Atentados contra el pudor. Estupro. Violación

Páginas261-284
Atentados
contra
el
pudor.
Es
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·
Vioiación.
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y 79:
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del Cód. penal.
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rnNT
OS
setenta
y cuatro _años
antes
de
la
v~nida
+ del Cristo sobre
la
tierra, una mujer, ángel por
su
be
..
lleza, cÓnsagr6
sus
ardores _genésicos á su propia satis-
facción y á la de los seres de
su
sexo.
Safo· de Miletene, inventora del amor 1Jsbio,
poetisa
y filósofa en
su
'tiempo,)legó á persuadirse, en la aberra~ -
ción de sus ideas , de que cada sexo debía unirse con el
sexo
ó.
que pertenecía, y siendo viuda, habiendo sido es-
posa de
un
marido cariñoso 'que pudo satisfacer con ve-
hemencia su lascivia, se
entregÓ-
_(aun siendo madre
ya
)
al desorden de sus inclinaciones contra naluram, buscan-
- 1
260
do
en
la
unión
de
seres
d~
su
sexo,
la
satisfacción de
sus
placeres.
1
Platón
la
describe como
bella
y
apoya
su
opinión
Ate-
neo;
pero
_ Máximo de Tiro
la
pinta
negra
y
pequeña
co-
mo
también
lo ·
hace
Ovidio, y Mad.
Darcier
agrega
que
· tenía los ojos .vivos y
brillantes.
,
Negra,
Safo,
tenía
que
ser
forzosainente
ardient~y
lú-
br
ica
como son lúbricos y a
rdient
es los s0res
de
esa
es-
pecie
,:
·
Algunos
historiadores
suponen
que
Safo fué hermc{fl'o -
clita;
pero
hay~
sido lo q
ue
fuere, lo cierto es
que
ent
re
sus
múltiples
educan.das
en
la
prostitución,
encontr
ó
otras.
tantas
am3:ntes 6
amadas
que
satisfacían
sus
lúbri
-
cas
in
clinaciones.
Viviendo
en
compaflía de
mujeres
á quienes había ins-
pirado
el a'
mor
inve
nta
do
por
elia
en
la
. aberración
de
sus
sentidos, a
pesar
de
las
protestas
de· los
hombres,
Sa-
fo, enloquecida
de
amor por
Faon
(según
cuenta
la
his-
toria) se arroj6 al
mar
desde
la
roca
Leucad
e,
para
ex-
tinguir
.la
pasión que nacida
en
su
alma,
tuvo
que
des-
bordarse, no correspondida,
en
el
crimen
del
suicidio.
·
La
enseüanza
de
Safo cundió:
sus
discípulas
en
el
amor lésbico
se
propagaron; y
multitud
de
vírgenes y
niñas fueron irtéiadas
en
los misteriosos
deleites
de
un
a
mor
'insimsato. ·
Pero
el
amor lésbico
tu
vo
una
existencia ap
are
nte:
su
' .
desarrollo no fué
mas
que fugitivo,
pues
no pasó de
un
período relativam
ente
corto.
La
prostitución
adquirió
una
nueva
faz.
El
hombre,
como despechado-de aquel
amor
entre
las
mujeres
q1.10
pri
vaban de las caricias
de
éstas,
dió
rienda
s
uel
ta
á ·
/,
'
261
su
lubricidad, sin
respetar
á las vírgenes
ni
aun
á
las
ni-
ñas
de
seis años
en
adelante,
á
quienes
se
corrompía
primero
y después se iniciaba
en
los secretos
de
una
prostitución
escandalosa.
Viene
más
tarde
lo sodomía
imperando
sobre
las
múl-
·
tiples
formas de l a .pro~titución :
la
s barber~as
de
donde
salieron los mancebos alquilándose
para
las c.enas y
fiestas
nocturnas
entre
Íos romanos: los baños públicos
en
donde los
hombres
saciaban
sus
asquerosos placeres
ya
no sólo
entre
e1
Io
s mismos sino
aun
-alquilando .
al
efecto los
sen
-icios de ~sclavos dispuestos
para
prestar-
los: las calles públi_cas en las ·cuales
se
paseaban negli-
gentes, perfumados, embellecidos
por
el aseo y
la
com-
postura,
los· afeminados, provocando con sus
ademanes
incit~ndo con s
U:
s miradas y sonrisas á los
transeuntes:
6
deteniéndolos
en
ocasiones
por
la
fuerza
para
hacerles
pmposiciones.
q1rn
muchas
veces
eran
aceptadas
con agra-
do.
Y no se
crea
que
el pueblo romano hacía
un
misterio
del
· desarrollo de
la
sodomía,
por
el contrario, especial-
mente
en
los festines
eran
domunes
las
demostraciones,
de
amor
á los mancebos; qué_
mt{s,
ha
sta
los hombres
de
cierta
posición social. debida á
su
talento, tenían á
ga
la
la
satisfacción
de
sus
pla
ceres
contra
naturam;
y
de
ellos
es
una
prueba
Horacio, el g
rande
Horacio, que
prefería
,
· á los jóvenes
entre
las bellas .co_rtesanas de
su
tiempo,
hasta
el
extremo
de
haberse
enamorado
ardientemente
del bello Ligusino con ,quien se
abandonaba
al asque-
roso extravío
de
una
prostitución desvergonzada.
