Cinco perfiles

AutorAbel Camacho Guerrero
Páginas179-192

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Las actividades militares y políticas de francisco J. Múgica en el lapso de quince años, es decir, de 1913 a 1928, estuvieron conectadas, condicionadas con fatalista ligazón y regidas por sus relaciones con tres hombres de primerísima importancia en los anales tumultuosos de los atropellados eventos en la volcánica revolución. Estos tres hombres fueron: Venustiano Carranza, Lucio Blanco y Álvaro Obregón.

A fin de adecuar muchos detalles del periodo circunscrito a esos quince años, es necesario dibujar el carácter de estos tres notables caudillos de la insurgencia restauradora del orden constitucional, pero además, atentos a que los nombres de Francisco Villa y Emiliano Zapata, quedaron para la eternidad incrustados en la crónica de la revolución mexicana, por el legítimo derecho de sus estruendosas acciones que impactaron con estremecimientos de agonía la historia roja de esa insurgencia revolucionaria, bien está incluir dentro del área de exposición del marco de vitales definiciones, los ángulos salientes del carácter de estos otros dos caudillos.

CARRANZA

Con repetida, monótona y curso etiqueta que le impusieron a sus admiradores, "Varón de Cuatro Ciénegas", Carranza dio principio a la edad de cincuenta y cuatro años, a su gesta constitucionalista. Su figura importante, que se destacaba por sus barbas prolongadas, fingía a los torpes observadores ser un individuo clavado en el senil deterioro humano, pero no hay tal; al iniciar la revolución, Carranza era un hombre en pleno físico. Las mejores armas de Carranza, al tiempo en que se arrojó a la lucha cívico-militar, fueron, primero, sus estudios de preparatoria y parte de medicina, poca preparación intelectual, en verdad para el día de hoy que exige, lo mismo se trate de humanismo, que de eficiente tecnología, títulos más sonoros, y en segundo lugar, su amplia experiencia campirana, metidos de lleno por necesidad de ser algo, en las prácticas agrícolas ganaderas que vivió en el predio medio latifundio, propiedad de su señor padre.

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Venustiano Carranza, según quienes lo frecuentaron, interrumpió sus estudios a causa de una grave enfermedad en los ojos y sea cual fuera la causa de su grave enfermedad, herencia decadente -que no creemos por el vigor de su vida-, o algún descuido o mal paso de su aventurera juventud, el hecho es que se alejó de la escuela, y con esto, de aspirar a un título universitario que probablemente lo hubiera distanciado de la revolución que se avecinaba, atento a su carácter y al medio que lo vinculaba mucho, con el Porfiriato.

Serio... serio el señor Carranza, era muy dado a gozar el trato también serio con el elemento femenino. Tenía, nos contaba el general Múgica, fino tacto para galantear a las señoras y vocación pronta y ligera para tomar partido por las muchachas.

El señor Carranza exigía, según el propio general Múgica que en las fiestas o bailes oficiales -y en esto Múgica se pareció a su jefe- sus oficiales atendieran con esmerada cortesía a todas las mujeres presentes, bonitas o feas, viejas o jóvenes.

Se cuenta que el señor Carranza, más bien torpe que distinguido en el baile, ridículo a veces por sus pasos desordenados, tenía una resistencia única para sobrellevar la diversión, pues que le agradaba iniciar la fiesta al tiempo que lo hacían sus jóvenes subordinados, y aun cuando muchos de ellos debido al cansancio de iban retirando del acto con cualquier pretexto, él continuaba en el Salón de baile, sin señales de fatiga, hasta que el rosa de la mañana iba pintando el cristal de los ventanales. Tal vez el señor Carranza hiciera esto por divertirse; más probable es que lo haya hecho para establecer contacto con los vecinos donde se efectuaba el sarao, o por necesidad de fugarse de las graves preocupaciones propias de su puesto de mando.

No estábamos para pintar de luz a los héroes, sino para perseguir la verdad, sea en la línea recta o en la trayectoria zigzagueante que ellos siguieron.

En el presente libros buscamos, en relación con los hombres de quienes nos ocupamos, la sombra y la luz; lo superior e inferior, lo mismo sea en la persona de Madero, de Carranza, de Villa, de Obregón, de Zapata, de Pablo González, de los Constituyentes o de Múgica, etc. Podemos equivocarnos, pero escribimos con honestidad lo que sabemos, sin que nos cuide que nuestro escrito quede bien o mal con el lector.

