en brazos del qu~ ansía
su
pose-
sió,n, se oqultan, y
eI,J.
silencip se
entregan
á
la
. conte-
:r;a-
plación
d(;l
-.
1~
_que pasa
entre
aquellqs, realizando e~ .
sus
.
personas .el acto repugnante de
la
mast~rbación, y á
ye
_- ,
/
281:
f
ces
procurándose
un
derr~n1é qne viene voluntario
sm
provocación ni esfuerzo
material
·alguno.
He
aquí
un
caso
de
·dos · semejantes
ue
referiremo
s-
en
el discurso
de
este
capítulo y qu~ corrobora
nues
tro
dicho. ,
~ -
R.
es
un
anciano
de
más
ele
sesent
a,
aüos,.
delg
ad o y enfermi-
zo,
de
tez
amarillenta
y
de
o
jo
s
muy
vivo3
aúo,
qu
e b
rilla
n
con
in-
t
ensidad
bajo
l
as
canosas
ce
ja
s. ·
M. R. s e
ent
re
ga
a l
f>jorc
icio
de
la
corrupción
de
menores
pir
o
·
sin
inter
és
pecuniario,
exig
iendo
sólo del
que
solici
ta
sns
servicio
s,
· q ue la
cópula
se
verifique
en
una
casita
que
po
se.e
en los a
lr
red
edo·,
r
es
de
C
...
. ,
en
donde
él,
R.
.
facilitará
el
almuerzo,
l
ech
o y
discre
-
ción
por
un
precio
que
no
excederá
de
un
puñ
ado
de
franco
s.
Muchos
ca
l
averas
,
libertinos,
y
au
n
mujeres
de
moralidad
apa
,r en·.
te,
reclaman
sus
servicios;
y
111.
R. es
frecuent
em
en
te
solicitado
as
í
como
la
casi.ta
que
po
see.
Pero
el
anciano
tiene
e
stab
lecido
s
observatorio
s d ,
isimul
ad
os d e
las
piez
as
contiguas
á
aquélla
que
fac
il
it
a á
§..
U cliente-Ja.
para
ia
rea
-
lización
de
sus
deseos. .
Mientras
la
p
areja,
no
mucha
s
veces
arnororn
1
~e
en t
rega
á- 1
'.1
consu
m2ción del
coito,
-
lVI.
R.
. fijos los
oj
_os
en
un
punt.o a
propó
si
to
de
su observ~tor:io, sigue
con
febri
l
mirada
l
as
p0ripecias
.
del
com-
bat
e de
amor,
y,
mientra
s -s u
cuerpo
tiembl
a ,
sus
ma nos, ,reali
zan
el
acto
Je
una
masturbación
que,
much
as
've
ces
cons
um
adO'
,
deja
al
anciano
desfallecido
¡..,
vacil
a
nte
,
teniendo
que
apoyarse
en
l
as
par
e•
des
para
no
cae
r al
suelo.
Entreti;rnto,
la
pa
re
ja
Íio se
apercib
e
de
que
es
objeto
de
l
as
mirad
as
de
un
viejo
lúb
ri
co.
El
hecho
que
referimos
se
descubrió
-
por
un
a
mera
casua
1idad, y
desde
.
entonce
s
circuló
entre
loé
liber
ti
nos
y los
calaveras.
M.
R-
.
perdió
su
clientela,
y
meses
después
moría
loco e n
un
'
manicomi
de
P
....
Pero
n_o
es tiempo
aun
de
entl'ar ·
en
la
apreciaci61i '
de
las
causas
que
puedan
ser
.y
ir
de móvil 6
de
_impulso , pa-
~
ra
la
perpetración
del
delito
de
corrupci6n e menores,
\
'
'i&7
,
Los
sacerdotes
de
Venu,s en
la
antigua
-Roma, ejercían
también
el vergonzoso oficio
de
rufianes de ac1uerdo .
con
l¡;is
viejas
prostitutas,
facilitando
la
correspondencia,
las
citas, las
intrigas
y lás
'.
seducciones
entre
los
amantes,
y_
los
templos
y los jardines
cQrno
asilo
,$
del libertinaje.
