Chávez. El mito de la comunidad total

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AutorNelly Arenas
CargoDoctora en Ciencias Políticas por la Universidad Central de Venezuela. Profesora-Investigadora en el Cendes de la Universidad Central de Venezuela.
Páginas153-184
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Periles Latinoamericanos
30
Julio–Diciembre 2007
* Doctora en Ciencias Políticas por la Universidad Central de Venezuela. Profesora–Investigadora en el Cendes
de la Universidad Central de Venezuela.
Chávez. El mito
de la comunidad total
NELLY ARENAS*
Resumen
Este artículo expone la idea de comunidad total presente en el proyecto chavista mediante el análisis del
discurso y la acción del régimen. Se trata de un estudio que parte de determinadas nociones conceptuales
sobre las mitologías políticas y el papel que el deseo de unicidad social juega en ellas.
Abstract
The document explores the idea of total community that appears in the “chavista” project. Beginning
from some conceptual notions on political mythologies and the role that the desire for social unity plays
in them, the paper sets out to analyze both the discourse and the actions of the regime, that strive for
that end.
Palabras clave: mitos políticos, comunidad total, populismo, proyecto chavista, democracia, Venezuela.
Key words: political mythologies, total community, populist, chavista project, democracy, Venezuelan.
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VAR I A
Introducción
Este artículo tiene por objeto poner de relieve la idea de comunidad total presen-
te, desde un principio, en el proyecto chavista de sociedad. Partiendo de determinadas
consideraciones teóricas sobre las mitologías políticas, aborda aquellos elementos del
discurso y la acción de gobierno que permiten inferir la existencia de una idea que apun-
ta a construir una sociedad cerrada, denominada aquí comunidad total. Se analiza, en
particular, las organizaciones diseñadas por el gobierno desde una racionalidad vertical,
así como sus intentos de capturar los espacios sociales e institucionales, lo que revela un
programa político que pretende edif‌icar en Venezuela una nueva sociedad con sentido
homogéneo, indiviso y sujeto a la lógica del proceso revolucionario. Con dicho análisis
se pueden entrever algunos riesgos para la democracia venezolana en un futuro.
El trabajo se divide en cuatro partes. La primera toca el mito político y el papel
que en él tiene la idea de unidad social; la segunda expone el tema del populismo
y el desiderátum mítico de organicidad subyacente; la tercera identif‌ica los elemen-
tos del discurso y de la acción del régimen que esta ref‌lexión considera como indi-
cativos de un proyecto de homogeneidad social en la perspectiva de la revolución
bolivariana. La cuarta parte analiza el régimen de Chávez desde las posibilidades
teóricas del populismo en sus vínculos con la democracia, y lo caracteriza parcial-
mente atendiendo algunos de los rasgos de la tipología propuesta por Linz y Stepan
para estudiar la transición y la consolidación democráticas.
A manera de conclusión se discuten las posibilidades de concreción del mito de
la comunidad total en Venezuela. Subyace en este trabajo una valoración positiva
de la democracia liberal desde la que se confrontan implícitamente las tendencias ac-
tuales en Venezuela. Una sola razón justif‌ica la postura de este artículo: con todas sus
imperfecciones y debilidades, la democracia liberal es el más idóneo de los sistemas
políticos conocidos hasta ahora. Prueba de ello es que en los debates normativos de
la f‌ilosofía política actual, la crítica se dirige siempre a su perfeccionamiento y no a
su aniquilación.
Mitos políticos y sociedad Una
Los mitos son inherentes a la existencia humana, de manera que donde hay sociedad
hay mito. Como sostiene Eliade (2001), el mito tuvo un valor fundamental en las
sociedades premodernas cuando, por su medio, los hombres tuvieron la certeza de
un tiempo sagrado.
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Pero no sólo en el pasado las construcciones míticas ostentaron un lugar impor-
tante; actualmente las mismas se presentan como una “forma de instalación en el
mundo” (García Pelayo, 1968: 14). Los espacios donde estas construcciones toman
cuerpo en las sociedades contemporáneas son, sobre todo, los de la política; de allí los
mitos políticos.
De acuerdo con Girardet (1996: 14), el mito político es una deformación,
una fabulación “objetivamente recusable” que cumple “una función explicativa”:
proporciona “un cierto número de claves para la comprensión del presente [...] a
través de las cuales aparenta ordenarse el caos desconcertante de los hechos y los
sucesos”. Caos desconcertante de la realidad que se intensif‌ica en las coyunturas de
la vida social cuando los cimientos que sostienen el sistema sociopolítico pierden
su fortaleza y se desvanece toda certidumbre existencial; cuando, como lo señala
Cassirer (1997), el hombre debe enfrentar riesgos y peligros que exceden su capa-
cidad natural. Entonces el mito puede alcanzar materialidad en la f‌igura de líderes
políticos que presagian el renacimiento de la comunidad; las campanas anuncian la
buena nueva portadora de la salvación y el líder, trasmutado en “Salvador”, pierde
cuanto lo identif‌icaba con sus semejantes y se traslada al territorio de lo sagrado:
“El Vidente, el Jefe profético, ya no aparece entonces como el simple representan-
te, el mero ejecutante de la voluntad general. Es su encarnación en el sentido más
profundamente religioso del término: la encarna en la totalidad de sus dimensiones
sociales; la encarna, también en la totalidad de su destino histórico, en su pasado,
su p resente y su futuro. Perderse en él es sin duda renunciar a la identidad in-
dividual; pero al mismo tiempo es recuperar el carácter integra l de la identidad
colectiva, la fusión íntima e indisoluble con la comuni dad madre.” (Girardet,
1996: 76).
Un planteamiento que remite al vínculo entre el líder providencial y la sociedad
que lo hace redentor; vínculo que no queda seguro, sin embargo, si no amarra en un
sólo movimiento la posibilidad de la unidad social, premisa sobre la que descansa la
promesa simbólica de salvación. No es casualidad que todo ofrecimiento de redención
se acompañe de la tarea de integrar a la sociedad y constituir la unidad de la nación.
En el mito, expone Girardet,
[…] todos los fervores del corazón y las potencias del sueño se vuelven ha-
cia una imagen. Imagen de armonía, equilibrio y fusión: la de una sociedad
Una, indivisible, homogénea, protegida para siempre de los trastornos y los
desgarramientos, bloque sin f‌isuras que, por eso mismo, da a todos los que lo
componen la tranquilizante certidumbre de una total reconciliación consigo
mismos. (1996: 146).

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