Convocatoria e instalación del Congreso Constituyente mexicano. El camino del emperador

AutorFernando Serrano Migallón
Páginas322-350
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VIII. CONVOCATORIA E INSTALACIÓN
DEL CONGRESO CONSTITUYENTE MEXICANO
El camino del Emperador
LIBERTAD… ¿Qué sería de Anáhuac, combatido de contra-
rias facciones, si de entrambos no hubiera recibido con-
sejo sabio y protección segura? ¿Cómo el gran campeón
que fue educado en la escuela de Marte horrenda y dura,
la saña ardiente hubiera refrenado, y los opuestos bandos
conciliado, si Palas en tan áspero camino no le alumbrara
con su antorcha pura? Huracanes y nubes tempestuosas
doquier cruzando por el ancho cielo Tenochtitlan veía, te-
miendo que asomara el triste día de nueva perdición y
desconsuelo. Pero el héroe de Iguala sagaz disipa la tor-
menta; y con vuestra asistencia es conducido hasta la ex-
celsa cumbre que americana planta nunca hollará: Y no
habría lengua […] que de alma gratitud no exclame llena:
“De la prudencia y del valor guiado a México Iturbide ha
liberado”.
FRANCISCO ORTEGA, México libre. Melodrama heroico
en un acto (escena última)
1. LAS AMBICIONES DEL GENERALÍSIMO E INCERTIDUMBRE
DE LA JUNTA PROVISIONAL GUBERNATIVA DEL IMPERIO MEXICANO
En la sesión del 14 de noviembre de 1821 se leía en la Junta Provisional un
“o cio del Ayuntamiento del pueblo de Cuapiastla y acta que acompaña en
que consta la voluntad de aquel vecindario sobre que lleve la corona de este
Imperio el S. Sr. Generalísimo”. No era la primera vez que se escuchaban
proposiciones semejantes. En aquella ocasión se resolvía que la solicitud se
oponía directamente al Plan de Iguala y Tratados de Córdoba, y por tanto a
CONVOCATORIA E INSTALACIÓN DEL CONGRESO CONSTITUYENTE 323
los mismos principios del Generalísimo;1 quedó sin embargo archivado el
papel, para constancia y quizá también como papel útil para las ambicio-
nes de Iturbide.
No se ocultaban al observador atento las pretensiones del Generalísi-
mo. Desde el avance del Ejército Trigarante se venía formando una fuerte
opinión favorable a la coronación de Iturbide. En Puebla se había manifes-
tado entusiasta, y de nitivamente a la entrada del Ejército Trigarante en la
Ciudad de México, como recuerda Lorenzo de Zavala: “Se percibían algu-
nas veces gritos de ‘Viva el emperador Iturbide’ ”, quien ya disfrutaba de la
máxima notoriedad pública. Pero habría que puntualizar aquí, porque en
principio observa el mismo historiador: “Este jefe tenía la destreza de hacer
callar aquellas voces, que podían alarmar a los dos partidos que ya comen-
zaban a pronunciarse, y eran el de los republicanos y el de los borbonis-
tas”.2 Aquí, Iturbide no estaba libre de oposición.
Los republicanos que dice Zavala imaginaban una forma de gobierno
en la que no cabía un “emperador”, y los borbonistas imaginaban una mo-
narquía, sí, pero no un príncipe criollo, sino de la familia Borbón. Las posi-
ciones de ambos grupos se de nirán poco a poco, hasta constituir dos frentes
antagónicos, contradictorios, irreconciliables que como uno solo obstacu-
lizarán los proyectos de Iturbide; por eso Zavala apunta:
Es evidente que en aquellos momentos [la entrada Trigarante en la Ciudad de
México] hubiera sido fácil la empresa [de la coronación], porque no se habían
organizado los partidos que después hicieron la guerra a este caudillo desgra-
ciado. Si desde el principio concibió el proyecto de hacerse emperador, cometió
una falta muy grave en no haber preparado los medios y en crear obstáculos a
la realización de su empresa.3
Es verdad, pero Iturbide procedía entonces midiendo las fuerzas de sus
posibles adversarios sin conocerlos en realidad, y tampoco pudo medir la
capacidad de sus aliados.
La Junta Provisional Gubernativa había sido prácticamente creación
del Generalísimo; según el ecuatoriano Vicente Rocafuerte, en un animado
1 Actas constitucionales mexicanas (1821-1824), tomo I: Diario de sesiones de la soberana
junta provisional gubernativa del imperio mexicano, instalada según previenen el Plan de Iguala
y Tratados de Córdova, UNAM, México, 1980, p. 94.
2 Lorenzo de Zavala, Páginas escogidas, UNAM, México, 1991, p. 33.
3 Loc. cit.

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