Estados Unidos: nuevas perspectivas

AutorProfesor-invest¡gador, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM.
CargoJohn Saxe-Fernández
Páginas69-102

Page 69

1. Planteamiento preliminar del problema

A todas luces la sociedad y la economía de los Estados Unidos de América, el compacto político y económico de mayor envergadura a nivel global, con una población de 248 millones y un Producto Nacional Bruto (1990) de 5 billones 330 mil millones de dólares,1 experimentan una crisis profunda y compleja. Profunda, porque desde los años 30 no se presentan retos como los de hoy. Si no es la recesión es la inflación o la incertidumbre y el deterioro de las estructuras mo-nopólicas y de los sindicatos, la desorientación en las finanzas públicas, el debilitamiento en el desarrolloPage 70 económico y en la competitividad internacional, aumentos en la pobreza, el deterioro urbano y ecológico.

Compleja, porque hoy en día el grado de internacionalización o "globalización" de la economía estadunidense no permite el diagnóstico adecuado ni la prognosis en base al estudio y análisis de fenómenos estrictamente nacionales. De una forma u otra la globalización ha estado presente en la historia económica estadunidense desde los días de Alexander Hamilton, pero no en el grado en que se da en la actualidad. Las exportaciones de bienes y servicios representan hoy más del 11 % del PNB mientras que hace 20 años eran el 5.5% y se estima que desde 1987 a la fecha las exportaciones han crecido un promedio anual de 12%. Los acontecimientos internacionales y de manera particular la recesión en Europa y Japón, todavía los principales clientes de EU, impactan de manera directa la magnitud y la profundidad del proceso de recuperación.

Por su parte, la fragilidad del sistema internacional de comercio añade mayores incerti-dumbres entre los principales actores, incluyendo a los EU. Además de la dependencia hacia el comercio global, Estados Unidos observa una marcada "dependencia estratégica"2en el área de minerales no combustibles y desde luego en el geoestratégicamente sensible renglón de los abastecimientos petroleros.

La magnitud de déficit fiscal, subestimada por las estadísticas oficiales en por lo menos 50 mil millones de dólares anuales, así como el vasto endeudamiento en que se incurrió en la décadaPage 71 de los 80, ha generado otro tipo de dependencia desconocida en la historia económica de Estados Unidos desde mediados del siglo XIX: hoy la política monetaria se ha transformado en un "rehén" de la situación y de las decisiones externas. No es casual que la decisión de Bush de dar marcha atrás en su promesa de no aumentar los impuestos, que tanto gravitó en su derrota en las últimas elecciones, haya sido anunciada sólo días después de haberse finalizado la ronda de negociación en la que Estados Unidos se vio obligado a reducir su déficit presupuestal según las exigencias japonesas. Con las nuevas demandas y modificaciones en los flujos de capital la dependencia estadunidense en este renglón, no sólo no aminoró sino que empeoró, porque dejó de ser el polo de atracción por excelencia, como ocurrió en el decenio anterior.3Al respecto C. Mlchal Aho y Bruce Stokes notan que la limitada capacidad para generar capital por medio del ahorro interno junto con la feroz competencia internacional por esos recursos,

"...significa que la economía estadunidense en un nivel cada vez mayor está a merced de decisiones hechas en Bonn y en Tokio. Como uno de los resultados de esta situación, Washington inexorablemente se verá inmerso en los debates de política económica doméstica de otros países, ya que las consecuencias de esos debates ahora son vitales para el bienestar estadunidense".4

Más aún, durante el decenio de los ochenta, se profundizó la tendencia de las corporaciones a trasladar sus plantas al exterior en busca de mano de obra barata y de las ventajas de liberarse de las imposiciones fiscales y ecológicas, así como de las responsabilidades sociales exigidas en casa. La "globalización" se traduce así en niveles sin precedentes de inequidad entre los sectores mejor educados y los de menor escolaridad de la fuerza de trabajo, además de que las plazas de estos últimos fueron sometidas a la competencia internacional con el traslado de las plantas y la oferta de salarios mucho más bajos.

De 1979 a la fecha los ingresos reales de los empleados con más de cuatro años de estudios universitarios aumentaron 8%, de acuerdo con el Economic Policy Institute, mientras que los de quienes no terminaron sus estudios secundarios cayeron en ese mismo período un 20%5Por éstas y otras razones los cuerpos explicativos convencionales, y de manera particular aquellos inspirados en la teoría neoclásica, son incapaces de ofrecer mayor guía ante la magnitud de los desajustes sociales y estructurales que se presentan. Al respecto, no existe siquiera la intención de entender los procesos y estructuras socioeconómicas y mucho menos tratar de responder a interrogantes cruciales como cuándo y por qué es necesario establecer políticasPage 72 orientadas a promover cambios en la producción, el consumo, la distribución del ingreso, la inversión, el comercio o en las mismas estructuras políticas, económicas y sociales desde las que se toman decisiones.

