Una aproximación a la teoría de las ficciones.

AutorAlfredo Pérez Galimberti
CargoProfesor a cargo de la cátedra de Derecho Procesal Penal, de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de la Patagonia "San Juan Bosco

Abogado. Graduado en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata en 1977.

Especialista en Derecho Penal y Ciencias Penales. Universidad Nacional de la Patagonia "San Juan Bosco", 1999.

Profesor a cargo de la cátedra de Derecho Procesal Penal, de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de la Patagonia "San Juan Bosco".

Coordinador Académico y profesor de las carreras de Especialización y Maestría en Derecho Penal de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de la Patagonia. 1994 a la fecha.

Director de la Regional Atlántico Sur del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP)

Miembro del cuerpo docente de LITIS - INECIP para "Nuevas Prácticas en la Investigación y Litigación Penal". Para el Centro de Formación Judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (año 2007) y la Escuela de Capacitación Judicial del Poder Judicial del Chubut (Año 2006).

Defensor Jefe Adjunto al Defensor General de la Provincia del Chubut

Presidente del Consejo de la Defensa Pública de la Provincia del Chubut, períodos 2004-2005

Miembro Titular del Consejo de la Magistratura de la Provincia del Chubut, período 1995-1999.

Secretario Académico de la Asociación Argentina de Derecho Procesal.

Miembro del Consejo Consultivo de la Revista de Derecho Procesal Penal, Editorial Rubinzal Culzoni, y de la revista virtual Pensamiento Penal www.pensamientopenal.com.ar

Miembro de la Comisión Redactora del Anteproyecto de Código Procesal Penal para la Provincia del Chubut, aprobado por Ley 5478.

Asesor del Centro de Estudios para la Reforma de la Justicia y Democracia (CERJUDEL) y la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS) del Perú, en la redacción del Anteproyecto de Código Procesal Penal para el Perú (Proyecto "Huanchaco"). Publicado en la página web de INECIP (www.inecip.org.ar) y en "Reforma del proceso penal en Perú", Cerjudel, Ediciones BLG, Trujillo, 2005.

Dos breves poemas de Horacio Castillo, "La Verdad y las Formas Jurídicas" de Michel Foucault y un trabajo de Enrique Marí sobre la teoría de las ficciones en Jeremy Bentham me impulsaron a ingresar en un tema tan cautivante como elusivo: las ficciones en el orden narrativo y en el derecho.

El alejamiento de los paradigmas de cielo e infierno, la increíble alongación del tiempo que nos impide relacionar hoy una vida humana con la del universo, y las oscuras sombras que aparecen al inicio nuevo milenio, ponen en peligro las metáforas que nos han servido para darle sentido a nuestra relación con el mundo, y nos fuerzan a redoblar la apuesta en la fuerza creativa de la imaginación humana.

1. Falsedad, ficción, mito

Las ficciones son recursos de la imaginación para interpretar la realidad, para narrarla. Artefactos de representación, de origen convencional, su utilidad se mantiene en la medida en que conservan este poder que se les confiere, y son abandonadas cuando lo pierden.

Este es el terreno de lo consciente. Las ficciones pueden degenerar en mitos cuando no se las considera conscientemente como tales, y en este sentido se tornan peligrosas, si se quiere hacer coincidir la realidad en el molde de una ficción a la que se ha quitado de la esfera de lo convencional, y por lo tanto de lo racional. El mito tiene un ingrediente totalizador, porque opera desde un ritual, lo que supone explicaciones "totales y adecuadas de las cosas tal como son y como fueron"; y exige aceptación incondicional, mientras que en el terreno de las ficciones siempre se opera desde el "como si", y su aceptación es condicional, y vinculada a su utilidad para leer la realidad. "Nunca corremos el riesgo de creer que la muerte del Rey Lear, que tanto explica, sea "verdad".1

Si bien el mito ha perdido terreno aceleradamente desde que en el Renacimiento se abrió paso el problema de la realidad, y con ello el del grado de verdad de los mitos, ellos siguen operando en la conciencia y en la cultura como modelos emocionales y espirituales.2 Un interesante ejemplo es el mito de la crisis. Aceptamos sin cuestionamiento la idea de que nuestra época se encuentra en una relación extraordinaria con el futuro; que nuestra propia crisis es más importante que otras, que se trata de un punto capital en la historia de la humanidad, pero no parece que pueda existir una diferencia semejante entre nosotros y nuestros antepasados. La bomba atómica no es más real que un Anticristo tangible, o los ejércitos de los cielos; simplemente hemos descartado estas imágenes apocalípticas por otras.3