El
desarrollo
de
la
sodomía no
se
detuvo en las clases
inferiores sino q
ue
rápidamente
pasó á las superiores y
262
allá
saltó al trono imperial, como lo
demuestran
Ju-
lio
sar
á quien Dolabela, Curión, Cicer6n y
otr
os, ·ca
~.
lificaron-
por
ello con las
más
sangrientas
expresiones:
Augusto
cuya
aberración de sentidos lo llevó á realizar
una
ce
na
en
la
que los convidados disfrazados de dioses,
se
entregaron
á todos los excesos del lib
ertinaje
bajo
la
.
doble
influe:bcia tle
la
ernbriagu
·e
z y de
la
lubricidad: -
Tíberio recompensando con munificencia
verdaderame
n-
-
te
regia
las complacencias
de
Pomponio
Ji'
laco y L. Pi-
son;
_enamorándose públic
amente
de
un
mancebo que~
llevaba
el
incienso
en
el templo,, y arrebatándolo, así
como á
su
her
inano,
para
saciar en ellos sus repugnantes
.
plac
er
es: Calígula amando _desvergonzadamente á Marco
Lépido,
al
cómico :Mnester y á otros muchos con quie-
nes
tenía
un
comercio i·ecíproco: Nerón abandonándose
,,;
á
su
liberto Dioforo imitando los gritos
de
una
doncella
enamoráda y.
ardiente:
Vitelio enamorado de
un
liberto
t~mbién, Asiático: Domiciano: Cómmodo, pasando
la~
noches
en,
la
embriaguez y
en
unión
de
su
favorito Ah-
téro
y
de
otros muchos afeminados: Heliogábalo besan- ·
·-
do
públicamente á Hierocles, y abandonándose como
la
·
:__
InÚ:s
·vil
ramera,
á
las
caricias
de
glfrdiadores y
de
indi-
viduos en' quienes
encontraba
exageración viril
para
la
satisfacci6p de sus placeres
ve
rgonzosos: Caro, durmien-
do siempre
la
siesta
con
su
secretario; y como estos ern,
peradores
; otros que sería largo
citar
y
cuyas
deprava-
ciones llenarían ·con sn relato numerosos volúmenes.
,
Si
hemos'hablado aunque ligerame
nt
~ de los progresos
de
la
sodomía en uno y otro sexo,
ha
sido
para
demos-
tr
ar
que cuando
la
prostitución
llega á
su
desarrollo, el
libertinaj
é se
tor
:1a
escandaloso y se
bu
sca en el refina-
1 \
/
264
tinaje;
también,
en
casos aislados,
se
rea
liza el hecho
doblerne~te
horribll=)
de'iniciar
una
madre
á sns hijas
en
los misterios de
la
· prostitución,
arrebatándolas
criini-
. nalmente
la
a
ur
eola d e
su
candor y de
su
inocencia
para
arrojai·la
en
el fango
del
s asqueroso libertinaje. li'i-
fomena enviando sns d
os
hijas á
la
casa de
Eumolpe
nos
' • 1 ' '
suministra
un
ejemplo de
esa
criminal iniciación que
comienza con el
ultraje
del
pud
or y
termina
·
en
la pros-
tiitución
más
degradante; porque es
un
hecho
que cuan-
do
el
sér
humano se
prostituye,
va bajando uno
por
uno
los
peldaños
de
la
escala del envilecimiento.
No
en
un
a sino en muchas ocasiones·, le fueron presen-
tad
~s á A_ugusto niñas apenas núbiles, á quümes se lle-
vaba
con engañ9 á.
su
presencia y
eran
obligadas á
desnuda
rse, y á exhibir sus cuerpos temblorosos por
la
vergüenza, l'Osados por. el rubor, de carnes
trepidantes
v por el miedo. Y esas vírgenes, apenas 9.ispuestas
para
la
vida de
la
propagación,
eran
entregadas en manos del
_emperador, quien con frenesí inexplicable, realizaba
en
ellas tod_as y cada
una
de las ideas que le sugería
su
re
-
finamiento Iibtdfn
os
O',
abandonándolas después,
cuando
~r
cansancio de sus ~ácultades físicas, hacía que le pai;e-
cieran
repu
gnantes y odiosas aquellas
tiernas
y bellas
vírgenes ,
qu
e habían sido entregadas, arrojadas eil
sus
brazos
por
una
turba
de amigos interesados
en
captar.se
el cariño, lu estimación .del
gobernante
,
aun
á costa
de-
ruines
y despreciables acciones.
Por
fortuna
la vejez
del
emperadbr
'calmó·bien
pronto
sus
desordenadas co
stum
-
br
e's; nrntando
la
frialdad de los años
en
su
na
tur
aleza
los ardores lúbricos ; pues de fo
6o
ntmrio
pocas
hubieran
_sido las tnujeres vírgenes
para
satisfacer
su
insaciable
/
/
266
Por
desgracia esos actos que atacan de
una
manera
-
directa
y poderosa á 'la sociedad, no
han
sic~o
mas que
moderados pero no 1;estringidos por completo, por la ,
inoralización de las sociedades y por
el
rigor punitivo
de las
ley
es. No obstante, es observación fundada, que
á medida que
un
pueblo se acerca ú
su
destrucción, la
prostitución
adquiero
un
desenvolvimiento espantoso
que
enervando los elementos generadores y debilitando
· física y moralmente á las sociedades, las ataca con una
'especie
üe
anemia que, agotando sqs fuel'Zas creadoras,
las
hunde
para
siempre
en
la
nada, como se
hund
.e en
el
sepulcro, por ;joven qu,e sea, el hombre que abusando á.
su
vez de
su
naturaleza, se debilita, se estraga, y
entra
de
lleno
en
el período de desgaste físico y moral que
da
-como resultado
su
muerte
prematura.
