Bolivia: las elecciones de 2009. Tomando posiciones para el desarrollo de la Constitución

AutorAna Haro González
Páginas235-271
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CONTEXTO POLÍTICO PREVIO.
PRINCIPALES PROBLEMAS Y TEMAS DE DISCUSIÓN
El primer lustro del presente siglo dejaba en Bolivia dos presidentes
destituidos,1 decenas de muertos y un sistema político completamente
fragmentado. Así, desde que llegó Sánchez de Lozada al poder por segun-
da vez en 2002, la sociedad incrementó sus acciones de protesta, las nego-
ciaciones se escaparon de las instituciones y el devenir de la política boli-
viana se siguió escribiendo en las calles. Los partidos que habían
protagonizado la escena política desde principios de la década de 1980
perdieron todo su apoyo y la sociedad empezó a re-articularse en torno a
nuevas formas de organización, las cuales se agregaron mayoritaria y pau-
latinamente en torno a un nuevo tipo de partido, el Movimiento al Socialis-
mo (MAS). Los conflictos de esos años dejaron una sociedad crecientemen-
te polarizada lo cual suscita la pregunta ¿qué es lo sucedió en Bolivia
durante los años previos a 2005 y que sentó las bases para la reconstruc-
ción del sistema político-partidario a partir de entonces?
Bolivia, al igual que muchos de los países latinoamericanos, sufre a
principios del nuevo siglo una fuerte crisis de representación (Main-
waring, Bejarano y Pizarro, 2006) que desemboca en este país en la for-
* Es doctora por la Universidad Complutense.
1 En octubre de 2003, Gonzalo Sánchez de Lozada presenta su renuncia al Congreso, la
cual es aceptada por el mismo. En junio de 2005 Carlos Mesa presenta asimismo su renuncia
al Congreso y éste también la acepta. En ambos casos se sigue el procedimiento parlamenta-
rio de la renuncia, si bien, el nivel de conflicto social y de movilización nos permiten hablar
de destitución.
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Tomando posiciones para el desarrollo de la Constitución
Ana Haro González*
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Ana Haro González
mación de un nuevo sistema de partidos en el que conviven, de manera
genuina, organizaciones sociales con estructuras partidistas, selección
comunitaria de líderes con mecanismos de ascenso y militancia clásicos
y lealtad partidista con demandas de mayor autonomía. La crisis de repre-
sentación empieza a forjarse en Bolivia a finales de la década de 1980
cuando el Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) implementa en el
país las primeras reformas estructurales. El cierre de las empresas mine-
ras, la privatización tanto de las empresas públicas como de los recursos
naturales y los incentivos a la internacionalización de la producción agro-
pecuaria fueron entendidos por gran parte de la población como una
desviación de los intereses de la mayoría. La continuación de las políticas de
reforma por parte de los presidentes que gobernaron en la década de 1990,
tanto de la izquierda tradicional —Movimiento de Izquierda Revolucio-
naria (MIR) y MNR— como de la derecha —Acción Democrática Naciona-
lista (ADN)—, hicieron que las protestas que en un principio apuntaban
contra el MNR se dirigiesen más tarde al conjunto del sistema de parti-
dos tradicional.
