Las causas de la desconfianza política en México

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AutorJosé del Tronco
CargoDoctor en Ciencia Política por la Universidad Nacional Autónoma de México. Profesor investigador de la Flacso México
Páginas227-251
227
Perfiles Latinoamericanos
40
Julio/diciembre 2012
Las causas de la desconfianza política
en México
José del Tronco*
Resumen
¿Qué factores explican la desconfianza de los ciudadanos en las instituciones represen-
tativas? La literatura especializada ha presentado dos tipos de respuestas a este pro-
blema. La “corriente culturalista” sostiene que las actitudes políticas son resultado del
proceso de socialización (Almond y Verba, 1963; Eckstein, 1988; Inglehart, 1996; Torcal
y Montero, 2006; Segatti, 2006) y, por lo tanto, difíciles de cambiar en el tiempo. Por su
parte, el abordaje “racional” considera que las actitudes de los ciudadanos son consecuen-
cia del desempeño que éstos le atribuyen al sistema (Miller y Listhaug, 1999, Camoes y
Mendes, 2000; Mishler y Rose, 2001; Magalhaes, 2006). A partir de la Encuesta Nacional
de Cultura Política (2008), este trabajo demuestra, para el caso mexicano, que la des-
confianza se explica mayormente a partir del deficiente desempeño que los ciudadanos
atribuyen a sus representantes.
Abstract
From a culturalist perspective, political attitudes are the result of early life socialization
and are, therefore, unlikely to change across time. The rationalist approach suggests that
political attitudes are influenced by citizens´ evaluations of the political system and its
actors. Based on data from the National Political Culture Survey (2008), this article studies
the conditions under which citizens distrust political institutions. The results suggest that
political distrust in Mexico is related to the poor performance of representative institutions.
Palabras clave: Desconfianza política, México, cultura política, representación.
Key words: Political distrust, Mexico, political culture, representation.
* Doctor en Ciencia Política por la Universidad Nacional Autónoma de México. Profesor inves-
tigador de la Flacso México.
AR T Í C U L O S
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Introducción
Este trabajo parte de un supuesto fundamental: la confianza política es
esencial para la democracia en su formato representativo, al vincular a los
ciudadanos con las instituciones diseñadas para representar sus intereses.
Ello es particularmente cierto para países con regímenes democráticos re-
cientes, donde la experiencia de los ciudadanos en su relación con las ins-
tituciones de gobierno no favorece la emergencia de pautas de confianza
generalizada (Torcal, 2001; Mishler y Rose, 2001: 30-31).
En América Latina, los procesos de democratización experimentados
durante las últimas tres décadas han puesto al tema de la “representación”
y su relación con la “confianza ciudadana en las instituciones políticas”
en el centro del debate. A diferencia de la legitimidad democrática1 —que es
significativa entre los latinoamericanos— y de la satisfacción con el desempe-
ño del régimen2 —que es oscilante y parece depender en buena medida de
la cercanía ideológica con el gobierno de turno (Torcal, 2006)—, las y los
latinoamericanos expresan (con diferencias entre países) sentimientos ge-
neralizados de alienación y cinismo respecto de la política y lo político. Si
bien la democracia sigue siendo el sistema político preferido en la región,
los niveles de confianza en las instituciones centrales de la democracia re-
presentativa —como los partidos políticos o el parlamento— se mantienen
comparativamente bajos y de manera bastante paradójica tienden a caer
a medida que las democracias adquieren más edad (Latinobarómetro,
1996-2009; Zmerli y Newton, 2008). Este trabajo intenta demostrar que
México, pese a la particular trayectoria de su sistema político, no es una
excepción a esa tendencia.
En el caso mexicano, sin embargo, las consecuencias de estas actitudes
son de máxima gravedad en la actualidad. Los desafíos que enfrenta el
Estado de derecho (corrupción, crimen, abusos sobre derechos humanos)
1 La concepción tradicional de legitimidad deriva de Weber, y refiere a las actitudes de aquies-
cencia de parte de los ciudadanos a un determinado tipo de dominación política. En este caso,
y derivado de allí, la legitimidad implica asimismo una valoración positiva; es decir, la dimen-
sión normativa (de lo que “debe ser” un régimen político) está presente en su definición. Es lo
que Easton denominó “apoyo político difuso” (1975), porque no está condicionado al desem-
peño de las instituciones políticas.
2 La satisfacción refleja una actitud de tipo cognitivo, que es expresión ya no de una dimensión
normativa sino del nivel de bienestar asociado al funcionamiento de un determinado tipo de
régimen o gobierno. (Enciclopedia Blackwell, disponible en línea en el siguiente vínculo: http://
www.blackwellreference.com/public/tocnode?id=g9781405131995_chunk_g978140513199521_
ss55-1)

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