La
mujer resist'e
más
tiempo á los estragos de
la
pros-
titución, pero se hace más rápidamente infecunda volun-
tariamente
para
estar
siempre expedita y
apta
para
el
libertinaje. El hombre resiste menos tiempo á los estra-
gos de
su
desgaste físico;
¿y
cuhl es el '
result
~do de
su
conducta?
Su
inutilidad personal para
la
sociedad en que
vivé:
la
procreaci6n.
ae
hijos enfermizos; raquíticos, in-.
· capa~es'
de
vivir·, y . si logran existir, enajena.dos, deg
e-
nera
d.os
ó Ímbéciles. Tales son los resultados
pdcticos
.
·
a.e
la prostitución desordenada.
Y 110 l1nerbmos referirnos ú la desmoralización de las
'costumbre§ ·con el ejempl
o,
porque ~ales consecuencias
.son'bien conocidas de la humanidad.
La
esposa que ve
.á ~u esposo enfermo
ele
enfermedades vergonzosas :
qnEl
s-e
ve abandonada con fr~cuencia y sin razón: que t iene
,
eh
vez de unos hijos sanos y robustos', seres en~ermizos
\
268
'
vie
ne
11 á ser como la
co
11tilluaci6n
de
una
obra
6 como,
su
re
.petición
en
varios ejemplares.
Este
fen6éeno que se
ha
obsel'vado siempre y
en
to-
das las sociedades que
ti
enen conocimiento de lo que 8):;
malo ó bueno pÓr.la ley, no ·
tie
ne
más explicación que
la
' que le es
na
tural y debida: si el acto
d.eliÍ1cu
e
nt
e es
co
-
met
ido
en
conjunto es el resultado del vicio, de la des-
1horalizaci6n social,
el
e la
int
ención dolosa; si el a
ct
o es
. . .
in
dividual, debe ser
1a
consecuencia de u.na aberrnci6n
no imputable al deliúcue
nte
por ser originada por
a1
g
ú1:1
defecto físico
ya
sea orgánico 6 bien morboso; pero sea
cualquiera de
Sas
causas, estas no son hijas más que de
Ja
depravación de ]as costumbres .
. P ara.estimar este último punto, s bien dicho,
esta
,
últ
ima faz del atentado al pudor, del estupro y de la viola-
6n; ocupémonos
un
poco de los resultados prácticos de
cierta~ enfermedades ú organizaciones defectuosas, que
sirven de móviles á la perpetración de esos hechos que
la
ley
'estima como delitos.
La
epilepsia
entre
otras enfermedades revis
te
en ci er-
tas ocasiones
una
. forma determinada, y .
esta
es la del
impulso inmoral. _, ~-
En
.ocasion
es
es
un
a señora bien aceptada en sociedad _
,,
por la pureza d e sus costumbres, por su
'.mora
lidad no-
toria, gue ·se expresa
en
términos inconv~nientes en pre-
sencia de la sociedad respetable que
la
rodea,
sip.
con
si~
,deraci6n al
pudor
de las personas de
su
sexo que
están
próximas á ella, sin éonsiderac
i6.n
á
1J
i119cencia de los
· -niños, a,lgunos de los cuales,
tal
vez, se
l;i.allan
pendien-
tes
,,
de sus labios ó recost~dos en,
su
regazo, sintiendo
. ' /
I
f .
269
con
.
deleite
la acción
de
aque1la
dama
_
acariciando
uni
-
forme
y
du
lceme
nt
e
sús
li..ndas
cabecitas
or
a
sea
c
on
los
labios, ora s
ea
con 1U'mano
enguantada
6
desnuda
pero
siem
pre
bl
anda
y sedosa.
En
o
tras
ocasio·n
es
es
una
jo-
ven
pura
aun,
qu
e en público se
entrega
á
manifestacio-
n
es
más
ó
menos
pronunciada$ tle
sus
deseos eró~icos:
vuelve
los ojos
en
blanco,
contrae
su: boca, pero
dejand
o
al
descub
ierto
los
blancos
y parejos
dientes
con los
..9ua
-
les
muerde
su
lab
io
infer
ior : lleva
sus
ma
-nos .
tem
bloro-
sas é inc
ier
tas
al
seno
puro
aun
por
la
virg
in
ic¡ad:
su
ta-
He
culebrea
en ondulaciones de
scompuestas:
sus p_
ierna
s
se
ju
ntan
fu ert~
mente
y
sus
pi
es
se
cruzan
en-
posición
ardiente.
En
otras,
(para
no
cita
r
s), es
un
joven
en
la pl
en
it
ud
de
su
juventu
d
risueña
ó
un
anciano en
la
de
·
su
edad
senecta
los·'
que
se
entregan
á
manifesta
ciones
eróticas
de
un
color
bien
s
ubi
do.
Pero
.no
es
esto
aun
lo
. 1 .
malo. Alg
unas
veces
esos
mism
os seres, sin concienci
i;l,
,
del
que
tienen
al
lado, ll
ev~.'
n
su
acción
directa
sobre de
ellos, .
incitándolo
s , provocándolos á
la
realización
en
ocasion
(;;)
s
puhible,
de
hechos
inmorales.
Ahora
bien
, como
la
·epileps
ia
puede
venir
acompaña-
da
do alucinaciones, 110
es
posible concebir
hasta
qu
é
punto
pueda
lleg
ar
la
~
nfermedad
en:
la
demostración
de
actos
que
no
pueden
revestir
carácter
-
<:le>
delincuencia
alguna;
y
en
apoyo
de
lo dicho,
he
aquí. ·
un
caso que ci-
ta
la
lumbrera
actual
en
el
estudio
ele
la
~
me
dicina legal:
Legrancl
du
Saulle.
