El Álbum fotográfico de Frías y Soto

AutorAndrés Henestrosa
Páginas246-248
246
ANDRÉS HEN ESTROS A
noche, a varias horas del asalto, nos dispersamos. Pero yo volví al sitio en que
Germán de Campo había caído. Por ahí me encontré con Alejandro Gómez
Arias que a esa hora salía acompañado de una amiga del entonces cine “San
Hipólito”, y hoy “Monumental”. Como el asesinato había ocurrido al lado de
esa sala cinematográfica, Alejandro ya estaba enterado de todos los pormeno-
res de la muerte de su amigo de siempre, de su compañero de escuela y su
vecino de la quieta Tacubaya. Algo nos retenía en aquellos contornos; algo que
no puedo decir qué fuera, nos imantaba en aquel perímetro. Quizá fuera una
cosa parecida a eso que una superstición indígena asegura que obliga al crimi-
nal a volver al sitio en que ha vertido la sangre de un hombre. Eso pudiera ser:
la sangre de Germán, no derramada por nosotros, pero ante nuestros ojos, nos
forzaba a insistir en aquella cercanía.
A la media noche, cuando la calle había entrado en quietud, los vecinos
habían conciliado el sueño, y sólo el silbato del sereno hería el silencio de la
noche tremenda, nos acercamos al lugar tenebroso en que Germán de Campo
exhaló el último aliento. Y lo primero que vimos fue a una mujer del pueblo,
anciana ella, descalza, quizá portera de una vecindad próxima, que con una
escoba y una cubeta de agua lavaba y barría el asfalto.
Alejandro Gómez A rias, una vez repuesto de la sorpresa, preguntó a la
mujer por qué hacía aquello. Y nos contestó, con esa resignación que las gentes
de nuestro pueblo ponen en las cosas que se refieren a la muerte, estas sen-
cillas palabras:
–¡Para que no la pisen!
Y yo pienso, ahora que cuento este doloroso capítulo de la vida mexicana,
que todo aquel que no sea fiel a la promesa que un día hicimos a México de
servirlo y honrarlo, pisa la sangre de Germán de Campo, un joven que igualó
con la vida y con la muerte, el pensamiento.
26 de septiembre de 1954
El
Álbum fotográfico
de Frías y Soto
Volvamos hoy al Álbum fotográfico que Hilarión Frías y Soto publicó en las co-
lumnas de La Orquesta en 1868, y que ahora acaba de ser recogido en volumen
por nosotros, con pie de imprenta de Las Letras Patrias.

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR