La comunidad latinoamericana de naciones: un proyecto para la globalidad

AutorLuis Miguel Valdivia Santa María
CargoProfesor-investigador del Departamento de Política y Cultura, UAM-Xochimilco.
Páginas73-96

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América Latina en la globalidad

La última década del siglo XX ha sido el escenario de cambios mundiales de gran magnitud, entre ellos destacan: el agotamiento del modelo de producción en serie y la división del trabajo denominada fordismo y con ella, la División Internacional del Trabajo que acompañó a dicho modelo; la llamada Tercera Revolución Científico Técnica; y el fin del orden Sistémico Bipo-Page 74lar (Guerra Fría) que abarcó el período histórico de la segunda mitad de este siglo, en cuyo proceso de desgaste se han transformado los ámbitos políticos, sociales y económicos de las naciones del orbe. El fin de la Guerra Fría, es una derrota emblemática a las alternativas políticas al capitalismo, ya que por medio del equilibrio del poder nuclear, ambas potencias lidereaban campos económica, política e ideológicamente confrontados.

Sin embargo, a diferencia de otros momentos históricos de cambio en el orden mundial, el que nos ocupa no fue consecuencia directa de una derrota militar definitiva, donde los vencidos deben aceptar la imposición de un orden avasallador del triunfador. En este caso, una de las potencias regentes; simplemente se retira de la competencia mundial generando un gran vacío en el escenario del poder global (el fin de la retaguardia socialista) que no logra ser ocupado totalmente por la potencia mundial vigente. Esta situación es muy importante para comprender que a pesar de haber sucumbido el socialismo soviético y sus seguidores centro europeos, perviven con modificaciones en otras latitudes regímenes que mantienen al Socialismo como sistema social. Por otra parte, la instítucionalidad internacional multilateral de la bipolaridad no desapareció del todo, aunque su continuidad se mantiene en un complejo proceso de reforma y transformación, donde la confrontación de intereses entre los actores gubernamentales y no gubernamentales se manifiestan para tratar de imponer sus intereses y responder a las nuevas realidades Geopolíticas, Geoeconómicas y Geoculturales.

Esta particularidad histórica, abre un paréntesis, espacio temporal, donde el centro unipolar vigente debe compartir el liderazgo mundial con potencias capitalistas de rango menor, con las cuales ha mantenido una visión e intereses compartidos, lo que los condujo a sentar las bases de la alianza capitalista o de Occidente frente a la Unión Soviética y sus aliados en el orden previo. Paradójicamente los aliados de ayer, hoy se confrontan en el terreno de la competencia económica global, configurando nuevas regiones o zonas de influencia, donde los centros de poder regional impulsan distintos estilos de desarrollo capitalista, que cambian en el grado de implicación social (anglosajón, renano y toyotista)1 pero comparten un horizonte capitalista dominante en la mayor parte del mundo.

En la coyuntura que emerge, América Latina debe cumplir con su propia agenda de desarrollo económico, político, e institucional. Ésta es una tarea compleja, peroPage 75indispensable para actuar en la conformación de un mapa mundial político, económico y cultural donde se redistribuyen los espacios geográficos de poder en nuevas dimensiones espacio-regionales.

En este contexto, la identidad de América Latina y el Caribe debe fortalecerse, por lo cual hay que reconocer la falta de cohesión entre y al interior de los países, que ha sido la característica en esta subregión del Continente. Esta situación se agrava al no existir una definición clara de objetivos comunes y la dispersión de los centros de decisión. La propuesta del Parlamento Latinoamericano (Parlatino) para impulsar el proyecto político de la Comunidad Latinoamericana de Naciones (CLAN) como alternativa política, se busca que la Región sea la que determine los factores y el programa que impulsen su unidad, y que su inserción en la globalidad no sean determinados desde fuera del área, es decir, que seamos actores de la historia y no mudos testigos del reparto mundial por parte de las potencias en turno.

En la historia de América Latina, la identidad regional y los intentos de integración se inscriben en coyunturas donde se pone en riesgo inclusive su propia existencia. Es decir, ed catinoamericanismo es un sentido reactivo frente a las agresiones externas y se presenta en coyunturas definidas; la independencia, las intervenciones, los cambios en el orden sistémico internacional o las guerras mundiales.2

La identidad latinoamericana ha sido cuestionada en múltiples ocasiones, por ejemplo, hay quienes niegan su existencia al registrar la abigarrada heterogeneidad de las sociedades y naciones que la conforman, por ello desde dentro de la Región, nos vemos obligados a hacer distinciones entre la América continental, donde predominan (aunque no son exclusivas) la cultura lusitana e hispanoamericana y la realidad pluricultural antillana o caribeña donde se diluye la cultura ibérica frente a la francófona o la anglofonía.

