De la explotación económica visible y la invisible

AutorEnrique González Rojo Arthur
CargoMaestro, Filósofo y Poeta
Páginas752-760

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I Explotación visible

La explotación económica alude al hecho de que unos individuos vivan y se enriquezcan a costas del trabajo de otros. En la historia de la humanidad han habido varias formas de explotación inocultables. Una de las más claras y elocuentes la hallamos en el feudalismo. En esta formación económica podemos hablar de diferentes tipos de renta:

Renta en trabajo. El siervo de la gleba trabaja en la tierra que el señor le da en usufructo una parte de la semana y otra parte lo hace en la tierra de trabajo colectivo del terrateniente.

Renta en especie. El siervo trabaja en su tierra unos días para sí y otros para el terrateniente. Los productos de la primera parte están destinados al autoconsumo familiar y los de la segunda parte al conde, duque, etcétera, dueños de la tierra.

Renta en dinero. Ocurre lo mismo que en el proceso productivo precedente, con la diferencia de que aquí el resultado del trabajo excedente lo cambia el siervo por dinero que entrega al señor. Estamos ya en vísperas del capitalismo.

Marx dio el nombre a este desdoblamiento laboral de trabajo necesario y trabajo excedente o trabajo para sí y trabajo para otro.

II La explotación invisible en el capitalismo

Con la acumulación primitiva del capital, empieza a desaparecer la explotación visible, y la forma esencial de trabajo, o sea, el trabajo asalariado oculta la explotación. Gran mérito de Marx es tornar en visible lo invisible de la explotación capitalista. Es un proceso de descubrir lo encubierto.

¿Cómo se presentaba (y presenta) el trabajo en el sistema capitalista y que hace ante ello Marx?

Causa esencial de la invisibilidad de la explotación reside en la jornada de trabajo, porque une espacio (territorio, lugar) y tiempo. Marx, para tener una idea clara del contenido de la jornada, aplica los conceptos de tiempo necesario y tiempo excedente. La apariencia era que el salario que se le pagaba a un obrero por realizar un trabajo de un número determinado de horas, era el precio de tal función. Pero Marx mostró que eso era un engaño que ocultaba la explotación. ¿Cómo lo hizo? Echando mano de su teoría del valor.

El valor de una mercancía reside, según él, en el tiempo de trabajo socialmente necesario para crearla1 o, dicho de otro modo, el valor de ella es un coágulo de traba-

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jo abstracto: capital constante más capital variable más plusvalía (c + v + p).2

El dinero, que sirve de intermediario al intercambio de mercancías, es también una mercancía (cuyo fundamento es el oro, la plata, etcétera) y tiene un valor (o sea que es producto del trabajo socialmente necesario para hacerlo). Esta es la razón por la que puede intercambiarse un stock de mercancías por una cantidad determinada de dinero.

Las cosas y el dinero no siempre se compran o venden por su valor, ya que al colocarse en el mercado, sufren el juego de la oferta y la demanda y a este acto de compra-venta se le llama precio. Sólo en un período amplio y si predomina el libre cambio, coinciden el precio y el valor.3 Marx dice que: "El valor es la ley de los precios".4

Marx hace notar que no sólo las mercancías-producto y el dinero reciben su valor del tiempo socialmente requerido para generarlas, sino también la fuerza de trabajo.

La fuerza de trabajo es aquella capacidad de los individuos que recibe como pago su valor (salario) y crea plusvalor, lo cual nos muestra el despliegue del trabajo en trabajo necesario y trabajo excedente.

Toda mercancía tiene un valor de uso, un valor de cambio y un valor (como sustancia). El valor de uso alude a la utilidad de lo producido. El valor de cambio a la proporción en que se cambian unas mercancías por otras o por dinero. El valor (como sustancia) equivale al tiempo de trabajo social requerido para generar esa mercancía. Su fórmula es: c + v + p.

La fuerza de trabajo también es una mercancía. ¿Por qué llega Marx a tan extraña afirmación? ¿Cómo es que el creador de mercancía es también, en cierto sentido, una mercancía? La respuesta es que si toda mercancía es un producto destinado al cambio, la fuerza de trabajo es asimismo un producto (el poner enjuego la capacidad laboral) destinado al cambio (a su metamorfosis en dinero o sea en salario). La fuerza de trabajo, como toda mercancía, tiene valor de uso, valor de cambio y valor (co-

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mo sustancia). El valor de uso es su utilidad (jornada completa), el valor de cambio, la proporción en la que se cambia por dinero (salario), el valor, el trabajo socialmente necesario (c + v + p) para producir el conjunto de bienes de consumo necesarios para su manutención.5 En la diferencia entre el valor de uso de la mercancía fuerza de trabajo y su valor de cambio (salario, determinado por el valor como sustancia) reside la explotación. Se paga un salario (tiempo necesario) y se obtiene toda una jornada (que implica el tiempo excedente) Marx puede llegar a esta conclusión que hace visible la explotación invisible porque emplea el método genético-estructural. La mera visión empírica del trabajador, lo ve como el generador de mercancías; la visión genético-estructural como el generador de mercancías que es él mismo también una mercancía.6 Marx no se detiene en la apariencia cosística de los fenómenos.

Al volver visible la explotación invisible u oculta del capitalismo en la industria —sagaz descubrimiento que responde a su época—, Marx divide la economía del siglo XIX en dos grandes rubros: la actividad económica productiva (agro-industrial) y actividad económica improductiva.

La incipiente separación del comercio y la industria, la precariedad de los servicios (en que predominaban las llamadas profesiones liberales), llevaban a situar la circulación y los servicios (con inclusión de la banca) en la actividad económica improductiva.

El "inmenso arsenal de mercancías" es el mundo de lo productivo, y las demás actividades económicas, por no producir mercancías y estar exentas del producto de valor (v + p), son improductivas.

Forzando un tanto la situación, Marx veía las ganancias comerciales y otras (no productivas) como dependientes o subordinadas de la actividad económica productiva. La plusvalía generada en la industria era el fundamento último de la ganancia comercial.7

III Actividades económicas industriales y no industriales (comercio...

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