"A
las
siete
de
la
,
mañana
del
día
7.
de
Agost0 _de
1873
interrogué
en
1a
prevención
de
Pan
á
l\L
F.,
antiguo
profesor,
de
cincuenta
~ños
edad,
acusado
de
atenta-
dos
contra
e!
p~dor,
y
qu
'e á las
diez
de
la
~añana
del
, 1
..
'
270
mismo día debía
presentarse
añte
la
~.\.udiencia
de
los
-
jes
Pfrineos.
Antes
de
_
;bandonar
6,
París había
estudiado
el proce-
so, y
he
aqu
í los
he
9hos principales
que
encontré:
M.
F-:.
' es
el
hijo menor de uµa mujer que
durante
los seis
últ
i-
mos años
de
su
vida h[tbía
estado
en
tr
atam
iento
por
_un
estado
pe
rmanent
e
de
enajenación
mental;
hijo de un
alcoholizado crónico,
muy
irascible y
muy
violento,
que
había
tenipo accidentes epileptiformes; sobrino de
un
·enajenado y de
un
epiléptico, con la circunstancia de qu
'.
e
el piléptico
~ia
bía matado al enajenado
do
una
puñalada
en
una
plaza pública; hermano de
un
suicida. Por
otra
arte
M
.F.
ten
í
a.
tres
hijos; el primero padeció de con-
Yulsiones en la infancia; el segundo
es
débil de
espíritu
y anémico; el
te
rcero
est
d
.b
ico.
Tres médicos
han
conocido al acusado y á diferei~tes
individuos de _
su
familia. El Doctor
Hiriart,
de Báyona,
declaró que
ha
mantenido sin
int
er
rupción, por espacio
de quince años, rélaciones con
M.
F.;
qu
e
su
carácter
e
ra
muy
extravagante; que cometía los actos
mas
vio-
lentos
é inesperados, y, que
una
· noche
había
querido
·ahogár
:í,
su
mujer.
El
Doctor Dupony, médico de T'ar-
ta
s, afirma que
e,l
detenido
era
ataca
do de
una
alteración.
· profnnda del s
istema
nérvios
o,
revistiendo
á.
veces
la
forma de vértigos, espasmos, convulsiones, demencia,
1
pero
que estos ·accidentes
se
presentían
de
una
manera
intermit~nte, sin que el que los padece
tenga
en
el
mo·
·
mento
de
la
acción,.
el
.sentimiento
de
sus
actos.
El
Doc-
tor
Dilsipy, de Ustaris, declara que el acusado
ha
teni·
do verdaderos accesos
de
locura; que
una
vez,
fuera
:
de
sí, hizo girones
sus
vestidos,
se
qued6
en
, cueros,
abrió
271
su
ventana y quiso arro'ja~se por ella,
que
eli ·
otras
oca-
siones estuvo varios días sin comer
para
poner fin á
la
vida.
El
Doctor Anzony; médico director
del
manicomio
de
Pan;
el Doctor
dantormet,
médico de
la
prevención, y
el
Doctor Pernié, antigi.10 interno de los hospitales de Pa- ·
rís, nombrados peritos en
este
asunto, atestignan,
al
,
contrario, que M. F.
ha
ejecutado vo
lunt
aria y
S'.1bía-
n¡ente l
os
actos que se le
imputan,
que
es inteligente.
lihre·y responsable_; pero que ~in embargo,
hay
quizás
lugar de tener en cuenta,
hasta
cierto punto, las dispo-
siciones mentales de sus ascendientes.
En
la
primera ontre
visttJ,
con
:rvr.
F.
me enteró qne pa-
deció en
su
juventud, y
ha
sta
los
veinte
ó veintidós años
ele
edad, la deplorable enfermedad
de
orinarse involun-
tariamente
durante
el sueño, 10, 12, 15,
18
ó más veces
por año, que nada
ha
hecho
para
curhse,
y que
su
in-
-continencia de orina cesó por
sola, pero que desde en-
tonces tiene "opresiones
ele
cabeza," por intervalos que
algunas veces duran una
hdra
y otras
un
dia; que enton-
ces le
cuesta
trabajo dirigirse, que ignora mucho. de
lo
que l e acontece, y que cuando vuelve á
estar
en
el
ejer-
de sus sentidos,
no
se acuerda absolutamente
de
nada y que
está
sumamente
asombrado -;,del paréntesis
que se
ha
abierto
en
su
vida." .
Apremiado por mis preguntas,
añade
que esM acusado
de actos obscenos llevadoscabo siempre
g.e
,la
misma
manera
desde los · diez y seis 6
di{lz
y siete-
años,
y,
que
la
mayor
parte
de .estos actos
hoy
día
han
prescrito; que
so'-
lamen~e
está
encausado por
tres
de
ellos
ante
la
Au-
diencia; que habfa propuesto á
un
contribuyente
mas
--
,
36
\
272
t~rbarle
en
su
c1espacho,_y que había probado
introdücir
c .
011
..
violencia
la
mano en el panbalón
de
este
hombre;
que
había
ma~turbado á
much
achos j6v:enes en los cam-
pos ó 'en los bosques, y que se había
hecho
masturbar
por ello~; 'que
se
.