Las reformas estructurales se dieron en un sistema político relativa-
mente cerrado y que había tolerado además continuas experiencias de
corrupción. Así, el sistema de democracia pactada, fruto de la segunda
vuelta indirecta de la elección presidencial,2 empezó a ser entendido por
la población como un mecanismo perverso que servía a las elites de los
grandes partidos para negociar su política de intereses y de cuotas (Grindle,
2003). Por su parte, el sistema judicial y la propia labor parlamentaria
eran percibidas por la ciudadanía como un sistema lejano y que respon-
día, en última instancia, a los intereses de las elites políticas, ahora percibi-
das como íntimamente relacionadas con las elites económicas. Se empieza
a gestar así el sentimiento de que la solución al descontento social superaba el
2 Desde la transición democrática de 1982 hasta la nueva Constitución de 2009, el siste-
ma de elección presidencial establecía que, en caso de que un candidato no obtuviese la
mayoría absoluta de los votos, era el Congreso el que elegiría al futuro presidente. La elección
se realizaba entre los tres candidatos más votados hasta 1993 y entre los dos candidatos más
votados desde 1994 en adelante. Este sistema tenía como objetivo el evitar la cohabitación
entre un Ejecutivo y un Legislativo enfrentados. Se consideraba que la convergencia entre
ambos poderes evitaría la ingobernabilidad y, por tanto, la posibilidad de que se instaurase de
nuevo en el país un régimen autoritario. El devenir de la política Bolivia hizo que en dos oca-
siones, 1985 y 1989, el candidato más votado quedase relegado en favor de otro candidato
con menos respaldo electoral.
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debate económico y se situaba en la negociación de nuevas reglas del jue-
go democrático.
Con este clima de creciente descontento y falta de alternativas guber-
namentales, la llegada de Sánchez de Lozada al poder por segunda vez
desemboca rápidamente en una crisis de gobernabilidad. Los frentes esta-
ban abiertos, de manera que, decisiones puntuales como la exportación del
gas por Chile o una subida de impuestos progresiva eran enfrentadas por
la sociedad como un símbolo más del neoliberalismo de las clases tradicio-
nales. Los bloqueos, las protestas y la retirada del apoyo de la Nueva Fuer-
za Republicana (NFR) —miembro de la coalición— hicieron caer el gobierno
arrastrando consigo al conjunto de partidos tradicionales que habían apoya-
do la investidura de Sánchez de Lozada y se habían alineado, por tanto, con
su propuesta. El sistema político boliviano quedaba entonces completa-
mente desarticulado, con un conjunto de partidos tradicionales despresti-
giados y rotos y una alternativa popular que no terminaba de alinearse en
torno a una sola fórmula.
La situación de desarticulación política incrementó además los incen-
tivos para reivindicar demandas concretas y ganar posiciones políticas
privilegiadas. Así, las dificultades del gobierno de Carlos Mesa,3 sucesor
de Sánchez de Lozada, para controlar la situación de creciente ingoberna-
bilidad llevó a múltiples grupos a reforzar sus estrategias de presión, de
manera que el gobierno tuviese que cumplir sus demandas para evitar la
debacle total del sistema político boliviano. En este contexto, se incremen-
tan las presiones de los indígenas para que se respeten sus territorios y se
reconozcan los usos y costumbres dentro del mismo (Xavier Albó, 2002),4
3 La caída de Sánchez de Lozada hizo asumir el poder a su vicepresidente Carlos Mesa
quien, aprovechando su condición de independiente, intentó estabilizar la situación. Sin em-
bargo, las presiones populares sobre la política de hidrocarburos y las movilizaciones del
Comité Pro-Santa Cruz hicieron caer el gobierno. Tras varias renuncias de posibles presiden-
tes para mantener la gobernabilidad del país, el presidente de la Corte Suprema de Justicia,
Eduardo Rodríguez Velzé asumió el poder y convocó las elecciones generales de 2005 y las
elecciones para Asamblea Constituyente de julio de 2006.
4 El indigenismo, diferente del indianismo, empieza a forjarse en Bolivia en la década de
los 70 cuando intelectuales como Luis Antezana o Xavier Albó extendieron la idea de que la
Revolución Nacional del 52 había supuesto una homogeneización forzada. El katarismo y el
indigenismo del oriente se consolidan en la década de 1990 cuando, por un lado, la Confede-
ración Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) empieza a ser presidi-
da por elites aymaras y, por otro, cuando toma fuerza el convenio 169 de la ONU, a favor de
los indígenas, y se celebra en 1990 en Bolivia una sonada marcha indígena por la Dignidad y

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