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¿Avanza o Retrocede nuestro Proceso de Transición Democrática?

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Vincent
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Frente a los resultados de las elecciones del pasado 7 de julio, en las que estuvieron en juego más mil 200 cargos de elección popular en 14 estados, se utilizó casi la mitad del padrón electoral nacional y se logró interesar tan sólo al 40% para acudir a las urnas, cabría preguntarse si nuestro proceso de transición a la democracia está avanzando o retrocediendo.

Sin duda que el caso más patético es el de Baja California, donde sólo acudieron a votar el 39.43% de los electores listados, no obstante que se eligieron al gobernador y a los Presidentes Municipales, es decir, a los más directos representantes populares, los que tienen una interacción directa y diaria con la población.

Si tomamos en cuenta que el primer paso de este largo proceso se dio con la Reforma Política de 1977, al entrar en vigor la Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procedimientos Electorales (LOPPE) y que siguió con la segunda de 1990, que creo el hasta hoy vigente Código Federal de Organizaciones y Procedimientos Electorales (COFIPE), es claro que tenemos más de tres décadas en este lento movimiento y no hemos logrado entrar en la recta final.

En gran medida ello se debe a que la clase política, y por lo tanto, nuestros partidos políticos, han seguido subordinando sus intereses particulares y de grupo a los intereses nacionales o de las mayorías. Desde entonces y hasta la fecha, todo lo que tiene que ver con democracia electoral, ha sido botín de los partidos, grandes, media-nos y pequeños (léase “Niño Verde”). Las instituciones “ciudadanas” realmente no lo han sido. Para muestra un botón: en el primer IFE, uno de los protagonistas fue Santiago Creel, disfrazado de ciudadano puro, quién apenas terminó el encargo, saltó a una diputación del PAN, Secretario de Gobernación de Fox, Senador, etc.

Ante los recurrentes fracasos electorales, está en puerta otra reforma político-electoral. Ojalá nuestros legisladores entiendan que lo que se requiere para dar el gran salto que la gente espera, es devolverle el poder a los ciudadanos; abrir efectivamente las puertas de la participación ciudadana real...

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