El celo de Nicolás León

AutorAndrés Henestrosa
Páginas418-419
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ANDRÉS HEN ESTROS A
El celo de Nicolás León
Es cosa sabida, y constantemente observada, que México no siempre puede
estimular ni proteger el trabajo de sus escritores El número y gravedad de
otros problemas ha hecho que la actividad de escribir, persistir en el oficio, co-
rra por cuenta y riesgo de los que lo abrazan. Como sabe el lector, algunas de
las obras más importantes de la literatura nacional se han escrito en medio
de privaciones y de sacrificios, lo que las convierte en obras de la inteligencia
y de la conducta, es decir, que reúnen un valor estético y un valor ético. Así,
por ejemplo, se escribió La geografía de las lenguas de México, de Manuel Orozco
y Berra. Con tiempo, pero sin pan, pues acababa de perder su modesto empleo
en una Secretaría de Estado, entretuvo sus días en componerlo, al paso que
procuraba alivio a sus desencantos.
Tal vez lo que voy a contar no sea cierto, pero el solo hecho de existir la
especie, así como las circunstancias que se acaban de anotar, lo hacen vero-
símil. Se cuenta, pues, que cuando el doctor Nicolás L eón era funcionario
del Museo Nacional, temeroso de perder el cargo, ideó publicar y reeditar
algunos de los libros fundamentales de la s letras y la erudición mexicana s, a
efecto de que pudieran trabajar e sas ra zones contra toda eventualidad que
pusiera en peligro su carg o. La importancia de sus tareas en marcha , pen-
saba, quizá lo pusieran a salvo de correr la v ieja suerte de otros escritores y
sabios mexicanos.
Resultado de todo eso, son las numerosas obras que reeditó, prologó, sal-
vándolas de caso de seguro olvido y pérdida. Algunas aparecieron completas,
otras quedaron truncas, pero aun éstas han prestado a la postre utilidad: sir-
vieron para que otros, viendo el valor que representan para la cultura nacio-
nal, las hayan reeditado. Así ha ocurrido con la Bibliografía Mexicana del Siglo
XVI, del ilustre Joaquín García Icazbalceta que León se propuso editar con
un Apéndice, pero del que sólo aparecieron unos cuadernos. La Bibliografía
Mexicana del Siglo XVIII, en seis tomos, que el doctor León compuso mientras
era encargado de la sección de Antropología y Etnografía del Museo Nacional,
que incompleta como su autor la consideraba, es un tesoro de noticias y una
señal de apego que aquel ilustre mexicano profesaba al trabajo. Otras muchas
cosas puedo recordar de momento en que don Nicolás León puso las manos,
mientras trabajó en el Museo: El theatro angelopolita no o Historia de la c iudad
de Puebla, escrita por don Diego Antonio Bermúdez de Castro, el Vocabul ario

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