Falso es lo contrario a la verdad por error o por malicia. Por la "apariencia" se conecta con lo ficticio y lo simulado, pues equivale a ambos. Tanto lo falso como lo ficticio operan con la "apariencia de verdad", o "como si". Tal como dice Vaihinger, "una ficción es un arbitrario desvío de la realidad, un punto de transición para la mente, un lugar temporario de detención del pensamiento. Lo que distingue básicamente a una ficción es el expreso reconocimiento de su carácter de tal, la ausencia de cualquier reclamo de realidad"4.

2. Lo verdadero y los rituales de la verdad

El enunciado verdadero habla "de las cosas como son" y el falso "de las cosas como no son". Desde esta noción platónica, la verdad es forma, y como tal única, absoluta, inquebrantable, y con las restantes formas, como la belleza, la igualdad o la justicia, constituye el orden racional. O, como proponía Aristóteles, la verdad depende de su correspondencia con el objeto: "Decir de lo que es, que no es, es falso, mientras que decir de lo que es, que es, es verdadero".

Desde el idealismo platónico y el realismo aristotélico el problema de la verdad, aún con estas marcas originales, ha sufrido una problematización creciente en diferentes campos del pensamiento.

En la filosofía continental europea, Michel Foucault explora el problema de la verdad enlazado con el discurso del poder. De acuerdo con su visión, el lugar de la verdad no está en los enunciados o proposiciones sino en los discursos: cada sociedad produce históricamente sus propios rituales de verdad, el régimen de lo que acepta o rechaza como tal.5 Propone la hipótesis de que existen dos historias de la verdad: una especie de historia interna, que se corrige con sus propios principios de regulación y que es tratada en la historia de la ciencia, y una historia externa de la verdad, que nace de los prácticas empleadas por la sociedad para definir tipos de subjetividad, formas de saber, y, en fin, relaciones entre el hombre y la verdad. Y explora la construcción de esta verdad en las prácticas judiciales desarrolladas en el campo del derecho penal.

Partiendo de Nietzsche, afirma la existencia de una "política de la verdad": ni la poesía ni la religión fueron dadas, sino inventadas, para establecer cierta relación de poder sobre los demás por medio de la palabra. Todo conocimiento es fruto de una invención.

En la Grecia arcaica, y luego en el Medioevo hasta los comienzos de la práctica de la indagación administrativa -el Domesday Book en Inglaterra- y religiosa, la verdad en el proceso penal no se investigaba, sino que se declaraba luego de una "prueba" de estructura binaria, que terminaba con una victoria o un fracaso. Este procedimiento no resolvía quién estaba en poder de la verdad, sino quién era más fuerte, quién tenía razón, y en suma, quién tenía "derecho". La "prueba" es reemplazada por la "indagación", procedimiento que tiende a recuperar lo manifiesto del "delito flagrante", donde la verdad se considera patente.6 Esta forma de saber se impone en todas las ciencias, desplazando a la alquimia y a la "disputatio" que respondían al modelo de la "prueba", para construir el saber moderno.

Foucault precisa que no hay saberes inocentes, que todo saber es poder, y que la indagación y el examen, modo éste del saber-poder de la sociedad correctiva, controladora o disciplinaria que explica a partir del panoptismo benthamita, están vinculados a las relaciones de producción y apropiación de bienes y ganancias en la sociedad feudal y en la sociedad capitalista.

3. Bentham y la ficción

Jeremy Bentahm mantiene una relación escabrosa con el concepto mismo de ficción. En una cáustica metáfora inicial se refiere al "pestilente aliento de la ficción"7. Pero debe entenderse que este ataque está enmarcado en la lucha en la que en ese momento está inmerso impulsando la filosofía positivista en diferentes campos contra el metapositivismo iusnaturalista representado por Blackstone. En efecto, aquel denuesto está contenido en el "Fragmento sobre el Gobierno", de 1776, crítica de la obra de Blackstone "Comentarios sobre las leyes de Inglaterra". Pero Bentham basaba su filosofia moral y jurídica no en la verdad, sino en la utilidad, justificación final de...

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