El Congreso peregrino: de Chilpancingo a Apatzingán

AutorCarmen Saucedo Zarco
Páginas85-96
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El Congreso peregrino:
de Chilpancingo a Apatzingán
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El primer Congreso mexicano, aquel que se encargó de redactar el
Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana en 1814,
tuvo, como ningún otro Congreso en México, las condiciones más adver-
sas de trabajo imaginables. El tiempo, con su poder diluyente, nos lo ha
hecho olvidar. A ese palidecer se suma que la iconografía patriótica ha
suplantado, con mayor fuerza que el simple olvido, el retrato de aquellos
hombres, que lejos de cualquier comodidad o tranquilidad trabajaron,
reflexionaron, debatieron y escribieron el anhelado texto constitucional.
Dominados como estamos por las imágenes grandilocuentes de salo-
nes y mesas bien puestas en las que los legisladores, pulcramente vesti-
dos, dan luz al mundo decretos y constitución, nos hemos visto impedidos
siquiera de imaginar mínimamente las condiciones en las que vivieron
realmente: acechados y perseguidos, con apenas vestido, comida o reme-
dio a sus enfermedades y fiebres, padeciendo los rigores del clima y las
alimañas, alojados en humildes casucas, sentados en toscos bancos. Ello
no les restó la consciencia de la importancia y solemnidad que merecía
su labor, tampoco, y en medio de las estrecheces, benéficos ratos de es-
parcimiento. He aquí un esbozo de aquel heroico itinerario sobre aquella
porción de México.
El 23 y 24 de diciembre de 1813 José María Morelos tuvo un estrepi-
toso fracaso cuando intentó tomar Valladolid (Morelia), su ciudad natal,
perdiendo no sólo el orden de sus tropas que se desperdigaron por la

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