Contrato de Asociación para la República de los Estados Unidos de Anáhuac. Año de 1823

Páginas225-241
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DISCURSO PRELIMINAR1
Pueblos del Anáhuac: las leyes no tienen otro
objeto, que el de la felicidad de los hombres; y
yo creo, que un código no puede proporcionar
otra mayor a un pueblo, corrompido muchos si-
glos por el despotismo y plagado de los invete-
rados hábitos del desorden en todos los ramos
de su organización política, que la de mejorar
notablemente la suerte de todos los individuos
que actualmente existen, sin causar a ninguno
de ellos el perjuicio más ligero, refundiendo el
orden social sin convulsiones, ni fracasos, por
medios tanto más enérgicos e indefectibles en
sus resultados, cuanto sean más suaves, lentos,
progresivos y acomodados al temple del cora-
zón humano. No es otro el modelo que, en su
manera de obrar, nos presenta la causa univer-
sal, creadora y conservadora de todo cuanto
existe, en toda la marcha y economía de sus
admirables producciones.
Así es, que no entraré en contestación con
ninguno de los publicistas que gustaren hon-
rarme con sus impugnaciones, a menos que no se
ciñan a demostrar, que hay un solo individuo de
la generación presente a quien este código no le
garantice en toda su extensión el goce de todos
sus derechos naturales, o que hay uno solo a
quien le despoje con violencia del grado más pe-
queño de felicidad real o imaginaria que actual-
mente disfrute; o bien, que hay uno solo de todos
los beneficios posibles del orden social que el
mismo código no asegure, o por lo menos no pre-
pare para todos y cada uno de los ciudadanos,
o que hay uno solo de los males radicales, que
mantienen extenuado al cuerpo político, que no
esté perentoriamente atacado en sus fuentes. Por
lo que toca a las imperfecciones, inexactitudes
y aun errores de detalle, que forzosamente deben
de ser muchos, atendiendo a lo vasto de la ma-
teria y a la insuficiencia de un solo hombre pri-
vado para llenarla, tampoco perderé el tiempo en
*Fuente: Carmen Rovira (coord.), Pensamiento filosófico mexicano del siglo XIX y primeros años del XX, t. 1, México, UNAM, 1998.
Nota: En relación con el “Discurso Preliminar” al Contrato de Asociación para la República de los Estados Unidos del Anáhuac
que aquí se ofrece al lector, es necesario advertir que existen de él dos versiones. Una es la transcrita en la edición que de dicha obra
realizó “Bibliófilos Mexicanos” en 1967 y que lleva por título Nuevo Pacto Social propuesto a la Nación Española. (Este título nos pa-
rece completamente inapropiado pues en dicha edición no aparece El Nuevo Pacto Social propuesto a la Nación Española sino solamente
El Contrato de Asociación para la República de los Estados Unidos del Anáhuac. Nos inclinamos a pensar que ello se debió a una
lamentable confusión. En el “Prólogo”, p. 11, el doctor Silva Herzog afirma: “Maldonado se limitó a cambiar el título de Nuevo Pacto
Social propuesto a la Nación Española por Contrato de Asociación para la República de los Estados Unidos del Anáhuac”. Al parecer da
por hecho que las dos obras presentan el mismo contenido y que lo único diferente es el título. Sin embargo cotejando dichas obras se
advierte que su contenido es muy diferente y que por lo tanto ambas son muy distintas no sólo en contenido sino en forma. Por lo tanto
Maldonado no se limitó en ellas a un simple cambio de título.) Este texto corresponde a la segunda versión preparada por Maldonado
meses después que la primera, pero en el mismo año de 1823, y es el que aparece en esta antología. Además se transcriben los párrafos
que aparecen en la primera versión y que fueron suprimidos por Maldonado en la segunda (ambas versiones se encuentran en El Fanal
del Imperio Mexicano, tomo II).
Las diferencias entre los “Discursos” las juzgamos importantes, por ello, como hemos indicado, presentamos al lector la segunda
versión y la parte de la primera que fue omitida.
1En Nuevo Pacto Social propuesto a la Nación Española, prólogo de Jesús Silva Herzog, México, Bibliófilos Mexicanos, 1967, pp. 25-31.
