Cielo español y tierra india

AutorAndrés Henestrosa
Páginas398-399
398
ANDRÉS HEN ESTROS A
Cielo español y tierra india
Querido Alfredo Cardona Peña: Apenas nos despedimos el sábado, intenté
de nuevo recordar en cuál de los libros de don Ramón Menéndez Pidal se
encuentra aquella opinión suya sobre los indios de México, tan ajena a su fama
de sabio y de americanista. Quizá pudiera parecer inoportuno traer a cuento
esta cuestión en un momento en que los más destacados valores literarios de
nuestra lengua, lo han proclamado sumo maestro. Pero lo hago, un poco, para
que me releves de la acusación de atribuir a don Ramón opiniones que nunca
le pasaron por la cabeza y mucho menos llegó a escribir. Pues bien, apenas
llegué a casa me puse a localizar la susodicha página que, efectivamente, y tal
como lo había yo asegurado, no se encuentra en ninguno de sus grandes libros,
sino en una recopilación de artículos y ensayos en torno a la cultura española,
con las alusiones y direcciones naturales a las cuestiones americanas, pues
ya está dicho que son cosas inseparables, a partir del Descubrimiento y de la
Conquista. El libro en que el referido trabajo de Menéndez Pidal se encuen-
tra recopilado, y lleva por título La lengua de Cristóbal Colón, ensayo que da
nombre a la obra total, es el número 280 de la “Colección Austral”, de Espasa
Calpe. Se publicó por primera vez en la revista Escorial, noviembre de 1940,
es decir, cuando la extraordinaria personalidad del autor había alcanzado su
plenitud, con lo cual queda dicho que representa su opinión final sobre el
tema que lo inspira.
La pieza se titula: “¿Codicia Insaciable?” “¿Ilustres Hazañas?” Y es una
furibunda réplica a fray Bartolomé de las Casas, por cuyo lado cae la mejor
opinión sobre la Conquista de América, en este caso la de México, a pesar de
sus exageraciones, hijas más de su amor a la justicia que a la verdad. Hombre
de acción admirable por su energía, extraordinario en sus ímpetus de bondad
y malevolencia, es, según Menéndez Pidal, el obispo de Chiapas. Pero, como
la oposición a Las Casas le viene de los sentimientos que éste manifestaba a
favor de los indios, el maestro español se ve orillado a trazar un cuadro de la
vida indígena, de sus usos y costumbres, del que salen muy mal librados. De
salvajes, antropófagos, holgazanes, incapaces de vida social, homosexuales, no
baja don Ramón a la generación que los españoles encontraron en México y en
América. Le sorprende que, en la defensa que Las Casas hace de la civilidad
india, no hubiera la menor punta de humorismo, como, según él, lo hay en Mi-
guel de Montaigne, cuando se refería a los caníbales –son sus palabras– bra-

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR