Asesinos por naturaleza: una lectura primigenia de la violencia en el cine

AutorAlma Delia Zamorano Rojas
CargoDoctora en ciencias políticas y sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México. Profesora-investigadora de tiempo completo en la Universidad Panamericana
Páginas259-282
Andamios 259
ASESINOS POR NATURALEZA: UNA LECTURA PRIMIGENIA
DE LA VIOLENCIA EN EL CINE
Alma Delia Zamorano Rojas*
RESUMEN. El artículo analiza el problema de la violencia desde
una de las respuestas que le ha dado la sociedad contemporánea:
sirviéndose del filme de Oliver Stone, paradigmático en el tra-
tamiento de la agresión y la violencia. La autora analiza el tema,
ensayando respuestas ante tópicos que van desde su cauce me-
diático y su trivialización, hasta sus alcances como crítica del
poder. La investigación exhibe un recuento de causas que jus-
tifican el tratamiento de la violencia como una crítica fílmica
de la percepción posmoderna de la realidad: ante la crisis del
espíritu, la ciencia y la verdad.
PALABRAS CLAVE. Posmodernidad, violencia, agresión, cine, Oliver
Stone.
HACIA UNA CONCEPTUALIZACIÓN DE CINE POSMODERNO
Hemos arribado al siglo XXI en medio de profundas transformaciones
en todos los campos de la cultura, habitamos un mundo centrado en
la informática, regido por los medios de comunicación y basado en la
lógica del consumo. La aceleración de los tiempos y sus cambios ver-
tiginosos acentúan la sensación de estar frente a una mutación social
global cuyos alcances aún no nos resultan ni medianamente accesibles.
Aunado a ello, los descubrimientos en la ciencia y la técnica, en su
interacción recíproca y en sus secuelas sobre el modo de producción,
así como las formas organizativas de la sociedad y los innovadores
* Doctora en ciencias políticas y sociales por la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM). Profesora-investigadora de tiempo completo en la Universidad Pana-
mericana. Correo electrónico: azamoran@up.edu.mx
Volumen 10, número 22, mayo-agosto, 2013, pp. 259-282
Andamios
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ALMA DELIA ZAMORANO ROJAS
medios de comunicación han penetrado sobre la actual experiencia de
vida, modificando la visión del mundo y de la historia.
Si la historia tiene algún sentido, ese sentido debe des-
cubrirse y definirse dentro del torbellino del cambio, un
torbellino que afecta tanto los términos de la discu-
sión como el objeto acerca del cual se discute. Por lo
tanto […] no sólo [se] supone una violenta ruptura con
alguna o con todas las condiciones históricas preceden-
tes, sino que se caracteriza por un proceso interminable de
rupturas y fragmentaciones internas […] Interpretar esto,
descubrir los elementos eternos e inmutables en medio de
semejantes irrupciones, constituye un serio problema.
(Harvey, 1990: 27)
Estas consideraciones se han agrupado bajo un común denominador:
la posmodernidad, una época que trae consigo cambios, tecnologías,
medios y formas de pensar la vida; pues en cualquiera de los as-
pec tos bajo los que se contemple nos enfrentamos con el mismo
fenómeno de desintegración: crisis de la idea del sujeto y liquidación
de las concepciones históricas (Kumar, 1996). Esto ha suscitado que
en los últimos años se amplíe la polémica, cuestionando lo que es la
posmodernidad en la práctica: trabajo social, teoría, difusión, ley, arte,
arquitectura y en la crítica literaria y fílmica, en donde ha sido exten sa
(Habermas, 1988).
Ni la modernidad ni la llamada posmodernidad pueden
definirse como entidades históricas inequívocas, la segun-
da siempre a continuación de la primera. Por el contrario,
la actitud posmoderna está siempre implicada en la mo-
derna, en la medida en que la modernidad presupone
la compulsión a salir de sí misma y resolverse en algo
distinto, resultante de un equilibrio final; de modo que, en
este sentido, la posmodernidad es una promesa. (Lyotard,
1992: 96)

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