Carrillo Gil, peregrino artista

AutorAndrés Henestrosa
Páginas601-603
conversar un rato con sus compañeros. De esa manera esta mañana me asomé
a “Sanborn’s”. En una mesa, a pesar de que ya era un poco tarde, estaban
la maestra María del Carmen Millán, que ahora acaba de publicar la Obras
Completas de Ángel de Campo, en la “Colección de Escritores Mexicanos”; el
novelista Luis Spota y el periodista Aquiles Fuentes. Y, ¿qué es lo primero que
me dice María del Carmen? Lo primero que me cuenta es que Ermilo Abreu
Gómez se encuentra un poco delicado de salud, en un santuario de Washing-
ton, algo quejoso del olvido en que solemos tener hasta a los amigos más que-
ridos, hasta a los escritores de más valía. Aquel criminal olvido de los muertos
que decía José Martí, se ha convertido en un criminal olvido de los vivos. Y
ese olvido, en el que yo también participo, me dolió como un reproche. Y me
propuse escribir esta Alacena para recordar al gran escritor, al ágil, iridiscente
expositor, al mínimo y apacible Ermilo Abreu Gómez, desterrado voluntario,
que a veces es la más forzosa y dolorida forma de destierro, de México. De
un solo golpe recordé sus mejores libros, sus desvelos por ordenar algunos
aspectos de la erudición mexicana, su denodado empeño porque los escritores
mexicanos sean de aquí, “que hagan tierra”, como quien dice. Un escritor para
quien la pluma no ha sido anzuelo, sino escudo contra asechanzas. Uno que ha
cortado las rosas mejor acabadas del jardín de las letras mexicanas, sin herirse
las manos, y como quien no quiere la cosa: sin aspavientos, sin gestos ni espec-
táculos. ¿Cuándo, México, vas a recoger en tu regazo la frente dolorida de tus
hijos que todo lo dan por desentrañar tu imagen más recóndita y verdadera?
¿Cuándo les darás aquí mismo el maíz, y el trigo para su pan, sin olvidar para
después el bronce y el mármol para su estatua?
30 de noviem bre de 1958
Carrillo Gil, peregrino artista
Es Alvar Carrillo Gil un hombre singular, y un peregrino artista. Visto así, por
fuera, en nada denuncia sus dones, de veras raros, ciertamente peregrinos, en
el sentido de cosa que supera lo regular. Viviendo yo tantos años en México
no lo conocí, sino hasta hace poco. Y puedo decir que el encuentro con Alvar
Carrillo es un hecho de los que más cuentan en mi precario haber intelectual
y sentimental. A ustedes les habrá ocurrido alguna vez lo que a mí: encontrar-
AÑO 1958
ALACE NA DE MINUC IAS 601

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