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Año de 1823
1823
TEXT O ORI GINA L
CONSTITUCIÓN DE 1917. FUENTES HISTÓRICAS
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contiendas, ni disputas, porque el mismo código
lleva en sí mismo el germen de su corrección y
perfección, contenido en la solución del siguiente
problema:
Hallar la forma de asociación, en que toda la
masa de un pueblo, por numeroso que sea, y
por más vasto territorio que ocupe sobre la super-
ficie del globo, pueda desarrollarse completa,
gradual y progresivamente, para concurrir a la
formación de todas y cada una de las leyes, y
corregir las aberraciones del Poder Legislativo,
origen de las aberraciones de los otros.
La falta de solución de este problema fun-
damental es la que ha mantenido, y mantiene
aún, estacionaria la política, la que ha sofocado
el arte de la asociación en la cuna de su infan-
cia, la que ha contenido los progresos de las so-
ciedades humanas hacia el fin de su natural ins-
titución, que es la felicidad de todos y cada uno
dé los socios, en fin, la que ha dado margen a
todos los inconvenientes y defectos que, a juicio
unánime de todos los publicistas antiguos y mo-
dernos, se encuentran en todas las formas conoci-
das de gobierno. Por el contrario, la resolución de
este solo problema radical da o facilita la de cuan-
tos hay que desatar en la ciencia del derecho pú-
blico, rompe de un golpe todas las trabas y allana
todos los obstáculos para la marcha libre de la
asociación por el camino de la perfectibilidad,
desembrolla el caos de todos los misterios, hace
desaparecer las inconsecuencias y contradic-
ciones de que están erizadas las obras de todos
los políticos, en una palabra, ella sola adminis-
tra las bases y la clave de todos los arcos del
edificio social.
Al auxilio de esta sola palanca debemos hoy
la satisfacción de poder consolar al universo,
presentándole una forma de gobierno, digna de
los seres inteligentes y libres, la única que está
en la más perfecta y admirable consonancia con
el inconcuso dogma de la soberanía nacional; la
única en que el resorte de la autoridad no com-
prime el de la acción popular, sofocada por todas
las constituciones europeas y americanas; la
única que busca la prosperidad social en la con-
currencia universal de todas las luces y de todos
los talentos; la única que fija los poderes so ciales,
no sobre bases caprichosas y arbitrarias, sino
sobre los quicios marcados a cada uno de ellos
por la naturaleza de sus atribuciones respectivas;
la única que deslinda sus verdaderos límites, ha-
ciéndolos tomar la marcha enérgica y armoniosa
que deben emprender de concierto para llegar al
fin de su común institución, sin que jamás el uno
pueda estorbar, ni paralizar la acción del otro; la
única, en fin, que reuniendo todas las ventajas y
excelencias de todas las combinaciones trilladas,
no se resiente de los resabios de servilismo que
las hacen a todas detestables, sin exceptuar las
mismas republicanas, tan neciamente aplaudidas
por el eco de la ignorancia y la rutina.
Sí, mexicanos, la forma de gobierno que os
presento, es la mejor de todas las democracias,
porque en ella, lejos de quedar el pueblo redu-
cido al estado miserable de minoridad y de tu-
tela, a que le tienen condenado los modernos
demagogos, que no parecen halagarle con el
principio de su soberanía, sino para tornar contra
él esta arma las más veces, y dejarle adormecer
en la inacción, siempre conserva su carácter in-
comunicable de agente principal y de dueño de
la autoridad, siempre mantiene su cualidad au-
gusta de verdadero soberano, y siempre está
montado sobre el pie del ¿quién vive? con res-
pecto a todos sus mandaderos, cualquiera que
sea el poder cuyo ejercicio les confía. Pero la
ventaja distintiva de esta forma singular de de-
mocracia, y que constituye, por decirlo así, su
carácter y divisa, es que haciendo concurrir a mi-
llones de individuos a la formación de todas y
cada una de las leyes, esta concurrencia siempre
se efectúa en el seno de la calma y del orden más
inalterable, sin faltar jamás a las reglas más
exactas de la más severa circunspección y del
decoro, y sin dar lugar a las reuniones numerosas
y tumultuarias, tan expuestas a las convulsiones
de la anarquía, que tan fatales fueron en otro
tiempo a la libertad de los antiguos pueblos de
Atenas y de Roma.
Es la mejor de todas las aristocracias, por-
que la nobleza de los ciudadanos más remarca-

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