Al interior de los países, las diferencias socio económicas, socio culturales y socio políticas locales, regionales fronterizas, urbanas o rurales, también son múltiples y muestran mosaicos sociales complejos en la mayoría de los países, haciéndose más evidentes entre los de mayor extensión.

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A pesar de las diferencias abismales entre cada parte de la Región, compartimos raíces históricas que se remontan a la Colonia y un tronco lingüístico común lo cual nos hace diferentes a la América anglosajona. Para otras regiones somos una entidad con características propias que nos distinguen de las demás, así por ejemplo los europeos, asiáticos, africanos e inclusive los norteamericanos anglosajones nos ven como los otros, los distintos y por tanto, con una identidad diferente o propia que no todos los latinoamericanos logramos identificar y asumir.

Históricamente, los esfuerzos integracionistas en Hispanoamérica se inician desde la etapa posterior a la Independencia, impulsados principalmente, por las ideas de Simón Bolívar y otros próceres hispanoamericanos, que postularon la propuesta de crear la Confederación de la Gran Colombia, renacen durante las Guerras mundiales y forman parte de la agenda regional en la Posguerra dentro del marco de los organismos internacionales y regionales.3

Durante las décadas de los años cincuenta y sesenta se amplió la acción integracionista impulsada principalmente por los gobiernos, teniendo como objetivos la integración económica. Más tarde, en los años setenta y ochenta, los conflictos políticos, los golpes militares y las guerras civiles mantuvieron el tema de la integración a bajo perfil, haciéndose énfasis en la seguridad regional, aquí surgen los procesos de concertación política (Contadora, Grupo de Río, etc), en el terreno económico las crisis recurrentes del petróleo y la deuda externa colocaron a la Región en una situación de debilidad extrema e ingobernabilidad democrática (década perdida). A fines de los ochenta se reinicia la restauración de los regímenes elegidos por métodos democráticos y por consiguiente tuvieron prioridad los temas de la agenda política y la gobernabilidad democrática.

A fines de los años ochenta y principios de los años noventa, se retoma el tema de la integración económica. Es en esta fase donde se inscribe el proyecto político para impulsar la Comunidad Latinoamericana de Naciones para conjuntar los esfuerzos y experiencias de integración de la Región, como un horizonte nuevo para las relaciones internacionales en la coyuntura actual y en el siglo venidero.

Cambios globales

La década de los años noventa se inicia con una gran transformación en el orden político y económico internacional. Esta fase se manifiesta por el colapso de la UniónPage 77Soviética y con ello, el fin del orden Bipolar de la posguerra que caracterizó a la segunda década del siglo veinte. El trastocamiento del orden sistémico que vivimos, es resultado de la acumulación de factores de cambio en los ordenes económicos, políticos, científicos, culturales y sociales. La coyuntura expresa el fin de un orden global y el surgimiento lento, de otro que está por definirse, con ello se abre paso a una nueva época.

En esta última década del siglo veinte, donde se anuncian los elementos y tendencias que perfilaran el siglo venidero, como lo sostienen variados autores (como Hobsbawn y otros)4, la magnitud de los cambios se han ponderado e interpretado de manera diferente por distintos pensadores.

Hoy son múltiples las interpretaciones y enfoques que nutren el estudio de las relaciones internacionales en todos los órdenes de intercambios. La mayoría coincide que las distancias y los tiempos de transmisión de mensajes en el mundo dan la impresión que éste se ha hecho más pequeño gracias a los avances en las comunicaciones (la Aldea global)5, pero también se cobra conciencia de que existen límites físicos para la acción del hombre sobre la naturaleza (informe del club de roma)6 lo cual pone en entredicho la idea del progreso como proceso ascendente, ordenado e infinito que oriento a todas las sociedades "occidentales" cuyos signos de modernidad se pretenden como universales7.

Otra noción que no ha logrado tener una categorización unívoca, en la fase actual de elaboración científica y por tanto puede ser considerada aún como una metáfora, es la de Globalización, misma que busca registrar los fenómenos de la presente coyuntura8 y ha logrado trascender, sin tener una clara definición, a través de los medios de difusión en los públicos masivos hasta llegar a formar parte del sentido común popular, la metáfora globalizadora se ha autodefinido como el rasgo distintivo de nuestra época. La versión oligárquica, acrítica de la globalidad económica se impone como un destino fatal e...

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