Sobre el antropomorfismo político en la República de Platón

AutorArmando Villegas Contreras
CargoDoctor en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México. Profesor investigador de tiempo completo en la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos
Páginas257-277
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SOBRE EL ANTROPOMORFISMO POLÍTICO
EN LA REPÚBLICA DE PLATÓN
Armando Villegas Contreras*
RESUMEN: Este ensayo analiza las consecuencias del an tro-
pomorfismo político en la República de Platón. Partiendo de la
metáfora de que la ciudad es como un cuerpo humano, Platón
extrae una serie de conclusiones sobre cómo se debe organizar
la ciudad y cómo debe ser la justicia política. El ensayo anali-
za las relaciones entre el pensamiento médico y el político en
la República, que ponen en juego una serie de metáforas que
producen la imagen de que el Estado debe ser vertical, ordena-
do, jerarquizado, esto es, antidemocrático. Así, se analizan las
consecuencias que esta metáfora trae consigo, por ejemplo
pensar una política centrada en la identidad sacrificando las
diferencias.
PALABRAS CLAVE: Metáfora, política, justicia, antropomorfismo,
medicina.
Platón concibe al Estado, la ciudad, “como un hombre en grande”
(Schmitt, 1997). A ello podríamos denominarlo antropomorfismo
estatal, bien documentado en distintas versiones de la historia del
pensamiento político; la idea de que lo social es como un cuerpo.
Esta metáfora, empero, tiene sus consecuencias, algunas de las cuales
analizaremos en la obra de Platón. En el diálogo la República, el autor
liga el vocabulario de lo corporal humano con el político: el filósofo
* Doctor en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México. Profesor inves-
tigador de tiempo completo en la Facultad de Humanidades de la Universidad Autóno-
ma del Estado de Morelos. Correo electrónico: armandovic@uaem.mx
Volumen 10, número 21, enero-abril, 2013, pp. 257-277
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habla del Estado sano, así como del Estado afiebrado o enfermo.1 Pero
¿se puede hablar de un Estado sano de la misma manera que se habla de
un cuerpo sano?; ¿de un Estado enfermo, afiebrado? Platón inten ta
convencernos de q ue sí, y busca hacer coincidir e l orden del dis-
cur so con lo ontológico, lo epistemológico y lo político. Decir que el
Estado es sano es para él una metáfora que tiene consecuencias en su
concepción de lo político.
Platón impone con ello, en el vocabulario político, un saber del Estado
como cosa viva, como organismo vivo. Si existe un Estado ideal, éste de-
be tener las características de un cuerpo sano y de un alma incorruptible.
Hombre y ciudad funcionan de manera análoga; se les trata de la misma
manera. En el hombre y en el Estado sus miembros deben funcionar
en conjunto de manera coordinada, dando como resultado la visión
or gánica de la ciudad con todas sus características: unidad, totalidad,
perpetuidad, jerarquía de funciones y orden. ¿Qué consecuencias tiene
esta concepción de lo estatal como organismo vivo, como cuerpo, en la
que se mezclan tres cosas, a saber, la medicina, la filosofía y la reflexión
sobre el cuerpo? Para responder tal interrogante primero analizaré el
lenguaje de la medicina antigua y luego las consecuencias del lenguaje
platónico acerca del Estado como organismo vivo.
En su estudio introductorio a los Tratados hipocráticos, Carlos García
Gual (2000) sostiene que las relaciones entre medicina y filosofía en
la antigüedad son complejas, sin embargo es evidente que, aunque la
medicina (principalmente hipocrática) trató siempre de aparecer como
una técnica autónoma, no pudo estar al margen del contexto de las
doctrinas filosóficas. Con seguridad, Platón conoció el lenguaje de la
medicina y lo desplazó a la esfera de la filosofía en general y de lo po-
lítico en particular.
Según García Gual (ibid.: 14) “La idea de que el cuerpo funciona
como un organismo, como una máquina, y que los componentes del
mismo son instrumentos, órgana, coordinados al servicio del conjunto
1 Cito la traducción de Conrado Eggers Lan (2003: 128). En ella, la mayoría de las oca-
siones, el término Polis, es traducido por Estado. Gómez Robledo (2000), a su vez, en
la edición de la UNAM, traduce Polis por ciudad.

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