. r,9prochan ádemás
ultrajes
públicos
.c
al
pud
or,
por
los _cuales
será
ult
eriormente
perseguido
ante
la poliéia correccional de Bayona,
pero
que no
tiene
conciencia ni recuerdo" alguno de
todas
estas torpezas
que
aprendió
en
el
colegio. Y
termina
diciendo: "J\.íi fa-
. milia y mi abogado me
han
dicho
igu
a
lmente
que
he
que-
riq.o
ahogar
á mi mujer y que había hecho cinco
tentati-
..
, , ·
vas
de
~u
icid
ío
; ¡ pero no comprendo mída de todo esto,
/
I '
. t l d
!"
'
·
n1
,ampoco
.,
o
recuer
o. _
/.
En
la
au
die11cfü,
Ios .seis médicos declararon en el sen_-
tid6 que
he
.
IDOS
indicado:
tres
í.Í,
fa YOI' y
tres
en
contra.
Yo
fui
Jr
ürodúcido, y dada
la
a
ctitud
atenta,
perpleja y
"'
_ '
mud
!l '
d~
todo el1 auditorio, comprendí
al
momento
de
cuánto
poso debían
ser
mis palab
ra
s.
Ex:pri.se,
casi sin
pré:í.mbufo,.en qué consistían las dificultades diagnósti"
cas ~e
la
epilepsia; describí el lado
intelectual
de
111
_ nei\-
rósis; insistí lig€lramente sobre el valor 1nédico-legal de
l~
incontinencia de orin~ y sobre los
grandes
caracteres
\
de
la
epilepsia larvada; después, recordando mi obser- .
vaci6,n clínica sobre los acusados, amparándome de
esa
repetición
intermitente
de
los mismosacfos obscenos, ca-
si
pe
ri6dica,-y siempre idéntica
durai:té
diez y seis 6-'
·'
diez y
siete
años, afirmé que
encontraba
en
.ellos los ele-
. :qientos
de
una
poBero_sa convicción .clínica y médico-le-
.
gal.
Unica,mente me faltaba afirmar
la
irresponsabilidad,
1
91;1-audo
las impaictales y multiplicadas·
preguntas
del
Sr:
~res~~e71te
Carr
_~re 'hi9ieron
tomar
ele
golp~ _á
mi
infor1-
' \
1 ,
/
/
¡;
. ,
273
me
las proporciones inesperadas de
un
deb
ate
científico~
grande y solemne.
La
her
enc
ia
morbosa, las trasforma-
ciones de la: neurósis, los vicios hereditarios, los
impul-
, sos suicidas; todo fué revistado y explicado, y preciso 8$
reconocerlo, jamás .enfermo alguno se prestó mejor
para
la
demost
ración.-"Y
sin embargo, dice el señor Presi-
dente, ¡el acusado
era
un
contador exelentel"-El robo,
repliqué, no
entra
en
sn
criminalidad enfermiza. Si M.
P. hubiere so
lament
e substraído cinco céntimos, diría
po1
:
mi
parte
. que
era
un
ladrón.
Los
alegatos fueron largos, hi'illantes, pero algo
apa-
sionados, y no giraron · en
gra
n
parte
. sino alredéd-or de
las opiniones emitidas por los siete médicos oídos, . .
Después de ocho minutos de deliberación, el
Jurad
o~
dió
un
veredictq de in
c1.1lpábil
id
ad
. ,
M.
F.
-fué
absuelto. \
Poco tiempo después, M. F . comparec
a
nte
el
tribli.,
nal correccional· de Bayona, por
1.
1ltraje público al pudor,
fué condenado á \in año
tres
meses
9-e
prisión .
..
Mis,
co-
legas, ¿fueron oídos en este . nuevo proceso?
Jamás
lo
supe. De mí, decir que no foí citado.
En
la cárcel,
el
~ondenado .enfermó mucho
y.....su
inte-
. 1 .
ligencia se debilitó.
En
el mes de Mayo de 1874, el ma-
riscal l\fac-Mahon, Pres
id
ente de fa República,
s-e
,aprB-
sur6 á co~cederle la libertad.
Retirado desde luego al campo, incapaz de ocuparse
en
nada, a.batido y amnésico, experimentaba
un
tembloI;
de manos tal, que apenas puede escribir; nunca sa}e solo
después de haberse fugado
repentina
é inexplicablemente
de
su
casa, cµya ¡iusencia
se
r,rolongó
durante
ocho días,
y acaba
su
triste
exis.tencia,
en
este
est
.ado irremediable
de
demencia que me había sido
tan
fácil
presentir
y anunciar; '
. . '
'
(
.,
274
Una carta, fechada
en
6 de Abril de 1875, y que pro-
cede
de
un
Magistrado
muy
respetable
del
departamento
Londres, de
M.
Armando Despony,
suplente
del Juz-
ga
do de paz, y médico del hospital de Tartas, acerca d
el
· enfermo los
más
positivos detalles. M. Despony habla
de
tres temblores tetánicos, seguidos
de
pérdida
de memoria, so-
brevenidos al enfermo desde hace once meses, y
termi
0
na
diciendo: "Desconfío de toda opinión médica formal
qne suponga que l\í . F.
goz(l
de la
plenitud
de sus facul-
tades
."
He
aquí, pues, cómo
ha
terminado
un
asunto
que
ha
ten
i90 el deplorable
p1+,-ilegio
de remover todas las pe-
queñas pasiones de los ociosos
ele
uno, de nuestros de-
l?arta:mentos.
Bien sab~do es que las manifestaciones de
la
manía pe-
riódica, locura instintiva, monomanía transitoria homi-
cida, delirio impulsivo, lGcura instant,ánea, accesos -
bitos de fieqr~ cerebral, enajenación mental intermitente,
locura suicida
remitent
e, soll resultado generalmente de
la existencia de una epilepsia des
co
nocida ó de
una
epi-
lepsia larvada.
