Antiguo Testamento

Páginas149-188
ANTIGUO TESTAMENTO
ISAAC Y REBECA
a estaba muy viejo Abraham; Sara, su mujer, había muerto;
él se hallaba lleno de pesadumbre y, presintiendo su fin,
quiso dejar casado a su hijo Isaac. Llamó a Eliezer, su siervo
más anciano, a quien había confiado empresas costosas, por-
que le amaba, y le dijo que iría a Mesopotamia, a buscar esposa
entre los suyos para Isaac, pues no quería que tomase mujer
cananea. El siervo se llenó de temor, pero el patriarca le alentó
diciéndole que el Dios que velaba sobre él y su descendencia,
le asistiría a través del viaje.
Eliezer preparó 10 camellos, los cargó con lo mejor que
había en las bodegas del patriarca, cogió lo más delicado entre
sus joyas, y partió hacia Mesopotamia.
Cuando ya estuvo próximo a la ciudad, se postró a hacer
oración, pidiendo a Dios la gracia de reconocer a la joven que
su amo desposaría, para continuar la santa descendencia del
pueblo de Israel. Hizo arrodillarse a sus camellos a corta dis-
tancia de un pozo: allí venían al atardecer todas las jóvenes de
la aldea a buscar agua. Después oró, diciendo:
Y
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“Jehová, dame la gracia de un buen encuentro. La joven
que se acerque al pozo y me ofrezca agua para mí y para mis
camellos, será la que destine tu voluntad a Isaac, mi amo”.
Vinieron las jóvenes, la primera de ellas Rebeca, hija de Be-
tuel, hermano de Abraham. La miró el siervo, vio que era hermosa
de cuerpo y que su semblante era puro, y le pidió de beber.
Rebeca bajó su cántaro hasta las manos del siervo, y cuan-
do hubo bebido, le dijo:
“También daré de beber a tus camellos”.
Hundió el cántaro en el pozo, y fue abrevando una por
una a las bestias. Cuando bebió el último camello, Eliezer pre-
guntó a la joven por su familia. Rebeca respondió:
“Soy hija de Betuel, sobrina de Abraham. En la casa de mis
padres hay paja en abundancia para tus camellos, y lecho para
que descanses esta noche”.
Entonces el siervo, viendo que todo esto venía de la mano de
Dios, se postró e hizo su acción de gracias. En seguida puso en
manos de Rebeca los presentes de oro y plata que traía consigo.
Rebeca corrió hacia su casa a contar a sus padres el suceso.
Salió su hermano Labán a recibir a los mensajeros, descinchó
sus camellos, ofreció al siervo y a los camelleros agua para que
lavasen sus pies, y les invitó a la mesa.
“No comeré, dijo Eliezer, mientras no haya dicho a voso-
tros el motivo de mi viaje. Soy siervo de Abraham, a quien Dios
ha bendecido, dándole muchos rebaños, vacadas, camellos y
asnos, y tesoros de toda especie. Su mujer le ha concedido un
hijo, y él, deseando que tome esposa entre los suyos, me ha en-
viado en busca de vosotros. Me resistí, diciéndole que tal vez la
LOS HEB REO S
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