Conclusión

AutorManuel Eduardo De Gorostiza
Páginas123-125
XXII. CONCLUSIÓN
A
se ve que en la forma popular representativa todo de-
pende y se cifra en la creación y acción constante del gran
cuerpo político o congreso, piedra angular en que reposa
todo el edif‌icio que alza el pueblo por las manos de sus re-
presentantes constituyentes.
Y la acción del congreso será más o menos constante-
mente buena, y responderá más o menos a su vital objeto, a
medida que se logre identif‌icar más o menos a sus miem-
bros con el pueblo que los elige, y al que van a representar.
Para identif‌icarlos lo más posible se requiere única-
mente el que ellos reporten mayor provecho, como miem-
bros de la comunidad, en que ésta esté bien gobernada que
el que pudieran prometerse o procurarse pasajeramente,
como miembros del congreso, en benef‌icio propio, si abusa-
ran de su poder y facultades durante el periodo de su repre-
sentación.
De ahí que cuanto más breve sea este periodo compara-
do con aquel en que el miembro del congreso vuelve a vivir
después como simple individuo de la comunidad, más segu-
ridad habrá de alcanzar aquel resultado, pues habrá mayor
dif‌icultad de compensar el sacrif‌icio de los provechos del
periodo más largo, con las utilidades del más corto; más
empeño e interés se tendrá entonces en procurar aquéllos.
Y de ahí que la mejor garantía para el pueblo respecto
al representante esté en la mayor posible brevedad que se
pueda dar al periodo de la representación.
¿Pero cuánto debe éste durar? Aquello, ni más ni menos,
que sea suf‌iciente para que cada congreso a su vez propon-
ga, delibere, resuelva y haga cumplir lo que la constitución
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