Asimetrías de vecindad

AutorVíctor Emilio Corzo
Páginas14-16

Page 14

Para el ciudadano común los asuntos de política exterior por lo general son vistos como algo lejano; algo ajeno a la vida ordinaria. Esto provoca que se tenga poco interés, excepto cuando —de vez en cuando— surge una nota periodística que permite poner en perspectiva qué tan bien o qué tan mal está la situación a nivel local en comparación con el extranjero, o cómo reaccionan los representantes gubernamentales sobre una situación internacional en específico.

Cualquier comparación que se haga entre la realidad nacional y la que se vive en el extranjero siempre estará sesgada por una visión parcial, la cual se fundamentará, en la mayoría de las ocasiones, en la realidad en la que se encuentra sumergido el individuo. En otras palabras, el estado de las cosas será relativo y dependerá directamente de cómo sea la situación que vivan las personas dentro de su país.

Este juego de percepciones, aunado a la apatía por lo internacional y el miedo que se tiene por lo extranjero o lo desconocido, ha permitido que en la actualidad encuentren suelo fértil los discursos políticos xenófobos como los que han rodeado la campaña electoral en Estados Unidos o los que antecedieron el referéndum a favor del Brexit en el Reino Unido. Esto tiene una explicación psicológica y deriva de una incapacidad de autocrítica de las personas y los Estados. Dicha incapacidad siempre va disfrazada de una actitud de superioridad, bajo la cual se creen un “gran modelo” o la “nación elegida”, erigiéndose así en el “dedo señalador”, para tratar de olvidar u ocultar sus propias carencias.

Ahora bien, actitudes como éstas siempre han existido en una variada gama de niveles, desde chistes que se burlan de cierta nación o de determinados grupos éticos, hasta formas más extremas expresadas en actos genocidas. En un plano más teórico, la comparación respecto de los regímenes jurídicos no escapa y se enmarca en la eterna discusión sobre si el sistema jurídico nacional es mejor o peor que el extranjero. De igual forma, surge el paradigma de que las instituciones internacionales son más eficientes que las nacionales, con lo cual se genera una falsa expectativa mediante la cual se espera que aquéllas solucionen por arte de magia la problemática de éstas. De ahí que existan frases célebres, como la del ex secretario general de las Naciones Unidas, Dag Hammarskjöld, quien afirmara que “las Naciones Unidas no fue creada para llevar a la humanidad al paraíso, sino para salvarla del infierno”.

Un punto intermedio entre estos dos fenómenos es el relativismo cultural a través del cual se implementan, aplican e interpretan las obligaciones internacionales de derechos humanos. Si bien hemos escuchado infinidad de veces que los derechos humanos son interrelacionados, interdependientes...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR