La comunidad aporética: tensiones entre la política y lo político

AutorMaría Luisa Bacarlett Pérez - Ángeles Ma. del Rosario Pérez Bernal
CargoProfesora-investigadora de tiempo completo de la facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México, doctora en filosofía por la Universidad Autónoma Metropolitana - Profesora-investigadora de tiempo completo de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México, doctora en letras por la UNAM
Páginas35-58
Andamios 35
LA COMUNIDAD APORÉTICA: TENSIONES ENTRE
LA POLÍTICA Y LO POLÍTICO
María Luisa Bacarlett Pérez*
Ángeles Ma. del Rosario Pérez Bernal**
RESUMEN: Se analiza el estatus de la comunidad a partir de
una perspectiva posfundacional, misma que permite repensar
la relación entre lo político y la política, así como cuestionar la
necesidad de un fundamento fuerte que sustente la vida po-
lítica concreta, pero también la perspectiva de rechazar todo
fundamento. Partiendo de algunas ideas heideggerianas en las
que el ser ya no es concebido como fundamento, sino como
acontecimiento, se trata de replantear aquél como algo que só-
lo puede fundar en tanto se oculta o vacila; ello puede permitir
repensar la comunidad en términos no esencialistas, es decir,
concibiéndola como una realidad aporética que sólo puede
realizarse en la medida en que no se realiza.
PALABRAS CLAVE: Comunidad, paradoja, lo político, la política,
posfundacionalismo
… el Mal es, bajo condición de una verdad, querer
a cualquier precio forzar la denominación de lo innombrable.
Alain Badiou. La ética
* Profesora-investigadora de tiempo completo de la facultad de Humanidades de la
Universidad Autónoma del Estado de México, doctora en filosofía por la Universidad
Autónoma Metropolitana. Correo electrónico: bacarlett@gmail.com.
** Profesora-investigadora de tiempo completo de la Facultad de Humanidades de la
Universidad Autónoma del Estado de México, doctora en letras por la UNAM. Correo
electrónico: rosariopbernal@gmail.com.
Volumen 11, número 24, enero-abril, p. 35-58
Andamios
36
MARÍA LUISA BACARLETT PÉREZ Y ÁNGELES MA. DEL ROSARIO PÉREZ BERNAL
REPENSAR LA COMUNIDAD
Si hay un rasgo que conjunta los diferentes gestos en torno a la comunidad
en algunos autores de cuño contemporáneo, que algunos han coincidi-
do en llamar “posfundacionales”, es sin duda la insistencia en concebir
a la comunidad en términos aporéticos. Entre ellos encontramos a Jean-
Luc Nancy, Alain Badiou, Roberto Esposito, Peter Sloterdijk, Ernesto
Laclau y Giorgio Agamben, principalmente. Las coincidencias de pen-
samiento entre estos autores no pueden extenderse a la totalidad de sus
obras; sin embargo, el punto en el cual muestran una evidente cercanía
es precisamente en el que se refiere al tema de la comunidad.
Muchas de las ideas de estos autores parten de la crisis del ideal
comunista de una sociedad igualitaria, sin clases, de aquello que pare-
ció desvanecerse con la caída del muro de Berlín y del comunismo
real. Sabemos que tal crisis fue analizada desde los puntos de vista más
variados; sin embargo, uno de los más conocidos fue la tesis del “fin
de la historia” que abanderaron pensadores como Francis Fukuyama.
Desde la perspectiva de Fukuyama, el fin de la historia está íntimamente
ligado al fin de las ideologías —y por ende, al dominio absoluto de la
economía—, al fin del enfrentamiento entre dos visiones del mundo
que se tradujo en la hegemonía del capitalismo a nivel planetario. Se
esperaba entonces que con la caída del socialismo, el fin de la lucha
de clases y el triunfo de una sola perspectiva político-económica a nivel
mundial —la democracia liberal— por fin se arribaría a un estado
de cosas más o menos plano en el que ahora sí podría aspirarse a
conformar una verdadera comunidad, si por ella podía entenderse un
estar en común carente de conflictos fundamentales, donde lo primordial
no sería lograr el reconocimiento, sino deslizarse sobre la promesa de
igualdad que el mercado, con sus altibajos, parecía prometer. El li-
beralismo económico se presentaba, así, como la llave que permitía
satisfacer los deseos materiales de los hombres y, con ello, su deseo
de reconocimiento. Sin embargo, el propio Fukuyama cae en cuenta de
que por debajo de estos buenos deseos, el liberalismo cultiva secreta-
mente en cada uno de nosotros una forma de megalothymia que lleva a
los individuos no solamente a querer ser reconocidos como iguales a los
otros (isothymia), sino como superiores. En suma, Fukuyama también

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