Avances y aportaciones sobre teoria de Relaciones Internacionales.

AutorCid Capetillo, Ileana

En estos 35 años en que la publicación principal del Centro de Relaciones Internacionales ha sido el órgano a través del cual nuestra comunidad ha dado seguimiento al desarrollo de nuestra disciplina, hemos sido testigos de los cambios más espectaculares, tanto en el orden establecido después de la Segunda Guerra Mundial que, en muchos sentidos, se daba como estructuralmente estable, aunque con sus propias contradicciones y conflictos, como en la manera de explicarlo, a tal grado que las teorías que en esos momentos se formularon terminaron extendiéndose al estudio de la sociedad internacional en general e incluso de una manera ahistórica, a la cual se le atribuyeron las formulaciones y los conceptos que en realidad tenían un condicionante o una determinación del momento histórico.

Como es conocido por la mayor parte de quienes hemos vivido la trayectoria de nuestra revista a lo largo de los anteriores 99 números, sabemos que cuando Gastón García Cantú dirigió por un breve periodo el Centro de Relaciones Internacionales, (1) logró que Vicente Rojo le donara el diseño del logotipo que desde entonces se ostenta en la portada de la revista y que implica de manera clara la división del mundo en dos sistemas, en dos bloques de poder antagónicos que sustentaban proyectos económicos, sociales y políticos distintos y que estaban liderados respectivamente por una de las superpotencias: el campo socialista, bajo la hegemonía de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y el capitalista, bajo la de Estados Unidos de América.

La casi totalidad de la segunda parte del siglo xx estuvo marcada por esta división que caracterizó a la sociedad internacional a partir de rasgos peculiares, definidos por la manera en que cada parte del mundo percibía las amenazas que representaba la contraria y construía las herramientas para enfrentarlas y garantizar su seguridad. Aunque la formación de organizaciones internacionales (2) madura consistentemente y se plantea dentro de la estructura mundial como la contraparte y el contrapeso de la sociedad de Estados, la Organización de las Naciones Unidas, como su máxima expresión, se ve constreñida a la presión que ejercen otros actores. (3)

La concepción predominante para explicar la estructura de la sociedad internacional, los procesos que en ella se producían y el desempeño de los actores sin duda se basaba (y en muchos sentidos no ha sido superada a pesar de que se le ha cuestionado con intensidad) en el estatocentrismo, (4) que en el universo académico occidental se tradujo en el Realismo Político, mientras que la academia soviética (principalmente) adoptó una especie de realismo socialista que compartía los mismos supuestos, pero los respaldaba con citas convenientemente escogidas de textos de Lenin, Marx, Engels, Stalin o de las resoluciones de los congresos del Partido Socialista de la Unión Soviética. (5)

De manera paradójica, en donde se avanzó en una propuesta alternativa de carácter materialista histórico fue en el mismo mundo occidental, por ejemplo en Francia (6) y en la periferia del sistema, con las teorías del Imperialismo y de la Dependencia. (7)

La revista Relaciones Internacionales apareció por primera vez en la década de los años setenta y es la única publicación especializada en la materia que se mantiene hasta la fecha. La celebración de la edición del número 100 nos brinda la ocasión de hacer una breve reflexión sobre los cambios que se han producido en el nivel de la relaciones internacionales (objeto material) y en el de la propia disciplina (objeto formal), al mismo tiempo que intentar repasar la manera en que se han percibido, entendido y explicado esos cambios dentro del área de Teoría de Relaciones Internacionales. (8)

Antes de adentrarnos en esta reflexión, se debe señalar que no se busca aquí abordar los avances de la disciplina, lo que nos conduciría a ampliar el periodo de estudio a 57, en lugar de los 35 años que estamos considerando, puesto que la misma fue instaurada primero como Estudios Diplomáticos en 1951. (9) Aunque es oportuno enfatizar que conforman una unidad indisoluble en la cual la teoría de Relaciones Internacionales concentra la reflexión analítica y conceptual que le da sentido a la disciplina y que, por lo tanto, la define (10) en su carácter distintivo de cara a las otras Ciencias Sociales y que le brinda la posibilidad de ser efectivamente una ciencia en el sentido de productora de nuevo conocimiento. Sin embargo, es conveniente aclarar que en la literatura sobre la teoría de Relaciones Internacionales se tiende a identificarla con la disciplina, e incluso en ocasiones muchos autores se refieren a ambas como si fueran lo mismo.

En este periodo hemos sido testigos de la consolidación de la disciplina y su extensión dentro de la oferta de un número muy considerable de universidades públicas y de instituciones privadas de educación superior, con base esencialmente en una misma concepción central, aunque con diferencias más o menos notables en los planes de estudios. También en el aspecto profesional se ha logrado un definitivo reconocimiento dentro del mercado de trabajo, lo que hace 35 años era muy cuestionado, y que fue superado tanto por la tenacidad de los profesionales como por el hecho de que los intercambios de todo tipo en el mundo se intensificaron, a tal grado que era urgente recurrir a los especialistas que podían apreciar las particularidades de los asuntos, negocios y vínculos del país con el resto del mundo.

Pero si en la disciplina y en la profesión hoy no cabe ninguna duda de que se está avanzando en el camino de su aceptación y reconocimiento, todavía eventualmente en pleno siglo XXI se presentan dudas sobre su solidez y validación como ciencia a pesar del largo camino recorrido en las casi nueve décadas de existencia formal de la disciplina en el mundo occidental y de más de seis en que, con seriedad, se ha emprendido la tarea de demostración de que posee pretensiones científicas y de aportar los elementos para lograrlo.

En este sentido, es conveniente señalar que entre las aportaciones de la universidad mexicana uno de los trabajos pioneros en la esquematización del estado del arte de la teoría de Relaciones Internacionales en ese momento no se publicó originalmente en nuestra revista, sino en la Revista Mexicana de Ciencia Política, aunque todavía es pertinente su revisión, puesto que nos brinda un mapa de las corrientes y los autores más influyentes de esa época, (11) así como un marco comprensivo de los esquemas bajo los cuales se empezó a discutir en nuestra comunidad académica la posibilidad de construir una propuesta original para la consolidación de nuestra disciplina.

El periodo de consolidación de la teoría de Relaciones Internacionales, que se extiende desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta el derrumbe de la bipolaridad, se caracteriza por un intenso dinamismo en la discusión académica que es dominado por las visiones anglosajonas que delinean la agenda académica, las visiones analíticas y los conceptos centrales que se asumen por el conjunto de los estudiosos de la materia. (12) En ese lapso se producen los grandes debates que han sido analizados ampliamente en la literatura de la disciplina --aunque todavía dejan elementos que se siguen y se seguirán discutiendo-- y que dan cuenta del gran dinamismo que ha caracterizado a Relaciones Internacionales, siempre estimulada por los debates, la discusión y el esfuerzo por aportar elementos novedosos que permitan acrecentar sus posibilidades explicativas y propositivas. (13)

Por el lado de la realidad, con los importantes cambios que se producen en la sociedad internacional en las últimas décadas del siglo XX (14) y el fin de la Guerra Fría, se suscitan nuevos retos ontológicos a los que hay que dar respuesta. La agenda internacional acentúa su tendencia a la diversificación y a los temas como migración, narcotráfico, medio ambiente, pobreza y comercio, se les agregan otros como etnicidad, cultura, diversidad, educación. Estos temas marcan una novedad impresionante, dado que la disciplina tradicionalmente se había concentrado en los temas de guerra y paz, (15) binomio que estaba considerado como la ecuación básica del debate teórico en correspondencia a una realidad en la que la confrontación bélica aparece de manera permanente como determinante o resultado de la política internacional. Esto hace evidente el inédito protagonismo que adquieren los actores no estatales, como son los movimientos y las organizaciones no gubernamentales y las empresas transnacionales, (16) que son formas de expresión de la sociedad civil tanto en su manifestación social como empresarial. (17)

Asimismo, la agenda de política exterior,18 sobre todo de la gran potencia (19) que quedó en pie en la arena de lucha, (20) debe ser replanteada en sus ejes fundamentales, que son seguridad, (21) supremacía bélica y liderazgo mundial. (22) Ante la ausencia de su viejo y conocido rival, la necesidad de identificar amenazas la conduce a mirar hacia el Sur o lo que antes se conocía como las zonas periféricas del sistema. Los problemas mundiales del momento son apreciados como producto del terrorismo o de la ineficiencia, la corrupción y la pobreza de estas regiones que son incapaces de conducir adecuadamente a sus sociedades.

No podemos aquí sino hacer una referencia muy rápida de la globalización (23) con los consecuentes y conocidos efectos en las aplicaciones de la tecnología, los alcances de la comunicación, la rapidez con que se pueden realizar las transacciones financieras y de negocios, etc.; y, por otra parte, la nueva distribución de fuerzas en el mundo que revive el debate acerca de la unipolaridad político-militar y la multipolaridad económica.

Ante estas circunstancias, las corrientes tradicionales (el main stream) de Relaciones Internacionales ven atizado el debate sobre sus supuestos alcances y sus más evidentes debilidades en una contienda cuyo capítulo no...

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