Y como de algunas de esas manifestaciones puede re;
sultar
la comisión de los delitos de que
I?-OS
ocupamos, .
jus
to es decir
qú.e
no en todos los casos en que éstos
se
realizen, se debe suponer, ni menos declarar, responsa-
ble al
autor
de aquéllos, pues lo contrario equivaldria á
admitir ó á · negar la existencia de ciertos impulsos
que
llevan
al
enfermo, no aparente,, á la consumación
de
· . actos obscenos, que,
en
justicia, no
revisten
un
carácter
de verdadera delincuencia.
275
Hemos .
_querido
citar
de preferencia
la
epilepsia,
por
/
que sus múltiples manifestaciones
pueden
confundirse
1
con las de algunas otras enfermedades; pero esto no
es
.
decir que no nos ocupemos
aunque
ligeramente, de al-
·gnnas otras de aquellas que· pueden
dar
en ocasiones,
motivo bastante aunque sólo aparente,
para
imputar
de-
te
rminada delincuencia al que consume ciertos actos
· que afecten al pudor de 1as personas .
La afección cerebral crónica, es
la
manía y ésta
está
ca
racterizada por
la
perturbación y
la
exal,tación 'de
la
· sensibilidad, de
la
inteligencia y de la voluntad. Es
rara
en
la
infancia y en
la
vejez, pero frecuente entre los vein- -
te
y cincuenta años, y
ataca
lo mismo
al
hombre que á
la
mujer.
En
esta perturbación del cer~bro que tiende á revelar~
se
más
principalmente
durante
la
Primavera y el Vera-
no, según
Esq_uirol,
ocli.p
·a
un
lugar
privilegiado como ori-
ginaria de ella, la herencia cuando
en
los antecesores
ha
habido enajenados, epilépticos ó alcohólicos.
Para
la predisposición i
la
manía
en
un
sugeto predis-
puesto á ella, obran poderosamente los disguotos, los exce-
: sos de todo género, las preocupaciones prolongadas y
lo~
grandes
tr!:l.bajos
de
la
inteligencia; . ' .
Otras veces, y no pocas,
la
mariía es sintomática de
un
est
ado morboso perfectamente definido como el alcoho-
l~smo, la epilepsia, el estado P?,erperal, el histerismo y
ot
ras.
La manía idiopática no aparece bruscamente sino que
· viene pi·ecedida de período prodrómico, cuya duración
varía entre unos días á seis meses; pero durante
este
pe-
l
.
,.
_ .
276
ríodo de iniciación,
el
delirio se manifiesta bajo diversas·
afecciones
tales
cómo
el
enfado,
la
inquietud, la ansie-
ciad, la preocupación,
la
congoja, el presentimiento si-
niestro y "otras que tornan al enfermo en sombrío, abati-
do, tímido.
En
este
período, el sueño falta muchas veces
6 sirve de cuna á pesadillas más ó menos horribles pero
siempre
espantosas, que agobian al enfermo y
lo-
co
_m
'.__
primen
y aniquilan vigorosame
nte
durante
el período sin'
defensa del mismo sueño.
Las facultades intelectuales de los maniacos son víc-
- timas de
una
exaltaci'ón considerable, y los obligan á'
perder
frecuentemente el respeto á las conveniencias so-
ciales. Por lo regular, Ía indecencía y el erotismo son
las manifestaciones de la manía. De esto reslilta que se
,inclinan de preferencia á
la
consumación de ciertos ac-
.
ios
que ultrajan al puqor; al
estupro
y á la violación.
-- Muchas veces se
han
perpetrado esa clase de delitos '
por personas incapaces de cometerlos por lo que se
ele:
ben
así misinos y á la sociedad
en
que viven, y casi
en
'
todas esas dcasiones · _se
ha
visto
en
el agente del delito
un
verdadero delincuente. ·
.,
Guiado
el
enfei'mo por
la
inspiración maniaca del ero-
tis~o,
p-i;i.ede
llegar á
la
1realización d e ciertos actos que
la
moral reprueb~,·y así es común que
esta
clase de
su
-
getos no se detengan
para
sus demostraciones eróticas,
ni
ante la edad; ·ni
ante
el sexo,
ni
ante
la
clase de la
persona
en
quienes
fij'an
sus miras
para
la
realización de
' , , \
"'
.
~
sus
deseos. Un maniaco tomará e
ntre
sus brazos á
úna
,;niña pequeña
e.
mi;
la sentará
en
sus rodillas, y sin res -
. peto á
la
inocencia de aquélla, buscará bajo
su
ropa el
· conducto propio para
satisfacción de sus
desf'30
S,
y si
'~. ij
J,,
I
. . :
·.
··,·.'·
(
277'
la
niña se resiste á aquellas demostraciones,
usará
de
la.
fuerza, y consumará en .ella
un
"delito superior
de
más
importancia
que aquel que lo
puede
estimarse
conío
atentado
contra el pudor, y
aun
podrá
s~guir
aquel
ac
-
to de otro más grave
aú1:1
que
haga
d
peor condición
su
aparente
delincuencia. ·
Es incuestionable que el'hombre
que
tales
hechosrea
-
lice,
será
sometido á
1a
acción
de
la
justicia, y no-oos-
tante
su
aparente responsabilidad,
será
realmente irres-
ponsable
d~
los ~elitos cometido~, porque,
pará
perpe
- -
tra
rlos, sirvió de base un impulso ajeno á
la
voluntad
. concienté del individuo y
por
lo mismo,
muy
dista_
nte
de
la
voluntad dolosa que á
su
veíl
determina
y sirve como
base de
la
responsa!Jilidad criminal. _
..