Don Martín Luis Guzmán entre primores de la literatura, que se antoja feria de colores en su lenguaje, dice: "Cerca de don Venustiano Carranza florecía viciosamente la intrigada y la adulación más baja, privaban los díscolos, los chismosos, los serviles, y los alcahuetes. Y si bien es verdad que ese ambiente nauseabundo se purificaba a ratos con la presencia de hombres estimables". (Nos da el nombre de tres de ellos) "a la postre prevalecía la mala atmósfera o se expresaba lo bastante para que sintiera una repugnancia y ganas de huir. Los hombres sinceros, los decididos a llamar las cosas por su nombre no tenían nada que hacer en el ámbito estrechamente carrancista salvo que les incumbieran obligaciones de esas que por muy altas, no deben abandonarse en ningún caso".

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Don Martín Luis Guzmán sigue diciendo por lo que respecta al señor Carranza, que éste "lo permitía todo, menos que no se le atacar plenamente, menos que no se le adulara y siquiera como si en él se concentrase la propia divinidad... Carranza, que mataba poco, tenía en cambio el perverso afán de desterrar de preferencia a sus enemigos personales. ¿Quién si no él es el verdadero restaurador del ostracismo a que tanto habían de aficionarse desde los tiempos de la Primera Jefatura, los gobiernos revolucionarios?".

Conviene decir que don Martín Luis Guzmán estuvo cerca del señor Carranza poco tiempo y sin tener cerca de él posición relevante, pues pronto pasa a formar parte del círculo del general Francisco Villa, y si hacemos esta nota aclaratoria es para que el lector se esfuerce en ir buscando el grado de justicia que exista en las opiniones emitidas por él en torno al Jefe de la Revolución Constitucionalista.

Por supuesto, cabe decir también, y esto sería en favor de Venustiano Carranza, que si éste mandaba al ostracismo a sus enemigos personales, Porfirio Díaz y Victoriano Huerta, entre otros, en vez de molestar a sus contrincantes con el destierro, los mandaban a la sepultura.

"A más de autócrata" -continúa don Martín Luis Guzmán- "Carranza era terco lo que cerraba en él toda puerta a la razón tan pronto como resolvía el menor punto. Pocas cosas lo deleitaban tanto como verse rodeado de suplicantes y no atenderlos".

Por lo anterior se ve el juicio severo que don Martín Luis Guzmán hizo del señor Carranza, pero no todos vieron al Primer Jefe con ánimo tan pesimista y con el propósito de equilibrar en justicia los criterios que se le han aplicado, en seguida nos referimos a opiniones que emitieron sobre él don Isidro Fabela y José Santos Chocano, el último, poeta que fue de América Latina, porque su obra y su espíritu trascendieron los limitados horizontes de su patria.

Don Isidro Fabela, colaborador íntimo del señor Carranza a quien éste encomendó actividades de muy alta responsabilidad, entre la abundante literatura que produjo relacionada con el Primer Jefe del ejército Constitucionalista, después de expresar que "México fue víctima en 1913 de la infamia mayor de su historia" escribió, considerando la situación del país después del asesinato del Presidente Madero, que "la nación quedó anonadada ante tamaña desgracia que significaba la restauración del antiguo régimen".

El personaje heroico que despertó al pueblo sumido en el dolor de su desventura fue el Gobernador de Coahuila don Venustiano Carranza. Ese patricio reaccionó basado en los derechos públicos de la nación ultrajada. Presintió que contaría con la voluntad del pueblo que lo siguió como in iluminado surgido para salvarlo, y lo salvó...".

"Venustiano Carranza fue un patriota vidente que interpretó el dolor del pueblo mexicano cuando un militar villano intentó resucitar el pasado cataléptico que debía desaparecer. Carranza despertó el alma nacional a su nuevo devenir político.

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Dijo y demostró que el provenir de México estaría basado en leyes modernas que emergieron del nuevo derecho, la soberanía flamante, la paz de las conciencias independientes, la libertad del pensamiento que ya no podía tolerar césares. Auguró un nuevo día para la patria; sintió que la noche que había dormido durante treinta años despertaría plena luz; predijo que los jefes políticos desaparecerían, que los gobernantes eternos claudicarían, que la Suprema Corte de Justicia ya no sería más la "cortesana" que se entregara al mejor postor, que las leyes caducas serían transformadas en sus procedimientos y en sus principios; que la diplomacia "no debe servir para la protección de intereses particulares... debe velar por los intereses generales de la civilización y por el establecimiento de la confraternidad universal".

En cuanto a la cita que hacemos del escrito del poeta José Santos Chocano, es la de un artículo que publicó en "Mercurio", en Nueva Orleans, el día 14...

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