Arquitectura sin riesgos
| Autor | Eloy Méndez |
| Páginas | 19-51 |
Arquitectura sin riesgos
Eloy Méndez
Introducción
El incremento simultáneo de inseguridad y urbanizaciones cerradas muestra la
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se sabe que la creciente presencia de estos conjuntos no ha implicado la disminu-
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áreas habitacionales cerradas respecto a las abiertas.
Parece funcionar la ley del sifón. La delincuencia expulsada de las franjas urba-
nas de mayor control se traslada a las más desprotegidas. Es posible que la acota-
ción de franjas urbanas de vigilancia intensa provoque la redistribución del delito en
la ciudad.
Las mismas evidencias sugieren que los integrantes del vecindario defensivo han
elegido homogenizar el riesgo. Desde el momento que un grupo de residentes com-
parten los mismos dispositivos de seguridad, tienden a reforzar y emparejar el grado
de exposición ante el ataque, pues el hogar aislado aparece más vulnerable. Si bien
los vecindarios defensivos suelen ubicar al delincuente fuera de las murallas, ajeno
al conjunto de honorables vecinos seleccionados por las inmobiliarias y las fuentes
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1919
ARQUITECTURA SIN RIESGOS.VIVIENDA Y URBANISMO DE COMUNIDADES CERCADAS
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el propio vigilante,1 lo cual revela la porosidad de la valla separadora de la otra ciu-
sólo proveer de recursos visibles de protección, sino contar además con un andamia-
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truye el escenario de las casas resguardadas y su consumo.
Dada la necesaria acotación del capítulo, el rápido análisis de dichas evidencias
privilegia Tijuana, con apoyo en Nogales y Juárez, ciudades de la frontera norte de
México. Es donde la multiplicación clónica de urbanizaciones cerradas erige día a
día nuevas fronteras interiores, difundiendo tierra adentro los bordes de la frontera
internacional. El texto se hila con la hipótesis de que la novedosa oferta de vivienda
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nas, por lo que se rescata y pone en valor la arquitectura vernácula evocadora de los
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nos armónicos. Entornos de éstos han quedado sepultados a lo largo del siglo XX bajo to-
neladas de materiales industriales y hectáreas de prototipos edilicios cada vez más
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tónicas y urbanas premodernas, la vuelta atrás en el tiempo, se intenta entonces me-
diante el simulacro: la copia de un modelo imaginario, desconectado de la realidad,
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a situaciones idílicas en las que parece no pasar nada que altere el orden, a un estilo
de vida que, para pervivir, reclama condiciones de seguridad mayor que la sola pro-
tección física de personas y bienes patrimoniales. Más todavía, no se trata de recupe-
rar un estilo de vida que se fue para siempre, sino de repetirlo sin libreto a la mano
en el montaje escénico adecuado.
Edificios para armar
El enunciado anterior reconoce en la simulación de la realidad el eje en que se mon-
tan las soluciones estéticas de la arquitectura actual. La simulación puede abordarse
1 En Ciudad Juárez, a mediados de septiembre de 2005, apareció varios días en la prensa el caso de
asalto, secuestro y asesinato de madre e hija residentes de un vecindario defensivo a manos de los guar-
dias. La razón, se alegaba entonces, era el origen centroamericano o caribeño de muchos de los guar-
dias reclutados por las compañías de seguridad. Así, el delincuente virtual o real es ubicado entre los
migrantes, empleados efímeros, en el exterior remoto.
ARQUITECTURA SIN RIESGOS
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desde el discernimiento de la disociación de similitud y semejanza.2 Según Michel
Foucault, la semejanza consistiría en el parecido a un original. Esta relación se con-
vierte en punto de partida, en la comparación que establece la norma, la jerarquía y
las copias derivadas (a se parece a b, luego entonces…); la semejanza es la repre-
sentación del patrón o modelo que sirve de base. El hecho de asemejarse está siem-
pre en función de algo que se toma como original y rige las comparaciones de todo
aquello que se le compare. En cambio, la similitud son series que no parten de origi-
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militud respecto a un referente fundador aceptado como modelo a imitar (a se parece
a b del mismo modo que b se parece a a, o a c, y así). Es decir, con dos ya hay simi-
litud y confusión o inexistencia del modelo que da fe de lo original. Los signos de
original3 (cada ejemplar de una serie se parece al resto de manera indistinta, sin que
ejemplar alguno reclame ser el primero, el original y punto de partida).
Jean Baudrillard (1992) sostiene que las formas de lo real se producen en la ac-
sólo poseída por la naturaleza, según se concebía en el Renacimiento y el Barroco.
Tampoco en la obtención de copias de un original posibilitada por la producción de
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guida gracias a la generación de copias en serie, sino de la reproducción basada en
un equivalente donde la serie se cierra y agota en la copia que evidencia la ausencia
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exhaustiva, alcanzando la repetición pura, lo real es sustituido por lo real,4 que por
2 Michel Foucault (1981: 64) encuentra la expresión ejemplar del simulacro en cuadros de Magrit-
te (1898-1967).
3 Para Scott Lash y John Urry (1998: 33), los objetos de la sociedad posmoderna se vacían cada vez
más de materialidad, por lo que antes que objetos de contenido material determinado tiende a producir-
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últimos puntos de orientación: resta un espacio donde la desorientación da vértigo”.
4a) toda referencia original”, dice Bau-
drillard (1991: 82 y ss.) con el ejemplo de las torres gemelas de Nueva York, de las que dirá más ade-
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gos no queda sino una especie de caja negra, de serie cerrada sobre lo doble, como si la arquitectura,
a imagen del sistema, sólo procediese de la clonación y de un código genético inmutable” (2003: 33
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