Autodeterminación y florecimiento humano. Reflexiones sobre desarrollo, política social y pobreza

AutorJulio Boltvinik
Páginas346-369
Autodeterminacn y fl orecimiento humano.
Re exiones sobre desarrollo, política social y pobreza
Julio Boltvinik*
El concepto de desarrollo
De la autodeterminación a la subordinación global
Paul Baran, en La economía política del crecimiento, concluyó que la diferencia específi ca que explica
el rápido desarrollo de Japón, a pesar de su arribo tardío al capitalismo, es el hecho que nunca fue
una colonia, siempre fue un país independiente, autodeterminado. La experiencia reciente vuelve a
mostrar que los pses exitosos han sido los que han determinado autónomamente su agenda de
desarrollo, como Corea del Sur y Taiwán. Joseph Stiglitz, premio Nobel de economía 2001, ha dicho
que los países que han tenido mayor éxito en la globalización determinaron su propio ritmo de cam-
bio y rechazaron las presunciones del Consenso de Washington, que postulan un rol nimo para los
gobiernos y rápidos procesos de privat ización y liberalización.1
Las lecciones son contundentes: la autodeterminación es condición necesaria del desarrollo. Lo
mismo ocurre a nivel individual. La sobreprotección frena el impulso innato al desarrollo de capaci-
dades, vuelve dependientes a los niños y atrofi a su desarrollo. Algo similar ocurre con los pueblos
dependientes. En condiciones de autodeterminación, las personas y los pueblos aprenden a hacer lo
que tienen que hacer; desarrollan las capacidades que necesitan desarrollar, las capacidades social-
mente necesarias. Fernando Hiriart contaba mo un pequeño grupo de ingenieros, él entre ellos,
acometió en los años treinta del siglo pasado la tarea de diseñar y calcular las grandes represas hi-
dráulicas. No lo habían hecho nunca, ni haa en xico nadie con esa experiencia. Enfrentaron el
problema y lo resolvieron porque era una necesidad social y porque había una decisión política que
los estimulaba. Desarrollaron las capacidades socialmente necesarias. Esta acdota se sitúa en un
* El Colegio dexico.
1 Joseph E. Stiglitz, “Globalism’s Discontents” The American Prospect, vol. 13,m. 1, enero del 2002, traducido en Perfi l.
La Jornada, 19 de enero del 2002. En las citas he preferido mi propia traducción.
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Julio Boltvinik
momento en que nacía en México un proyecto de autodeterminación nacional que duró medio siglo
y que transformó radicalmente al país. En los años setenta se limitó el campo de la inversión extran-
jera, se estimula difusión y asimilación tecnológicas, se creó el Conacyt para impulsar la ciencia y
la tecnología nacionales, y se impulsó vigorosamente la educación superior pública. Esta última fase
del modelo de autodeterminación, aunque resultó fallida, buscaba crear la necesidad social y las
oportunidades para desarrollar capacidades tecnogicas y científi cas avanzadas.
Mientras la dependencia reduce el campo de las capacidades socialmente necesarias, la autode-
terminación lo amplía mucho. Para que la autodet erminación se traduzca en un proceso de desarro-
llo se requieren masas críticas mínimas de recursos y capacidades previas. Es decir, la autodetermi-
nación es condicn necesaria pero no sufi ciente. Cuba y las zonas gobernadas por el EZLN muestran
los límites de la autodet erminación en condiciones de aguda escasez de recursos.
El proyecto de autodeterminación nacional fue sustituido por la subordinación global a partir de
1983. Algo similar ocurrió en muchos otros pses de América Latina. En la subordinación ya no hay
proyecto nacional, el futuro de la nación depende de los poderosos y del mercado. La subordinación
global, que supone plena obediencia a los poderes mundiales, parte de premisas opuestas a las de la
autodeterminación. Si ésta parte de la fe en nuestras propias potencialidades (podemos lograr solos
el desarrollo si así nos lo proponemos), aquella supone que dependemos totalmente del capital y la
tecnología provenientes del exterior. Por tanto, en vez de limitar la inversión extranjera, debemos
invocarla mediante toda clase de rituales y complacerla. La subordinación global, al suponer la inevi-
tabilidad de la dependencia empresarial y tecnológica, destruye las condiciones de la necesidad social
del desarrollo de muchas capacidades.
En la subordinación global en la que vivimos, de lo que se trata es de aceptar las reglas dictadas
por los que “saben y pueden”, cumplirlas elmente y preparar nuestros recursos humanos para hacer
lo que en la nueva división internacional del trabajo nos toca: operar lo que ha sido desarrollado y di-
señado en el exterior. La división internacional del trabajo ya no es tanto entre producción primaria e
industrial, sino entre desarrollo-diseño y operación. Ahora buena parte de la producción de bienes
industriales se lleva a cabo físicamente en los países débiles. Las computadoras se desarrollan y dise-
ñan en los Estados Unidos, pero se “producen” en una cadena fragmentada en diversos países de la
periferia. Los libros se escriben en el primer mundo pero se imprimen en el tercero. Los del primer
mundo llevan a cabo las labores creativas, nosotros las repetitivas.
El personal que va a operar estas “fábricas de movimientos repetitivos normados desde afuera”
requiere de una educación que es cualquier cosa menos el desarrollo de capacidades de pensamien-
to independiente y crítico. No necesitamos personal que desarrolle tecnología. Eso sí, se requerirán
muchos abogados y administradores y muchoscnicos medios. El modelo de universidades tecno-
lógicas impulsado por Zedillo es el modelo ideal de educación superior para un país maquilador. Si la
estructura productiva dependiente hace innecesarias la mayor parte de las capacidades científi cas y
tecnogicas, la preparación universitaria de alto nivel, que busca desarrollar esas capacidades, resul-

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