Capítulo 4
| Autor | Salvador Martínez y Martínez |
| Cargo del Autor | Universidad de Xalapa |
| Páginas | 180-205 |
Capítulo 4
4.1. Qué significa ser profesor aquí y ahora
El fin último de la disciplina jurídica. Quien conozca el tema,
percibirá la presencia de Hans-Georg Gadamer en este escrito,
pues, en el trasfondo subyace la alternativa: o verdad o método
(Gadamer, 2007). La persona es un individuo de naturaleza
racional y, por lo tanto, debe dirigirse y conducirse de una
manera racional, o sea, conformarse a la verdad. El axioma
griego acerca de la verdad del nomos es un postulado de esta
parte de la obra: veritas facit legem (la verdad hace la Ley). Pero,
dirán los aviesos, < un principio que huele
a viejo>>. Nada de eso, habría que responder, pues sucede que
las tecnologías de la información y de la comunicación le han
sacudido el polvo del tiempo y en la era mediática o digital se
presenta, sin maquillajes, con la frescura del amanecer del
nuevo milenio.
La posible justificación del hecho de que un jurista se
aproxime a la pedagogía podría ser que la ley siempre, de una
manera u otra, ha tenido una función educadora. Toda ley
aspira a ser educadora de los miembros de la sociedad. Toda
verdadera política es educadora del pueblo y la ley, qué duda
cabe, es obra de los políticos. El aserto expresa un buen deseo,
un anhelo, pero el sociólogo con los hechos en la mano, podría
plantar un mentís, pues eso no es cierto. Al político lo que
menos le importa es educar al pueblo. Además, se viven
tiempos en que eso de la “verdad” y la “verdadera política”
están en entredicho, por decir lo menos.
Por lo expuesto en los párrafos iniciales, el propósito
general es ofrecer una explicación esquemática y tentativa a la
cuestión de sí existe una conexión entre el aprendizaje del
derecho y las tecnologías de la comunicación y la información,
para, finalmente, desembocar en un parecer sobre lo que hoy
significa ser profesor de derecho. La justificación de esta parte
del trabajo se encuentra respaldada por una larga trayectoria
dentro de la docencia jurídica. Quizás la antigüedad no
garantiza necesariamente la autoridad para exponer tal cosa,
pero —en el peor de los casos— se podría invocar a José
Ortega y Gasset cuando afirma: <vida es, más o menos,
una ruina entre cuyos escombros tenemos que descubrir lo que
la persona tenía que haber sido>> (Cf. Nicolás, 1974: 60).
Sin embargo, el mejor argumento para justificar el
presente apartado es el encuentro con Mariano Jiménez
Huerta, pues “El maestro Jiménez Huerta dio clases en la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), durante
39 años. Casi para retirarse participó en 1977 con su brillante
cátedra y asesoría de Derecho Penal en la División de
Universidad Abierta (inaugurada en 1975), sistema alterno
dentro de la propia facultad de Derecho de la UNAM.”
(Amuchategui Requena, 2003: 207). Seguramente él conoció
las primicias de la revolución tecnológica en México y, aunque
tal cosa no hubiera sucedido, por sus frutos se le podría
conocer. Esto es, se alimenta la convicción de que Mariano
Jiménez Huerta realizó en gran medida el ideal del profesor
contemporáneo.
La afirmación principal es que ser profesor de derecho en
la actualidad, significa ser un hombre cultivado dentro de la
cultura del “saber sabio”. Dicho aserto acentúa la contingencia
temporal, pero no ignora la contingencia espacial. En relación
con el aquí y ahora, este apartado se ocupa más de lo que
significa ser profesor de derecho en el tiempo presente. Ésta es
la figura. Pero, el ground o plano de fondo está constituido por
el aquí, un ámbito que no se puede extender demasiado, quizá
comprenda solamente el sureste mexicano (Babin, 1993: 37).
Lograr ese propósito implica alcanzar previamente los
siguientes objetivos específicos:
1) describir las circunstancias del hecho de ser profesor
de derecho hic et nunc (aquí y ahora);
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