Lésbias, jónfas y sirias,
algunas
egipcias, indias y nii-
bias, bajo
el
pretexto
de
ser
bailadoras, flautistas y to-
cadoras de lira, se
entregaron
de
senfr
enadamente
ii
la
corrupción de ambos_
sexos
sin distinción de, edades, y
de aquí el
nombre
de
lena
para
el
hombre
y de lena
para
la mujer de
esta
clase que se dedicaban
á.
ese vil t~áfico.
Los barberos y
perfumistas,
tonsoi;
y ungüentarius,
eran
utilísimos
para
el
lenocinio,
educando
especialmente á
los jóvenes
en
la
sodomía
más
depravada.
En
cuanto á
los esclavos de
uno
y otró sexo, casi todos se dedicaban
al lenocinio, utilizando ventajosam.
ente
sus
conocimien-
tos adquiridos err
la
prostitución. 1
Tras
los esclavos
vienen
los adductores, _c
onclucto1'es
y
admisarü, y
después
de éstos, y ami
puédese
afirmar, con
ést
os; los ·sirvientes de ambos sexos de los baño,s pfrbli-
. . . /
cos.
Más
adelante,
reformá,ndose las costumbres, que expe-
rimentan
.los c~mbios á
gue
-
la
civilización las obliga, los
rufianes adquirieron
un
aspecto
que
/ con
más
ó menos
varian¡
tes
conserva
en
nuestros
días.
Si
quisiiramos
seguir
paso á paso
la
·vergonzosa his-
toria
de
la
rufianería,
nuestra
obra
adquiriendo prQpor-
~icipes :
extraordinarias
,
,.
-llegaría á
ser
voluminosa·
sin
conseg_uir.
el
objeto, que nos
hemos
prop11esto ell' .ella.
. \
El
tipo
del r-u.fian existe ahora,
aunque
inocl.ifieado en'
38
288
tan
vil práctica, pomo cuando
su
tipo surg10
entr
e las
escabrosidades de l a inmoralidad pública.
,
El
rufian d e
nuestros
as conserva diversos aspectos;.
pero los m
ás
comunes son aquellos que nos ofrecen los .
encargado·s de los lupanares;.las corredoras de ropa usa-
da
que a
un
se conserva buena en apariencia y que las
·m
:.í,s
veces
~
vehículo ~1e erifermeclades contagiosas;
. ciertos
hombres
·
que
ha
n hecho de
su
·v
id
a
un
abismo:
t
l:l
nebroso ; y, por
-:-
último,_hombres y mujeres ancianos
-pero de malos .antecedentes públicós ó privados, que,
ajenos
ya
á la prostitución dii;ecta por agotamiento senil;
buscan el afrodisiaco de ·
s1.~s
pasiones
en
la contempla-
ción de ciertos
act
os que, por mismos, no de
berían
facilitar placer mas al que los reali
za
.
·,
-.·
'
·
.,_
Estos
vi
ejos, n
atura
lezas que se desvanecen de lo vivo
pa
ra
hundirse temblorosas
en
las obscuridades de la
. tumba, experimentan
co
n la
co
nt
emplación de esos actqs
7
/,
libi4inosos, ·con la masturbación que es muchas veces
consecuencia de
ésta
, satisfacciones q
ue
expe
riment
a el ·
jovencito vi
go
roso que
entre
los pliegues de las sábanas
y en la obscuridad de silenciosa alcoba, realiza
el
coito
imaginario que ag.ota
su
naturaJeza,
ya
en cuanto
:i
, lo
físico (que· pued
e-
repararse),
y~
en cuanto á lo moral'
{ qué con~,uce al manicomio).
La
rufianería, en general, se ejerce desde
la:
niña ino-
cente
que proteg'e las relaciones ·amorosas-de s
il
amigui-
ta,
también inom,
nt.e
aun, predisponiéndola inconciente-
me!lte á
un
. derrumbamiento de
su
_-
'llirtud,
hasta
el s~r
-depravado y egoista que por i:nterés,
sea
el que-fuere,
h11~ca
,y facil,ita las lides del amor ·material. .
\
\
\
\
\
\
\
\
\.
\
289
De .aquélla no nos ocuparembs;
peio
de
éste
sí,
porque
á
éste
debe limitarse el propósito
de
éste
capítulo.
Qes
un
rufian?
