Los Ayuntamientos y sus Contralorías Municipales: El Origen de la Impunidad y la Corrupción Gubernamental en México

AutorDr. José Manuel Escamilla Jaime
CargoDoctor en Derecho. Profesor del Departamento de Ciencias Sociales y Jurídicas de la Universidad de Guadalajara
Páginas34-38

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1. Introducción

La corrupción y la impunidad son “hermanas gemelas” que todos los días son en nuestro país tema de encabezados en los medios. Al parecer, estamos sumergidos en una forma de gobierno en el que, implícitamente esta añadida la corrupción en sus diferentes modalidades, al grado grotesco de que se asegura que los mexicanos somos corruptos por naturaleza, lo cual nos injuria y lastima pero también, nos pone a prueba como sociedad.

Nuestro país requiere ser administrado como un modelo de empresa privada, en donde, si se nos permite la analogía, los socios (el pueblo) somos los dueños en los términos del artículo 39 de la constitución federal. Al elegir a nuestros administradores, éstos se convierten en nuestros empleados; entonces deberían estar los mejores, los más capacitados, por lo que deben cumplir requisitos necesarios de probidad y honradez como en cualquier organización privada del mundo; al verse inmiscuidos en actos y/o omisiones que atentan contra los intereses y recursos de la sociedad, de inmediato son sustituidos o despedidos. En el caso de tener responsabilidades, simple y sencillamente se le finca al infractor la ley y los estatutos sociales, así como todas las consecuencias legales que resulten, eso de entrada inhibiría la posibilidad de que socios u personas ajenas contratadas por la empresa mercantil se vean involucrados en dichos actos.

El ejemplo anterior tiene que suceder en la administración pública; la premisa fundamental de que el servidor público, administra recursos que no son de su propiedad, sino de todos, conlleva un mayor grado de responsabilidad consistente en manejar haciendas ajenas. Este tiempo es de resultados, todo es sujeto de medición e indicadores en los cuales tendríamos las bases suficientes para saber quién o quiénes se desempeñan de manera incorrecta, independientemente de la filiación política, esto último y para este tema es de naturaleza secundaria. La confianza en nuestras instituciones en la entrada del milenio ha ido en decremento por la onerosa corrupción.

Aspiramos a ser un país con una destacada composición guberna-mental, con ejercicios justos, equitativos, republicanos y austeros pero sobre todo, de sobresaliente administración pública. Estas ambiciones sociales, válidas y legitimas de un México próspero para la mayoría, sin podredumbre y ante innumerables discursos políticos en dicho sentido, nos ha llevado a considerar y tratar de construir una “ingeniería normativa” pulcra y funcional de los diferentes órdenes de gobierno con miras al combate frontal de la corrupción. Podemos inferir que, al día de hoy con lo que tenemos no se han abatido este tipo de conductas típicas y antijurídicas generadoras de descomposición del actuar gubernamental.

Cabe mencionar que respaldamos sistemas simples y objetivos de lo cual adolece el vigente Sistema Nacional Anticorrupción (sna). Según el especialista José Fernández de Cevallos y Torres: “para combatir eficazmente este problema, proyectando resultados adecuados y sostenibles a futuro, la meta principal del SNA debe ser la prevención y no la represión. Desde luego que será necesario aplicar sanciones, mandando el mensaje claro y decidido de que el corrupto no quedará impune. Las medidas preventivas, deben estructurarse sobre la base del tejido social que se ha visto tan gravemente afectado por éste fenómeno, propiciando que tanto en la administración como en la ciudadanía, es decir, en la sociedad mexicana, opere un cambio de paradigma por el cual lo que impere, sea la indignación y el repudio a todo acto de corrupción, con la finalidad de que lleguemos al

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punto de que el castigo, se convierta en la excepción.” 1

Pero, ¿dónde comienza esto? Más allá de la parte sociológica y económica de este contenido, nos queremos acercar a demostrar que las instituciones actuales, desdichadamente no rinden los frutos para lo cual fueron creadas. Existen en...

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