'
La
parálisis general que
comunmente
aparece
en
la
edad
adulta
, y antes 'de
cuya
manifostaci6n--absoluta
se
notan cambios de
cará
ct
er
en
las personas que deben
ser
sus víctirr~as ,
tiene
entre
s
us
vatias,formas
la
de
10¡
_éxci-
tación genésica. Después del período prod.rómico resul-' -
ta
n los sfotomas precursores del delirio y lueg'o aparece
el delirio parcial. Tanto en los 'prodromos de
la
enfers
medad como
en
su
invasión completa, las manifestacio-
nes pueden,
en
ocasione~, encamirn;lrse á la pe
rpetración
de
ciertos actos como los de
atentados
al pudor,
estupro
·
6 viola ción. · ·
_,
Gener~lmente las personas avocadas á
la
parálisis,
ex
-
perimentan
un
cambip len
tam
ente
desarrollado '
en
sus
ideas:
de
honestas,
por ejemplo,
s~
van
tornando
én
des-
vergonzados y lascivas; pero poco á poco,
acentuándose
paul
a
tinam
e
nte
la
forma del delirío genésico.
1
~
---
·.
ID
. ,
278
I~ste
can.1bio
( que no es repentino, porque la enferme-
dad
no
invade al individuo de improviso) se manifiesta
,sin que
haya
delirio; sin trastorno en las costumbres y
en
,
la
manera de ser física y moral del sugeto invadido;
y de
aqttí.
se deduce que
el
cambio. de conducta apa-
rezca como reprensible y aun digno de castigo, porque su-
pone
la
existencia
de
una prostitución que ataca con sus
manifestaciones al pudor público ó privado de las personas.
Por
lo regular cuando la forma de
la
parálisis tiende
á determinar la excitación genésica, el enformo durante
el
período prodrómico de ·
la
e;nfermedad, va cambiando
lentamente
su
conducta moral por o,
tra
de carácter
fo.
moral que va poco á poco á
su
vez acentuando
la
exci-
,tación genésica. Así, lo natural es suponer que el indi-
viduo en quién cambio
tan
lento se nota, no es víctima de .
r
un
mal que sirve de guía á
la
realización de sus actos in-
morales, sino que es un pervertido que se hunde volun-
- .taria;m_ente en
la
prostitüción, aprendiendo poco á poco
las múltiples formas del libertinaje.
si
un
-sugeto de
esta
naturaleza· comete
un
atentado
a1
,
pudor
en el
pE\ríodo
prodr6mico de'
la
parálisis, incues-
tfonablemente será castigado por
la
autoridad con
la
pe-
na
que merezga, y por la sociedad y aun por
su
propia
fam_ilia éon el desprecio; y ¿es esto justo? aparentemen-
te
sí;.porque ni la autoridad ni persona alguna puede ver
en
ei autor del hecho,
un
candidato cierto é ineludible
{1.
la
parálisis. ·
;
,:
Para estimar el grado de responsabilidad de
un
delin-
cuente de esta especie, debe recurrirse al examen del .
é~ico-legista, porque sólo éste y 110 el
Juez
ni
lós
ex-'
, 279 .
.
traños
á
la
.cieneia mé,dica, pueden estimai: si los actos
,. / '
-cometidos por aquél debe·n
reputarse
como delic.tuosos.
Un síncope, un vómito, dificultad
en
la pronunciación
de
las palabras, parálisis efímera de
un
miembro,
puede
n
ser estimados
:í.
los
oj'os
vulgares, como resultados de 1a
debilidad, de una indigestión, de
una
congestión pasaje-
ra, y, no obstante, pueden
ser
los
terribles
anuncios
de
la
tenebrosa enfermedad que en silencio y misteriosa-
mente,
va
realizando
su
espantoso periodo
ele
invasión.
Un
hombre decente, estimado y respetado
en
_ la so-
ciedad, atacado
ya
por la parálisis, . conoce á una mujer
de
costumbres ligeras, verdadera vendedora de placeres,
y se siente aturdido, cegado, impelido fatalmente, ;ver-
gonzosamente hacia ella, y por satisfacer su excitaci6n
genésica, )
Se
une
en
matrimonio con
la
astuta
cortesana.
que
apro-vecha la oportunidad que se le ofrece paf.a ha-
cerse dueña de una posición tranquila y respetable; y ve-
rificado el enlaee, nadie verá:
en
el marido mas que
un
hombre sin pudor y sin vergiienza:
un
hombre que en
nada
estima
su
honra; y se
verá
. despreciado, escarnecí -
do, vejado .por
la
sóciedad en
cayo
seno _
Yive.
_ Siguien-
{lo los instintos de
su
exaltación; genésica, no se confor-
mara con la_posesi6n .de la mujer liyiana y
busoará
al-
gunas
otras que se presten
más
ó menos.-fácilmente á la
satisfacción de' sus deseos eróticos. Entonces, y hechos
públicos estos actos, nadie verá en aquel hombre
:¡na
s
que á un prostituido, á un inmoral, indigno de pertenecer
á
la
sociedad honrada y honesta
entre
1~
cual se crió.
¡Infeliz, no es él el responsable de sus actos, es
la
exis-
~
tencia
de
un
mal desconocido que poco á poc~ fué inva-
-~7
. \
\
280
diéndolo, agotándolo,
sometiéndolo
á
su
desastrozo iní-
, .
. perio!
:_
' , '
_.
