La analogía como instrumento de la argumentación inductiva. Una propuesta para su enseñanza

AutorHumberto Guerra
CargoProfesor-investigador, Departamento de Política y Cultura, UAM-Xochimilco, México
Páginas211-227
La analogía como instrumento
de la argumentación inductiva
Una propuesta para su enseñanza
Humberto Guerra*
* Profesor-investigador, Departamento de Política y Cultura, UAM-Xochimilco, México
[orfeo67@hotmail.com; ehguerra@correo.xoc.uam.mx].
1 Aquí las cuatro habilidades se entienden como se conceptualizan en Anna Camps (comp.),
Secuencias didácticas para aprender a escribir, Barcelona, Grao, 2003.
2 Como sucedió en la UAM -Iztapalapa, que desapareció el área general de formación
de redacción, dejando a criterio de cada disciplina el mejoramiento de las habilidades de la
lengua.
E
la enseñanza de las cuatro habilidades
de la lengua materna en el nivel profesional
l perfeccionamiento de las cuatro habilidades (escuchar,
hablar, escribir y leer) en la lengua materna1 vivió un
fuerte cuestionamiento dentro de la formación universitaria hacia finales de la
década de 1980 que provocó, en muchos casos, la disminución de las horas
dedicadas a los cursos agrupados bajo el nombre general de “Redacción”,
el detrimento de la calidad del conocimiento que en ellos se enseñaba, el
número de créditos obtenidos con su aprobación y, en los ejemplos más
extremos, en su eliminación de la currícula universitaria.2
La justificación metodológica señalaba que dichas habilidades deberían
ser parte de una tarea implícita que atravesara toda la formación universitaria.
Es decir, el alumno una vez hecho su ingreso institucional, se dedicaría por
completo e inmediatamente al conocimiento de su área de especialización y en
este transcurso, perfeccionaría simultáneamente sus procesos de comunicación
oral, escrita, de hábitos de estudio e igualmente mejoraría su capacidad
cognoscitiva. Una de las explicaciones tradicionales de este procedimiento es
que con el paso del tiempo, de las lecturas, de las exigencias académicas y
con la madurez emocional e intelectual obtenida, el estudiante leería mejor,
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Política y Cultura, otoño 2014, núm. 42, pp. 211-227
Humberto Guerra
escribiría claramente y podría expresarse de forma efectiva en la comunicación
oral.3 La vieja idea de que para escribir bien, es suficiente leer bien, apoyaba
este movimiento al mismo tiempo que se soslayaba el hecho de que el ámbito
académico seguía produciendo profesionales con serias deficiencias en los
aspectos mencionados.
Ahora se revalora la importancia de esta área bajo la idea de que las cuatro
habilidades son instrumentos en constante perfeccionamiento, pero que no
necesariamente son entendidas, utilizadas o decodificadas con suficiencia ni
siquiera en el ciclo de posgrado.4
Frente a este panorama, el presente texto tiene como finalidad exponer
una sistematización de la enseñanza de una habilidad específica que puede
ser de gran utilidad en las cuatro áreas de dominio de la lengua. Sabemos que
el hablante hace uso de las herramientas de manera espontánea, inconsciente
y en algunos casos de manera sorprendentemente eficaz. Sin embargo, la
mayoría de los hablantes no están conscientes de los recursos que utilizan
para comunicarse efectivamente o presentan desniveles de eficiencia en las
áreas del dominio de la lengua o, por el contrario, presentan problemas
para realizar equivalencias de registro. Es decir, pueden comunicarse con
efectividad oralmente, pero al querer verter su comunicación oral en una
comunicación escrita demuestran serias dificultades que no en pocos casos
se traducen en el abandono de la puesta en texto, por ejemplo.5
Las deficiencias en la enseñanza de habilidades de perfeccionamiento de
la lengua materna radicaban en su segmentación. Por un lado, se insistía en
el nivel morfológico de la redacción, en un ejercicio de gramática descriptiva;
pero raramente se vinculaba este conocimiento con el nivel sintáctico y mucho
menos con sus implicaciones semánticas. Incluso, la evidencia de que no
necesariamente quien lee más escribe con eficacia puede utilizarse como
comprobación de que una habilidad no necesariamente traduce su pericia
3 Si bien esto era más o menos acertado, también es cierto que en el pasado inmediato
el acceso informativo era más “letrado”, a través del texto impreso sobre todo. Los avances
tecnológicos han formulado paradójicamente mayor acceso informativo y un menor manejo del
mismo. Así, los cursos de redacción y habilidades cognitivas han recuperado su importancia.
4 Deficiencias que desafortunadamente en muchos casos no se subsanan con el ejercicio
profesional. Por circunstancias laborales he tenido acceso a manuscritos aceptados para su
publicación en editoriales académicas y cuyos autores se dedican a la investigación y a la
producción de textos y es sorprendente comprobar que las deficiencias persisten.
5 Al ingresar (y en ocasiones al egresar) de la formación universitaria el alumno presenta
preocupantes deficiencias en la competencia lingüística y en la competencia comunicativa.
Para una definición de dichos conceptos, véase Raúl Ávila, La lengua y los hablantes, México,
Trillas/ANUIES, 1999, p. 74.

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