Carriedo, historiador oaxaqueño

AutorAndrés Henestrosa
Páginas709-711
gran mayoría de nuestro pueblo. Y más vagas aún son las nociones del trabajo
actual de nuestros pueblos compatriotas. ¿Cuántos saben cómo son las fábricas
de papel, las cervecerías, las fundiciones, las centrales petroleras, las zonas de
irrigación que se hayan esparcidas por la extensa geografía patria?
La filmoteca contendría también documentos sobre la casa, la manera de
vivir, la forma de vestir, el folklore, la artesanía de los mexicanos. Inclusive como
constancia de todo ello, sería necesario conservarlo en un medio durable, pues
los cambios sociales son apresurados y pronto muchas de esas cosas habrán sido
adulteradas o simplemente se perderán en la memoria como obsoletas.
Todos los cines de la república podrían colaborar a esta campaña. Parte
de los innumerables “cortos comerciales” que agobian al espectador de la pan-
talla se pueden substituir con ventajas por estos documentales que harían el
retrato del México actual y del México eterno.
La filmoteca, privada u oficial, podría prestar servicio a escuelas, universida-
des, centros de difusión cultural en toda la república. De los negativos se harían
fotos para mantener exposiciones permanentes en escuelas, museos y centros
públicos. Breves explicaciones completarían el material gráfico, y en los sitios
menos culturizados, podrían servir como tema de explicación para maestros.
Ojalá que esta iniciativa basada en el conocimiento del desconocimiento
de unos a otros en que nos encontramos fuese acogida por su viabilidad y por
su utilidad.
3 de julio de 1960
Carriedo, historiador oaxaqueño
Demos recuerdo, que es su pan, a los muertos. ¿Qué otra cosa pueden recla-
marnos, si mientras vivieron les negamos trigo para el sustento? Con razón
decía José Martí que olvidarlos es una criminal ingratitud.
Pronto hará un siglo de la muerte de Juan Bautista Carriedo y a estas horas
todavía no sabemos bien a bien cuándo y dónde nació. Todavía cuando a él nos
referimos procedemos por conjeturas, por aproximaciones y por hipótesis. Se
dice que quizá naciera en la Villa de Etla, tal vez a fines del siglo XVIII, acaso
a principios del pasado. Se sabe que murió en 1865, eso sí, en la Villa de Etla,
mientras desempeñaba un pequeño cargo de la administración imperial, por
AÑO 1960
ALACE NA DE MINUCI AS 709

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