Cantos de la Revolución

AutorAndrés Henestrosa
Páginas148-150
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ANDRÉS HEN ESTROS A
taciones artísticas más profundas, y junto con eso, el ambiente de penuria y
negación en que nuestros grandes artistas han cumplido su obra. Se diría que
el mundo antiguo de los indios proyecta su sombra sobre el arte de nuestros
días, y que la presencia de la muerte señorea el ámbito en que nuestros gran-
des pintores trabajan y sueñan, alientan y agonizan. Sangre, flores fúnebres,
operaciones quirúrgicas que remedan sacrificios humanos, calaveras, cuerpos
destrozados, son los temas habituales de Frida; pero no tanto por razón de
sus enfermedades, sino porque es ésa una de las dimensiones en que se en-
cuentra y se expresa nuestra vieja manera de ser. El mismo ambiente en que
se fraguaron la Xochipilli y la Coatli cue ha presidio el nacimiento y la creación
de los grandes murales de Rivera, Orozco, Siqueiros, y los paisajes de Atl. ¿No
dijo un día Eulalio Gutiérrez ante el azoro de la inteligencia mexicana que el
paisaje de México olía a sangre?
Frida Kahlo, que es una de nuestras más grandes pintoras, comparte con
Atl, y con Orozco, las glorias de la mutilación. Y como ellos, incompleta, a
medio morir, se mantiene sembrada en su tierra, bien hondas las raíces, a fin
de que desaparecida la racha huracanada, vuelva a erguirse coronada de hojas,
flores, rumores y frutos.
24 de mayo de 1953
Cantos de la Revolución
Cuando se habla de las c anciones de la Revolución, el lector piensa de un
modo natural en algunos títulos que han adquirido fama universal de haber
nacido durante los inicios de aquel movimiento. “La Adelita”, “La Valen-
tina”, “El Pagaré”, sin contar los corridos y valses, los sones y canciones
populares que los soldados ca ntaban a bordo de los trenes militares y en los
campamentos. Pero, ¿son en verdad esas canciones, cantos de la Revolución,
en el s entido que nacieron con ella, la inspiraron, le dieron raíz y la propa-
garon? Parece indudable que no. De todas esas canciones muy pocas son de
la Revolución, y su gran mayoría existían desde tiempos a nteriores, desde
el siglo XIX, y quizá a ntes. L os únicos cantos de la Revolución, sin género
de duda, son los corr idos, y eso su letra, pues las melodías –las tres o cuatro
melodías esenciales– corresponden asimismo al pasado. ”La Valentina”, para

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