Agustina Ramírez

AutorJosé Ferrel
Páginas571-575
˜ 571 ˜
A gustina RamÌrez
TIENE LA República un Estado tan glorioso
como desconocido: Sinaloa. Durante la
Intervención francesa, él fue el guerrero
incasable de Occidente. Envió al Centro,
para la lucha nacional su contingente de
sangre, y, a pesar de aquella contribución
de fuerzas guerreras, quedó vigoroso y al-
tivo, y sostuvo triunfalmente el duelo a
muerte a que le provocaron con igual furia
los invictos soldados franceses y los salva-
jes asesinos lozadeños. Sus fronteras inde-
fensas fueron rebasadas; pero la capital del
Estado se conservó inmaculada. Inútil fue
el denuedo francés: clavó sus armas en el
suelo que acababa de hollar, y, vencido, se
rindió prisionero, haciendo así su entrada
en la ciudad que ya creía su sierva. Sinaloa
es un Estado sin fortuna en la Confedera-
ción; sus hazañas, por venir de muy lejos,
no resuenan en el Centro; para sus glorias
no hay una nota en el bronce clamoroso de
la fama. Y sin embargo, él fue el que man-
dó a Querétaro al General a quien Maxi-
miliano había de entregar su espada. Jalisco
podrá reclamar esa gloria; pero si él tiene
los derechos de padre, Sinaloa tiene los de
maestro. Corona salió General de la cátedra
sinaloense. Zacatecas mandó a aquella es-
cuela de intrepidez y patriotismo, a un hijo
obscuro, mitad soldado y mitad poeta, y Si-
naloa le devolvió a la República al Bayardo
mexicano, caballero sin miedo y sin tacha,
ejemplo de valor y dechado de nobleza. Ro-
sales aprendió en Sinaloa a luchar por la pa-
tria en combates épicos; su musa bélica fue
la inspiradora del extraño y profundo grito
de victoria, que, como un himno, arrancó
el triunfo de San Pedro al clarín nacional
tesoro de acentos de ataque, pero que casi
no había aprendido, por ingratitudes de la
suerte, a tocar la diana de la epopeya. Pero
el orgullo legítimo de Sinaloa no son los
dos caudillos de su ignorada lucha homéri-
ca. Casi todos los Estados podrían entrar en
una competencia de héroes; mas habría que
preguntarle a la Historia universal si en su
galería heroica, desde el génesis hasta hoy,
ha encontrado parangón Agustina Ramírez
de Rodríguez. La biografía de esa mujer
sublime, es ella misma; sencillez y gloria,

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