El
rufian es
un
sér
en
cuyo pecho
encuéntran
los vicios todos· caliente abrigo: que
se
tras,
·
parenta
como si
la
hiz de
la
mitad
del
día
b1·
o
ta1
:~ ·ae
dentro de su cuerpo: . tiene e l ojo vivo, benévolo, hipó-
crita
ó carifl.oso
según
las
circun
st
ancias, la fren
te
tersa
en
ocasiones como
la
de
una
virgen, y en otras rugosa,
como reflexiva; la nariz olfateante, y
la
boca risueña con
el rictus propio
de
su
ocupación, es decir, sonriente, be-
volo, con
santid
ad mezcla de diablo. · Andar
lent
o y
' -.
;_
pausado como el de los hipócritas
del
Da.
nte
cuya vesti-
dura
era
de plomo; cauteloso y delicado; mano suave y
expresiva;
traje
sin
pretensiones
pero
rev
est
imiento de
malicia
qU:e
se
trasluce
·
entre
sus
hábitos monjile~; 'la
palabra dulce, como deN:ame
de
miel
_
entr
·e los labios:
pero pe{·suasi~a y con~incente, nido
de
as·echan':as y
seducciones.
El
rufian sigue
al
oro como
el
minero, con
la diferencia
de
que aquél lo adquiere por el
:¡t
~pr
y 'en-
tre
seducciones y vérgüe:nzas, y
éste
hundiéndqse
en
fas
entraüas de
la
tierra
.
en
·donde
tal
vez encuentra
una
tum~
ba
l1onrada.
' ; \ , :
....
,
Pero
basta
ya
de digresiones y ocupémonos de€epida-
mente
del
objeto de
este
capítulo.
Es
un
hechq comprobado por múltiples investigaciones,'·
que en todo ·vicio como en el ejercicio de
toda
virtud
exa-
gerada·, sirven como causa's
que
los motivan, una. locura
existente
ó el desequilibrió moral.
del
indi+iduó.. · ·
. Pai
:a
entra
.r
..
en
materia
~
-nos
servirá ·
ae
base
la
historia
r, ,
de
un
rufi~Jl,,
c~1yo
relato
escuGp;amos _
de
boca
de
Rerso-
na
digna
de
fe "
por
s:
!f
veracidad.
/
/
. 291
da
les que contemplaba, con ~videz
demente
, á
travez
de
ciertos
ob-
se
rvatorios
hábilmente
practicados
en
los
muros
de
la
casa.
Cuando
Luis
N. fué coDTencido de su deli~ó y
extinguió
su p ena,
se
consagró
á
corromper
niños y
niñas
, á los.cuales seducía.
cou.
ob-
,
se
quios
apropiados,
provocando después
en
ellos,
la
inclinación .al
pl a
cer
sexual con sus enseñanza!!
de
viejo libidinoso.
Se
agotó
por
último este medio
satisfa
9
er
sus perversos iastin-
tos,
porque
Luis
N.
apareció
loco
rematado
de
un
momento á otro.
Conducido al mafliconiio
de
C
......
pamba
11u
vida
entre
acoesos
de
locura furiosa
que
había
neces
idad
de
reprimir
por
1i
füerza, ó
ej
ercitándose
más y más
en
una
masturbación
:.í.
la
que
ya
no
se
pres-
taba
en lo absoluto
su
derruida
naturaleza.
Luis
N. murió loco
en
el manicomio citado, y hombre ,
inteligente,
llevó
un
diario,
especie
de
memorandum,
qae
.
1irTió
para
oonocer
su
historia
vergonzosa á.
la
que contribuyó efica~mente
una
inclinación
al
alcoholismo
muy
pronunoiada. ·- .
:-
Diversas ciencias, ai;tes é hip6tesis,
han
.venido esta-
bleciéndose y desarroUándose desde.
tiempos atrás,
pata
descubrir
}as
inclinaciones y los sentimientos 'del hom-
br
e á travez de
su
naturaleza física.
~
. . . . .
Con
Gall surgi6
la
· frenología, que no es mas que
una
hip6tesis fisiológica de ,
su
autor, que considera
al
cere-
bro como una agrégaci6n d_e órganos, correspondiendo á 1
cada uno de ,ellos diversa facultad intelectual, instinto
ó-
afecto, y gozando estos instintos, afectos 6 facultad~s, de
mayor energía, según el mayor 6 menor desarrollo de
fo
,
parte
cerebral que les corresponde. ·
Esta
hipótesis se encuenti·a íntimamente ligada con la
craneoscopía, ó lo que es lo mismo, con el arte que por
la
inspecci6n
ele
la
· superficie exterior del cráneo, ipresu-
me conocer lasºfacultades intelectuales y afectivas; pe-
ro la craneología vino á ser
ya
e,li'esultado de un estudio
' .
/
. 292
más
perfecto de aquella
parte
del cuerpo humano, y del
cual se
han
ocupado
preferentemente
algunos sabios alie-
nistas
antiguos y modernos.
Pero si
la
craneología y
aun
la craneoscopía y la fre-
no
logía se ocupan exclusivamente del cráneo del hom-
bre
, la antropología extendió sus investigaciones al es-
tud
io fisico y moral del hombre
mismq.,
para
obtener de ·
él como consecuencia, el conocimiento de
su
carácter~
·fijar sus inclinacione~.
'l'odos estos estudios, derivándose los '
Lmos
de los otros,
extendiendo
la
esfera de los conocimientos á medida que
se hacían
más
minuciosa's
in
vestigaciones,
han
venido á
prestar
t.1~
valioso . contingente
para
h
ex
plicació11
de
ci~rtas inclinaciones perver:5a~, contingente que
han
apro-
vechad? con ventaja ~lgmíos autores _célebres, que, des-
-dé
Beccaria, vienen fundando
en
él, las teorías positivis-
tas· modernas en materia criminal.
Del concurso de todos estos estudios, se
han
estable-
_cido fundamentos
poierosos
que
hábilmente
explotados
por sabios· alieBistas, vienen dando
'.
v1goroso impulso á ·
la
medicina:legal, acerca·de
la
cual se
han:
escrito obrás
de. verdadera importancia. · ·
, Ahora/bien, apoyándonos
en
obras de ·
este
nero y
en
algunas otras apropiadas al intento, es corno vamos
ocuparnos de las causas que pueden
det
erm
inar
· el im-
_
pu
lso que conduce á la
perpetr
ación del delito de corrup-
ción de m~nores.
, Que la inclinación la corrupción de menores recono-
. ce ciertas causas, es incuestionable; y señalamos de ellas
descl.
e luego, las que más gen
era
lmen
te
ejercen
su
influen- ,
cia sobre el individuo, y estas son:
. '
I.
La
locura.
II
.
La
mastu-rbación.
III.
La
vejez.
293
IV. · L~ prostitución pública.
V
ba
falta
de
educación moral y
VI.
La
ignorancia.
rrratamos desde I nego
de
la
locura. _
Las manif<: class="ls175">de
Ja
locura
-
son
innumerables co-
mo la c_iencia médica l o
demuestra,
así como son varias
las causas que ,las motivan.
~'
, De las primei:as sería prol~jo ocuparse;
mas
en
cuanto
,á,
las segundas
es
distinto, y
por
lo
mismo vamos á tra-
tar
de
ell
as.
Las causa-s-
que
m(?tivan
la
locura
reconoce_n
su
origen
más
pronunciadamente
en
la
.
herencia,
en
la posesión
de
.vicios,
tales
y/
entre
otros
co~o
la embriaguez,
la
n1a:s-
turbaci6n,. y otros; en accidentes como
un
terror
inespe-.
rado,
un
.golpe
en
el
cerebro,·
una
sorpresa;
y como
éstos
€11 otros muchos que son demasiado conocidos
por
los hom-
bres consagrados
al
estudio
de las enfermedades,
menta-
les . .De las causas
de
la
locura
y
de
sus
manifestaciones ·
no nos ocuparemos aquí sino
en
la
párte
..
qne
correspo11~
de
al propósito
de
esta
obra;
y
p_or
lo mism0, dejaremos ,
á
un
lado,
entre
las
primeras
1, aquellas que son
el
resul-
tado de la hereu-cia, de
la
embriaguez
y del juego á
-
ces, y sólo nos ocuparemos
de
las que
pueden
producir
las
causas que dejamos ·
apuntadas.
',
Todo vicio ejerce en el cerebro
un
efecto
decayente
del
vigor, y otro.efecto como fotográfico, que fija en el
mismo
cetebro
las
impresiones de
un
hecho
más
ó
me-
nos
frecuentemente
consumado.
El
efecto
decayent
e,
295
cho consumado, y ·siendo
estas
poderosas y continuadas·,
quedan gravadas en el cerebró
para
siempre.
La consumaci6~ frecuente de
ciertos
hechos fija
en
el
cerebro
una
idea dominante;·y
de
aquí
· que, cuando
la
. locura domina al individuo,
la
manifestación de ella es-
en raz6n' directa-de sus frecuentes impresiones. ,
¿Qué hace el hombre cuando
su
cerebro se .siente per-
turbado por la locura, á
la
satisfacci6n de cuya idea nQ
ayuda
la naturaleza? Buscar con ahinco, sin detenerse en
los medios, aquellos á que
la
locura
se
inclina y que á
veces sirven
para
avivar,
por
instantes,
su
agotada y
casi
muerta
energía.
Así como
el
avaro que enloquece
tendrá
'-
como
man~-
festación probable de su locura,
la
idea
de la posesi6n
de
grandes tésoros que vigila, cuida y defiende, -así el
ambiciosó se soñará rey, y
distribuirá
sus mercecles
imaginarias
entre
los súbditos formados con sus comi-
tentes
del manicomio; y así también,
el
que enloqueci6
en
la satisfacción de la prostitución sensual,
buscalá
,con
ayuda
escrupulosa-, la satisfacción de
la
prostituci6n aj_e-
na para satisfacer las inclinaciones
de
,
su
enajenación.
He
aquí, pues, porque existen ciertos . individuos consa-
grados al ejercicio de
la
rufianería que 'deben
ser
consi-
derados· como locos ó semilocos, y
por
lo mismo, .irres-
ponsables de sus actos delictuosos. "
Y los resultados de la prostituci6n que hemos ·apunta-
do son también los resultados que produce la masturba-
ción, aunque
esta
causa los ocasiona
más
rápidamente,
dado que, tal vicio, muchas veces no dependiente de
la
1
voluntad conciente, es mas pi-opio
para
destruir en corto ·
tiempo la naturaleza más vigorosa. Agreguemos á lo di-
. -
39
297
poner que
una
vüz experimentado el
placer
en
la
ya
di- ·
c
ha
contemplación,
el
individuo busque-por.
-mismo
los medios de facilitársela con frecuencia?
Existen lupanares
en
~algunos pueblos del mundo
en
donde por agujeros practicados
en
las paredes, obser
va
-
torios disimulados con
arte
suficier..te y que coinciden á
una
alcoba especial, se presencian los arranques
ªe
luju-
ria
á que se entregan calaveras y
meret
rices
hábilmente
adiestrados
para
despertar el deseo. ¿ Quiénes
-son
los
que se colocan ansioe.os
detrás
de estos observatorios
para
fijar miradas anhelantes
en
las peripecias de las lu-.
chas de amor? Viejos en
su
mayor
parte,
6 jóvenes gas-'
tados é impot
ente
s, que
buscan
con frenesí en aquelltt
contemplación el efímero despe
rtar
de
sus instintos sen- _
suales. ¿No es esto
una
prueoa
irr
efutable de la ver- .
dad de lo -dicho? ];>orotra
parte,
¿no es
natural
supchier
q
ue
hombres de refinada malicia
ya
sea
por
su
avanza-
da edad,
ya
sea por sus depravadas incliiiacio1:
10s
y vi-
ciosas costumbres, busquen en seres sin experiencia la
s
ati
sfacción de
sus
deseos, corrompiendo á aquellos'pre-
viam
ente
.
Las demostraciones públicas indecentes, si.bien
son
el
resultado de causas
independient
es, de la
voluntad
· del
agente
que reconocen
su
origen .
en
ia
existen.cia
de
·
ciertas enfermedades predispon.entes del hecho,
también
1
pueden depender de la ,voluntad del sugeto, y
ser
el 1
:e
-
,t
s
ult
a
do
de
una
deptavacjón moral extraordinaria; y
en
estas cir'cunstlincias no es e-xtraño
que
el
que posee
tal
depravación, busque los elementos propios
para
llenar
sus deseos,
ya
no por,mismo sino ejerciendo
la
corrup-
ció
n de
o.tro
s seres, especialmente
de
los que no
tienen
)
299
furor
tal
vez, si fuese solicitado
su
concurso
pará
lle~ar- 1
lo á cabo. '
No hemos querido decir que todo anciano esté
predis-
pu
est
o á
la
corrupción de menores, sino que lo
está
to-
do aquel
cuya
prostitución anterior gravó en
su
mente
é_
imprimió en su naturaleza
la
necesidad de continuar
en
esa misma prostitución.
El joven es impetuoso en
la
s
at
isfacció n de sus pla--
ceres, mientras que e] viejo á medida que ,en edad avan-
za, se torna s
ibar
i
ta
: para el joven, cualquier manjar
es bueno porque
su
apetito es insaciable; mas el anciano
escoge los platillos más tiernos y sabrosos. E l jm1en bus- -
ca á la mujer mientras que el viejo corre
tras
de la
niña
de vestido
co
rto; porque
en
aquél todo es impulso y
en
éste, verdadero deleite que sa
borea
con placer. De lo
dicho res
ulta
·
qll.e
cuan
do
el
hombr
e llega á viejo
hundi-
do en la prostitución y su
natural
e
za
se resiste á la sa -
tisfacción de los placere
s,'
goz~ cqn los que otros experi-
mentan
, comtemplándolos . con verdadera y
anhelante
fruición.
Tampoco hemos querido afirmar · que
la
vejez
en
las
co
ndiciones dichas, sea siempre
un
móvil impulsivo
de
la
corrupción de nienores;
apuntamos
simplemente
la
idea esperando que inteligencias superiores á
la
nuestra,
I::t
sometan ú
un
estudio científico y concienzudo. .
Hemos habládo ·antes de. las personas encargad'as
de
lupanares, y ocasión es
ésta
de re1erirnos al interé
s,
co-
mo causa que predispone á
la
perpetración del delito
de
que nos ocupamos.
. Acontec~ muchas
vecE;Js
· que
el
hombre ansía
la
iose-
.
sió11.
mate
'rial
..
d~
det~rm1nada
nÚ1jer
que aviv.a
sus
de-
\
..
'-
\
301
La
familia de
la
niña
qesaparecida
echóse á
buscarla
por
todo
s
,
lo
s
barrios
de '
la
ciudad, habiendo sido
infructuosas
, al
principi
o,
todas
sus pesquisas, llevadas á
cab
o ·con el auxilio
de
las
autorida-
des
y la ·policía.
Ayer, la
madre
de la
criatura
ext
ravia
da
supo que
la
habían
vis-
to asomarse á
una
puerta
de
la
Plazuela del C
ar
men y fu~se á
insta-
l
ar
por
allí,
hasta
que logró saber con
exact
.
itnd
el
paradero
de
su
hija. ·
Con los informes e
.:
'l::actos,
se presentó á
una
de l
as
viviendaJl
de
la casa ntim. 3 de
fa
expresada
plazuela,
en
la
que tiene
habitación
una mujer llam
ada
Soledad, conocida con el apodo de
la
JJ.{uf
íeca.
Allí
estaba
la
niña
perdida.
Previas
algunas
disc ulpas ,
prot
esta
s
é interjecciones,
la
chiquilla, que es
de
rostro
agraciado
y se
pre-
sume
ser
á hermo.;;a al
lleg
ar
á la
ju
vent
ud, fné devue
lta
á la
madre
con conoc
im
iento de la
autorid
ad.
La
J11Iivriec
a,
ósea
S
ol
e
dad
, segtin-
lo
s informes
de
uno de nuestros
r
eporters,
con el nombre d e Angela,
preside
y es
dueña
de una
casa
de
mala
nota
en
la
calle de la
Fuente
de S. Cayetano, dond~ se asi-
lan
varias
noc
vagas
:
Ahora
bien. Con los datos
anteriores
¿no es de presumirse que
ha.
ya
en el fondo de la
historia
relatada,
la
perver
aa intención de
arre-
batar
niñas de sus hogares,
para
arrojarlas
m
áa
tarde
á las ch
arc
as
de
la corrupción pública?
Nosotros nos permitimos
llamar
fil~rtemente
la
atencióJJ de
la
po-
licía sobre ese asunto."
Nosotros comprendemos
la
existencia de· los lupana -
res, porque
tal
existencia tien~
sus
ventajás enmedio de
la inmundicia que los forma: comprendemos también
qu
e
la
mujer descarriada busque
su
entrag,a en esa clase do -
establecimientos pflra saciar sus lúbricos i~stintós y
su
deseo ge lujo adquiri!]o sin trabajo; · pero no compren-
demos que
la
esfera _de-acción
de
las mujeres -encarga-
das de tales casas, se salga del límite,de éstas, en el
cual
debe,
estar
encerrada
su
diabólica y corruptora inclina-
/
'
303
otros muchos delitos; y sobra
la
demostración
material
cuando
la
razón la comprende,
por
cuyo motivo sólo
apuntaremos aquí l a causa, dejando· que
nuestros
lecto-
res por mismos, convengan
en
que
desde
el
momento
en que la educac16n· basada
eh
la
moral
nQ
existe, la
causa ocasional del delito se
encuentra
en
esa
pro_pia
y
muchas veces· desgraciada circunstancia. · Que el niño
que
ha
palpado ciertos ejemplos sin
que
se le
haya
l\echo
comprender lo bueno ó lo malo ·de ellos, los siga cuando
j
ov
en, es
hasta
cierto punto disc-ulpable; porque
nO
en
todos·Jos seres de la especie
hum
a
na
la claridad del dis-
cernimiento es la misma; ni la apreciación del hecho es
igua
.l.
Algunos h a
brá
en quienes
la
propia razón les ha-
ga comprender la ilicitud de ciertos hechos; pero
en
.
t ' 1 á >
.,
o ros, y seran os m s comunes, ,
esa
comprens1011 no se-
cil y,
tal
vez, ni posible, sin
el
concurso de
un
sa
-
ludable consejo; y todo consejo es bueno si tiene como
base el ejercicio de la virtud; y
esta
clase de consejos
son los que, bajo diversas formas, constitu'yen
la
ense-
fianza de la moral, de aquí el cuento muchas veces invero·-
símil para
el
adulto pero creíble
para
el niño, la divertida
fábula, llevando en
su
moraleja
la
salud
del
consejo:
Esopo y
Perrault
son los grandes moralistas de la niñéz;
Si al consejo sigue el ejemplo, y á la falta
el
castigo
in-
mediato,
la
enseñanza ·producirá · ópimos frutos ;
mas
téngase
en
cuenta
que el castigo
del
niño debe
ser
in~
mediato á la comisión 'de la :falta,
para
que el
resultado
que se obtenga sea favorable,
puesto
que se
grava
más
la
corrección
en
la· me_moria cuando el'hecho que
la
mo-
tiva acaba. apenas de consumarse.
El
niño~
que
carece
de razón,
de
ju.icio y de. discernimiento, es '
con:w
.
el
.
ca-
. . 40 · .
,.
,/
/
304
'
ballo
y el
perro
que no gozan
mas
que
del
instinto:
si á
estos
aniínales se les corrige
media
ho
ra
después
de
co-
metida
la
falta,
de
encabritarse el
primero
ó de
moder
,
el segundo, será ejercer
un
acto
de
violencia y
de
cruel-
dad, porque
ni
el perro ni el caballo
guardarán
memoria
del hecho que se ca
st
iga,
ni
procurarán
por
el
tem
or evi- ,
tar
la falta. Así, si al niño se le
castiga
med
ia
hora
des-
pués
de
c.ometído
el
hecho que so corrige, no v
etá
en la
corr~cci6n mas que
un
acto de
crneldad
y de violencia,
que
en
lugar
de producir
la
·enmienda y
de
inspirar
res- _
poto,
ni
facilitará aquella, y
despertará
en
el
afo1a
el
gérmen
del veneno y del odio hacia
la
persona que im-
-pone y e
jecuta
el castigo ; porque
en
vez de
aparecer
pa-
_dre: supei'ior 6 tutor·q~e corrig~,
aparecerá
verdugo que
sa01a
una
venganza.
Como acerca de la fa
lta
de
la educación mbral como
causa eficiente de
+os
delitos, nos
hemos
ocupado en
otras
ocasiones, detengámonos aquí respecto ella p
a-
,rá
seguir
tratando
de
la
últinia que hemos señalado,
co-
mo de las principales que impulsan
al
individuo á la
perpetración
del delito de corrui)ci6n
de
menorés; y sea
esta
la
carencia de instrucción.