Otro
hombre,
arrebatado
por
el
impulso
genésico, aca-
'
ri~ia lúbricamente. á
una
mujer
ho:µesta á
quien
antes
ha
respetado
por
sus
_
virtudes,
y
....
puede
llegar
al
,
estu-
,
pro
.y á
la
violación; y no
obstante
., es
otro
infel,
iz
~n
-
quien
la
parálisis }ilava le1:itamente
sus
agudas
garras
·
En'tre los'proq.fümos de Ja parálisis
puede
observarse
-\,
f \ -
1
',
·•
,el
temblor
pa~ajero de los labios,
la
desigualdad
de
las
· 'p
upilas,
la
dificultad
en
la
pronunciación
d{p
las
palabras,
.
-e
l enéorbamieiito del
cuérpo_,
la
expresión
triste
de la ca-
.
ra
;
fa
hipocondrít~, etc., y ¿quién no 1
vorá
en
estas
apa-
.
riencias
las ma1iifestaciones de '
ctna
lubricidad
ardiente
indÓmáble? · · · ·1
·'
' · ,y no es, esto sólo; esas , manifestaciones
....
varían
pero
·
siempre
en contra del acusado., Así
,'
se
gún
refiere
un
au-
fo r 'respetable.
un
pastor
atenta
al
pudor
de
una
niña
y
· ·
después
la
nfata. E
n:
la
pre
sencia judicial confiesa
su
_
i-
men
·
pei
'b lo ati;
ibuye
á
uha
sugestión
diabóliG_a."
Cuando
det\lá:ra ·no
puede
tenerse
en
pie,
tiembla
; se
expresa
in-
loherenne,n:1ente,
pierd;
la memo~iá, y
cuantos
pres~n- • '
".·
ciah ra escena, .atríbuyifo
estas
de~nóstracione~
.,
de
teáor,
·
al
temor
del castigo: al desJo
de
salvarse de
una
pena;
y apésa1
"'
de tó'do aquel
pobre
pastor
no
era
mas
que
un
.,,
·phralíticó
bli
' el ·perío·do depresivo
deJa
parálisis:
obra
por
la
parálisis y se
deprime
por
la
misma
parálisis;
¡qué
dista'ncia
tan
'grande edia
entre
esta
aparente
delincu:en-
,;
éia
y'la
delincu·encia v~
rdadera!
y no
obstante,
la
9pi-
.
ni6.n
jµdicial
encuentra
un
delincuente
en
el
caso,
cu
~
m-
, ·
do
:
el
au
tor de)os delitos dichos es
irresponsable
·
ae
~ll0s;
" ·
-Po
r desgracia los atentaélos
al
_ pudol',
el
estupro
y
la
\ , ·\
. ;
/
-,.,
,
2s1
violación
se
consu~an
por personas
de
h clase rica, y
esta
condición sirve
para
a~ravar
su
situ
ación
ante
la
ley;
porque
en
la
conciencia pública
está
erróneamente in-
culcada
la
idea de que el hombre acauµalado
usa
de
su
caudal
para
abusar
en
la
·.sattsfacción
de
su
· erotismo.
Y ¿qué diremos de
la
reihcidenciá delictuosa
en
el ca-
so de
la
parálisis? . . . . ' ' . '
El p'aralítico genera
l,
segtm el
autor
que nos sirve de
guía
en
estos estudios,
ha
jJodiclo
esta1·
expue1¡to
á siijrir
en
el
curso
inicial ( de la pzirálisis); impulsos IOeptomania-
cos,
suicidas, lwmiddas ó incendiarios ,
debo
decir
(manifies-
ta
el autor)
que
está completamente libre
ele
estos
movimien-
tos
impetuosos é ·irresistibles d
es
ele
que
la
remisión
es
,
comp
le-
ta;
pero estos 'impulsos desaparecen cuando
la
forma
verdadera del delirio se determina.
Dol prodromo de·
la
enfermedad al estado
inicial
de
ella; de
éste
al estado final, media, por lo general,
un
largo ,período de tiempo, y
durante
és~e
¡ cuántos delitos ·
pued~n cometerse
del
orden de aquellos de·que nos ocu-
pamos
en
este
capítulo"cuando
la
forma
el
.el delirio es
l~
excitación genésica. :-
;-:
;-
¡~
*
Intencionalme
ntonp
queremos ocuparnos de otras cau-
sas
originales del impulso erótico que conduce al enfer-
1110
á las perpetraciones de les delitos mencionad.os
en
este
capítulo; porque de
hacrrlo
así. agotaríamos los ele- . ,
mentos de que disponemos
para
fundar
respecto de los
demás del~tos,
la
necesidad del reconoti1miento médico-
legal
en
todos los casos de delincuencia aislada.
Con lo que1
llevamos' dicho, es
bastante
á
nuestro
jui-
cio pa
ra
fundar el principio que sostenemos: no todo acu-
',}
282
saclo es delincuente, ni todo
aparente
delincuente
~s
respons;1ble de
su.s
·actos; pero si
para
investigar
lo
pri-
mero
basta
la
instrucción procesal, no así respect o
de
lo
'
se
gundq, si no es impuesto como precepto leg~l: que
, siempre que se
trate
de
un
solo,
ímico
autor de un deli-
""
to, debe procederse al reconocimiento
perici21.l
del esta-
do
de
su
~ facultades mentales por pen;onas aptas
par
a
ello; y esto podrá eximir.
de
castigo á muchos supuestos
. delincuentes contribuyendo de
una
manera eficaz á ha-
cer
verdaderamente
justa
ia
aplicación de
la
ley.

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