En su Teoría General,6Keynes mostró que el consumo y la inversión no se dan por motivaciones recíprocas y que el ahorro se relaciona más con las modificaciones en los ingresos monetarios que con las tasas de interés, y además, que no sólo la depresión y el alto desempleo ocurren sino que son parte del funcionamiento mismo del capitalismo industrial y, en consecuencia, sin la intervención gubernamental sería imposible escapar al círculo vicioso.

La economía neoclásica trató de demostrar que la intervención gubernamental en los procesos económicos era algo innecesario e indeseable, y aunque Keynes haya sido realmente un pensador "neoclásico", aventuró posiciones de avanzada pues mostró porqué esa intervención es necesaria para evitar que el capitalismo, dejado a sus propias tendencias y dinámica, se destruya.7

No hay duda de que la economía keynesiana constituye un avance respecto a la economía convencional, pero sus límites para enfrentar la actual encrucijada son igualmente importantes, porque aunque Keynes mostró un cabal entendimiento sobre la necesidad para el cambio estructural en procesos como la producción, el consumo, la distribución del ingreso, su esquema persiste en analizar y diagnosticar estos procesos en términos de ajustes marginalesy depolíticas que no van más allá de auspiciar la demanda agregada. El efecto es el de mantener, no el de modificar y cambiar las estructuras.

El otro problema es que esta concepción teórica se desarrolla a partir de una economía cuya dinámica es esencialmente doméstica dejando a un lado la problemática que presenta la internacionalización de la economía estadunidense.

El keynesianismo fue desarrollado para ser aplicado fundamentalmente a una economía privada en su esencia, y como lo han venido indicando los críticos de esta escuela, el hecho es que la economía actual es ciertamente dominada por el sector privado, pero la estructura económica de los Estados Unidos está fuertemente atada y en una estrecha relación simbiótica con el sector público y su gasto, sector que además de aplicar los impuestos y regulaciones esPage 73 el más importante de los patrones, y cuyo vasto sector bélico-industrial opera fuera de todos los mecanismos usualmente asociados con el funcionamiento del capitalismo clásico y del mercado.

A diferencia de lo ocurrido en la crisis del 29, las recientes y profundas crisis de los mercados bursátiles están íntimamente vinculadas con los problemas fiscales y comerciales, mientras que las depreciaciones del dólar realmente no mejoran el déficit en el sector comercio.

El hecho de que el keynesianismo haya sido un paso adelante en relación con el laissez-faire, no deber oscurecer una de sus más serias limitaciones para explicar adecuadamente el actual predicamento de la economía estadunidense y global, es decir, su incapacidad para incorporar como parte sustancial de su articulación explicativa, el fenómeno imperial.

Esta deficiencia tiende a obscurecer aspectos relevantes para el diagnóstico de los problemas o síntomas de orden estructural, como lo son, por ejemplo, la creciente competencia y confrontación entre los principales polos capitalistas.

El perfil a largo plazo de la tasa de ganancias en Estados Unidos entre 1900 y 1984, muestra dos tendencias a la baja. Una pauta recurrente en la primera gran declinación ocurrió después de la Primera Guerra Mundial, la que desemboca en la gran crisis del 29; y la segunda a partir de 1966, según datos estadísticos. Pero es importante advertir que esta declinación coincide con la presencia de una creciente competencia internacional que es la fuerza subyacente que empuja a la baja. La creciente competencia se vinculó con los incrementos salariales y el cambio tecnológico en Europa y Japón, presentándose consecuentemente una pauta similar a la de los años 20 y 30 pero por medio de una cadena de transmisión internacional.9

Imposible dejar a un lado, por otra parte, que el "orden internacional" establecido alrededor del interés estadunidense después de la Segunda Guerra Mundial no sólo implicó una expansiónPage 74 global de sus estructuras corporativas y de la inversión, sino también una nueva posición geopolítica cuyo meollo se orientó (y persiste) en el establecimiento de "compromisos" político-militares en Eurasia. Durante cuarenta años de Guerra Fría la ocupación militar de Europa y Japón se justificó bajo la retórica de la "contención" de la Unión Soviética, mientras en la actualidad las fuerzas inerciales persisten en su mantenimiento por medio de racionalizaciones todavía precarias a nivel ideológico y sumamente cuestionadas por sus impactos negativos sobre la economía y...

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