Breve Historia Tributaria
Autor | Honoré A. Bornacini Hervella |
Páginas | 17-20 |
BREVE HISTORIA Y PRINICIPOS BÁSICOS
MÉXICO FISCAL
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1.1. Breve Historia Tributaria:
Desde que los pueblos dejaron de ser nómadas y se organizaron en grupos más o menos estables - clanes, sectas,
tribus, etc.- y, como consecuencia de ello, reconocieron un líder, un jefe, un guía a quien respetaron y obedecieron,
surgió la obligación de sostener económicamente a éste y al aparato que paulatinamente fue creciendo y desarr o-
llándose y, por consiguiente, sus necesidades económicas ya que aquel jefe o guía devino en gobierno.
Los pagos que hacían los miembros al jefe o guía se denominaron "tributos" derivado del apelativo TRIBU. Cuando
conquistaban a otros pueblos o grupos, éstos se volvían "Tributarios", naturalmente por la obligación impuesta de
pagar tributos al conquistador. Consistían éstos, en los pueblos primitivos, en parte de sus cosechas o cierto número
de sus piezas, de caza, aunque cuando se trataba de pueblos guerreros y sanguinarios, el tributo podía llegar a la
cesión forzada de miembros del grupo vencido en calidad de esclavos y mujeres para disfrute del vencedor.
Conforme fueron evolucionando las organizaciones humanas, los clanes y tribus se volvieron feudos con mucho
más arraigo a la tierra y formas económicas más avanzadas. El líder o jefe se convirtió en señor Feudal y éste, en
lugar de tributos, se adueñó de las vidas y las haciendas de sus súbditos: todo era de su propiedad, la tierra, los
bienes accesorios y las personas y éstas dependían para su subsistencia de lo que el señor feudal tenía a bien con-
cederles. Los más fuertes hacían la guerra a sus vecinos y les arrebataban sus tierras aumentando así su poder de
tal manera que con el tiempo la organización feudal fue insuficiente para administrar y controlar la vastedad de las
tierras y las crecientes poblaciones así como la producción económica y su distribución. De la misma manera, nació
la necesidad de crear ejércitos para defender aquellas propiedades en constante crecimiento. Así, el señor feudal se
despojó de su gorro de mando y se ciñó la corona del rey, nombró ministros y organizó ejércitos, unas veces defe n-
sivos, otras conquistadores o con ambas funciones, según el momento y la circunstancia.
Por otro lado, la nueva organización permitió otorgar ciertas libertades a los súbditos, sin abandonar, por supuesto,
el anatema de la esclavitud y estableciendo modernos sistemas "tributarios" que sustituían el dominio absoluto sobre
las haciendas de sus súbditos haciéndolos contribuir "solamente" con sustanciales porciones de sus bienes y ga-
nancias.
La Iglesia (católica) no se quedó atrás; su indudable poder y dominio espiritual y material sobre los pueblos de Occi-
dente, a partir de la Edad Media, le permitió exigir su rebanada del pastel y estableció el diezmo que, como s u nom-
bre lo indica, es el 10% de las ganancias (ingresos) de cada uno de los feligreses, así como las primicias cuyo in-
cumplimiento era severamente castigado.
El México antiguo no fue la excepción ya que los pueblos originarios de Mesoamérica, algunos guerreros y conquis-
tadores, otros débiles y sumisos, escenificaron la misma situación: los débiles se convertían en tributarios de los
conquistadores: los aztecas, por ejemplo, sometieron a los tepanecas y a los tlaxcaltecas, imponiéndoles fuertes tri-
butos.
A la caída del imperio azteca a manos de los españoles fueron éstos los que establecieron ya no digamos tributos
sino verdaderos saqueos principalmente de metales preciosos, independientemente de lo que cada individuo o fam i-
lia debía entregar a la corona española como, por ejemplo, el Quinto Real.
A partir de la independencia, México se incorporó en materia tributaria, como en muchas otras, a los sistemas occi-
dentales, copiando principalmente las prácticas en uso en Estados Unidos.
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