Año Nuevo

AutorHeberto Castillo
Páginas113-121
113
“¡Un veinte, patroncito! ¡Un dulcecito
pal’refine
, no sea malo!”.
A los pies del visitante cae, atada a un cordel, una pequeña
cesta que cabe en la palma de la mano. Tres pisos arriba, por entre
las rejas de una celda de castigo, hecho un ovillo, un reo tira del
cordel cuando obtiene la ayuda que pide a los visitantes que van los
domingos a la cárcel de Lecumberri. Maestros y estudiantes de uni-
versidades nacionales y extranjeras acuden esos días a las crujías M,
N y C, para saludar a los detenidos con motivo del Movimiento Es-
tudiantil Popular de 1968.
Después de fumar mariguana, el organismo requiere azúcar,
por lo cual los dulces para el “refine”, como dicen los consumido-
res, son muy preciados por los presos. Un verdadero tesoro.
El consumo de mariguana es frecuente en Lecumberri y su trá-
fico produce espléndidas ganancias a las autoridades del penal.
Para conseguir la yerba sólo hace falta dinero y los presos más po-
bres se juegan la vida por un carrujo, y están dispuestos a realizar
cualquier “encargo” con tal de no verse privados de ella.
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