El cadáver ambulante de la literatura / The itinerant corpse of the literature

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AutorPedro Ángel Palou
CargoDirector de la Revista UNIDIVERSIDAD de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Páginas299-303
299
MINERVA
En esta entrega, el escritor poblano ref‌l exiona sobre la relación entre literatura y la agonía
moderna de ésta, a partir de la poética de Pascal QUIGNARD: la sabiduría como forma de
la pérdida (el silencio de la música, por ejemplo), y las imposturas planteadas por Michel
HOULLEBECQ: el escritor como clown de la sociedad de masas, como opinador profesional. Se
cuestiona, con algunos escritores más, si acaso no podrán como autores de cadáveres tener
una mansión donde puedan apagar la luz eléctrica para percibir las cosas sin ella.
* * *
In this book the poblano writer ref‌l ects on the relationship between modern literature and
the agony of it, from the poetry of Pascal QUIGNARD: wisdom as a form of loss (the silence of
the music, for example), and raised frauds by Michel HOULLEBECQ: the writer as a clown of mass
society, as pundits. Questioned, with some writers, if not as authors of corpses may have a
mansion where they can turn off the electricity to perceive things without it.
* * *
* Director de la Revista UNIDIVERSIDAD de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla.
(pedropalou@mac.com).
El cadáver ambulante
de la literatura
The itinerant corpse
of the literature
Pedro Ángel Palou*
I
Podríamos empezar por llevar a su
extremo una antigua intuición de
Bernanos: los muertos individuales y
sus cuerpos difícilmente se resisten a la
sepultura; más temprano que tarde ya-
cen, enterrados y se les olvida. En cam-
bio los cadáveres sociales —la literatura
podría ser uno de ellos, acaso de los
más conspicuos— permanecen insepul-
tos por bastante tiempo. Son muchos
quienes les impiden morir a gusto.
Los profesores son quienes dispen-
san la fama, decía BORGES. La academia,
es cierto, se resiste a dejar morir del
todo al cadáver ambulante de la litera-
tura. Pero también los propios escritores
que, desaparecidos los mecanismos de
mediación entre la obra y el público,
hacen de correos de sus propias car-
tas en programas de televisión y radio,
en ferias de pueblo y a cuanto espacio
abierto se les invita. Son ellos mismos,
quizá, quienes niegan el feliz olvido de
la construcción imaginaria a la que se
afanan por seguir perteneciendo, como
un gusano que estuviese ante el último
bocado de carroña que le queda en el
ataúd y elige la singular espera, el tiem-
po detenido de la gula pospuesta sólo
para mirar cómo termina por pudrirse el
tejido, la linfa, la f‌l ema de ese trozo, esa
reliquia amorfa ya que es la sola condi-
ción de su existencia.
Digámoslo sin empacho: la litera-
tura está bien muerta, aunque se deje
REVISTA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS
JURÍDICAS DE PUEBLA, AÑO IV, NO. 26
JULIO-DICIEMBRE DE 2010, PP. 299-303
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