Capítulo Primero

AutorJorge Garabito Martínez
Páginas17-39
Capítulo Primero.-
La llamada Acta de Independencia de México se firmó el 28
de septiembre de 1821. No se le puede considerar como el
documento que verifica la consumación de nuestra
independencia. Pero sí es aceptada como el Acta de
Independencia, como el acta de formulación en que unas
personas en nombre de la Nación, declaran expresamente que
queda rota para siempre jamás y disuelta la liga que nos unía a
España, como se dijo en el Acta Solemne de Declaración de
Independencia de la América Septentrional, simbolizada el 6 de
noviembre de 1813 en Chihuahua por siete diputados al
Congreso de Anáhuac y que queda consumada nuestra
Independencia.
Aparentemente existe una contradicción entre los dos
documentos: el Acta de Independencia de 28 de septiembre de
1821, o bien el Acta firmada en Chilpancingo el 6 de noviembre
de 1813.
Un criterio es el de la polémica histórica entre liberales y
conservadores, el segundo responde a un propósito
conciliador.
La escisión entre la insurgencia (1810-1820) y la
consumación real de la independencia con el Plan de Iguala, 24
de febrero de 1821, hasta la abdicación de Iturbide, marzo
1823, es evidente.
Existe una pugna que brota con rencor: de una manera o de
otra, la historia de la consumación de la independencia y la
fundación de la República Federal se venía reiterando dentro y
fuera de sus extremos polémicos, a partir de las obras de Lucas
Alamán, Carlos María de Bustamante, y Lorenzo de Zavala, así
como la de José María Bocanegra, testigos y participantes de
los acontecimientos; es imprescindible acudir a ellas sorteando
sus contradicciones y tratando de mantener la ecuanimidad,
dentro de la finalidad de todo trabajo histórico, pero basado y
sostenido en los documentos con que se cuenta.
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El conocimiento y la inteligencia de los acontecimientos
revolucionarios están siempre sujetos a errores involuntarios.
Sin hacer un catálogo de las fuentes, éstas existen con cierta
suficiencia, lo que no deja de ser un riesgo, pues dentro de la
amplitud, principalmente por tratarse de temas que nos
atañen y dentro de las cuales existen ciertas y naturales
discrepancias.
Son obras accesibles por encontrarse sus fuentes al alcance
normal de quienes se interesan por nuestra Historia, las de
Edmundo O’Gorman, Pablo González Casanova, Flores
Caballero, Guadalupe Nava Otero, Ana Macías, Edmundo
Flores Cano, Silvio Zavala, Remolina Roqueñí, Echánove Trujillo,
Vicente Fuentes Díaz, Arturo Octavio Hernández que nos
presenta: Los Derechos del Pueblo Mexicano, en ocho
volúmenes, su primera edición, y que ahora va por su cuarta
edición. Una lista de las obras actuales sería inagotable, de
estas últimas, citaré: El Constitucionalismo Social Mexicano, de
Jorge Sayeg Helú, y ampliamente sobrepasa la centena de
obras y variada amplitud para cerrar la lista interminable de
obras de gran merecimiento mencionaré la que tengo a la
mano: La República Federal Mexicana, Gestación y Nacimiento,
de Calvillo
1
.
Con la Promulgación del Acta Constitutiva de la Federación
de 31 de enero de 1824, consideramos fundada la República
Federal, los sucesos posteriores son la historia.
Mucho es lo que se ha escrito sobre el origen y fundación de
la República Federal en México. Pienso, sin embargo, que aun
se puede volver una y otra vez a replantear el tema de los
orígenes, de la gestación y nacimiento de la República Federal
mexicana.
En particular, tomo como base del presente trabajo, la obra
de Manuel Calvillo, titulada la Consumación de la
Independencia y la instauración de la República Federal 1820-
1
CALVILLO, Manuel, La República Federal Mexicana, Gestación y
Nacimiento, edición del Colegio de México en colaboración con el
Colegio de San Luis, México 2002, p. 14.
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