Es
una
verdad incuestionable que
la
ignorancia es el
peor
enemigo del hombre; porque el
ignorante
podrá
ser
naturalmente
bueno, mas nunca
podrá
prever
los funes-
tos resultados á que
pueden
conducirlo
la
bondad y el
vicio. Pongamos por casos
para
demostrar
lo dicho res- · \
pecto
de
la
bondad, la oración; respe9to del vicio
la
pros-
titución
sexual.
El
rezo inmoderado lleva
al
hombre
á la, ,
. 1
locura
religiosa, conio á
la
locura lo conduce
también
_
la
. prosti~uci6n.
De
aquí
resulta
que
la
ignorancia perjudi- ,
~
1.
.'
/
\,
305
que al hombre, porque no
le
á cono'cer lo perjudicial
de su
buena
6 mal~ conducta con respecto á ·
su
pr
opio
individuo.
La locura existe en cier,tos
sm:~s
.nacidos expr_esamen~
te
para
adquirirla ó bien que la
han
recibido ·al
nacer
como
un
legado rnnesto; pero la locura
está
dormida
por·
decirlo así, mientras
una
causa
ocasional
bastante
no
se
presente
para
revelarla:
esta
será
el
término; pero ei1tre
el principio y el
fi
n ;
ent
re la adquisición de
la
locura y
su
revelación, existe
un
medio
que
es el que revela
la
existencia
de
aquella por ciertas y no comunes manifes-
tac
iones, r ep
et
idas cap frecuencia
en
el
in
dividuo que
debe considerarse como cand
idato
al manicomio. El fa:
natismo es
una
-manifestación del ·desequilibrio
int
elec-
tual, y la demonomanía, por ejemplo, es
una
forma
ya
'
de
terminada
de la locura: Sa
Yon
arola como
Ju
'ana de
Arco fueron fanáticós visionarios; y
Lutero
y
Santa
Te-
resa fueron también del ·numero considerable de esos
' '
seres predestinados. . . . . ,
No nos detendremos más en lo dicho porq
ue
·
ser
ía sa-
lirnos. del
pr
opós
itq
de
esta
obra,
y,
por lo mismo, en-
tremos desde luego al
est
udio de
la
medicina legal, como
ciencia que ejerce absoluta in:fluenci~ en
la
apreciaci
én
de los delitos.
Hemos dicho q'ue
la
locura y
la
vejez
pu
eden
ser
mo- '
ti
vo
s que impulsen al hombre á
la
pe'rpetración del de -
li
ta
de corrupción de menores; y demostrado como
está
por la ciencia que
esta
1nclinaci6n
crimh
tal
puede
_
ser
el
-resultado de
un
desequilibrio mental, dicho queda que
la
estimación de
la
causa impulsiva no
puede
ser
'Obra
sino
de
conocimientos científicos que · el ~ncargado
de
juzgar
306
no posee. De aquí
la
necesidad del participio del médico-
legista,
para
fijar el grado de culpabilidad 6 de inculpa-
bilidad del acusado; pei:o
116
el participio motivado por
circunstancias ajenas á la ley, sino
su
creación como
·p1;incipio legal aplicable en todos los casos de delincuen-
cia aislada y no colectiva; porque la reunión de indivi-
duos, formada -para
ne
var' á cabo
un
delito cualquiera,
revéla desde luego la existencia de
una
intencion dolosa
i:r{du:dablc,
lo que no puede afirmars~
tratándose
del que,
aislado, sin el concurso de persona alguna, perpetra, rea-
liza
un
hecho delictuoso,
pór
más que
la
culpabilidad
, apm·ezca cla
ra
poi.·
la apreciación de las ·circunstancias
puestas
en juego para la perpetración.
En
capít~los anteriores hemos explayado nuestras
ideas respecto de lo últimamente dicho, y por lo mis-
mo, ponemos punto final al presente ligero capítulo, pa-
1:a ocuparnos de la prostitución en general por lo que
s~·
liga con el delito de que acabamos de
tratar,
aunque bre- .
vemente, según el propósito que nos hemos propuesto
en
lá.
presente
obra.
!
/

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