Topo Chico: crisis del sistema penitenciario

AutorMartín Carlos Sánchez Bocanegra
Páginas32-36

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La crisis del sistema penitenciario en México no es noticia nueva. El alto índice de impunidad en el castigo de delitos y los altos niveles de corrupción que tanto afectan a la sociedad mexicana son problemas que se extienden —e incluso se agravan— en el interior de los centros penitenciarios.

La importancia de este asunto no debe menospreciarse, pues es parte fundamental de una estrategia efectiva de seguridad pública y un eslabón clave en la cadena de justicia. Este asunto es de interés general desde el momento en que las prisiones se han convertido en centros de ¡legalidad desde los que se cometen delitos que afectan a otros reclusos e, incluso, a la ciudadanía del exterior.

El artículo 21 constitucional establece que "la seguridad pública es una función a cargo de la Federación, las entidades federativas y los municipios" y comprende las tareas de prevención del delito, así como de su investigación y persecución. Desde luego, la prevención del delito incluye también prevenir la reincidencia de los reclusos al momento de recuperar su libertad.

Según cifras de la Comisión Nacional de Seguridad (2015), en México hay un total de 387 centros penitenciarios, de los cuales 17 dependen del gobierno federal, 11 del Distrito Federal, 285 de los gobiernos estatales y 74 de los gobiernos municipales. Por lo tanto, corresponde a la autoridad de cada uno de estos niveles asegurarse del adecuado funcionamiento de estos recintos.

La pregunta es: si no se puede garantizar la seguridad de los internos o el respeto de las reglas en el interior de los centros penitenciarios, ¿cómo podrá garantizarse la seguridad ciudadana en el exterior? Previendo estas cuestiones, nuestra Constitución establece en su artículo 18 que las acciones del sistema penitenciario deben encaminarse a "lograr la reinserción del sentenciado a la sociedad y procurar que no vuelva a delinquir". Es decir, que debe contar con las herramientas necesarias para preparar al interno para el momento de recuperar su libertad.

Por supuesto, los centros penitenciarios en México no sirven para este propósito, mucho menos si están bajo el control de grupos delictivos, como lo demostró el desenlace en el Penal del Topo Chico. No podemos permitir que hechos de esta naturaleza sigan ocurriendo para percatarnos de la necesidad de estrategias contundentes y de suficiente profundidad para evitar que la crisis siga empeorando.

Si los hechos se desarrollaron de esta forma fue gracias a la conjunción de un cúmulo de factores, que

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abarcan desde las condiciones internas del mismo penal hasta cuestiones inherentes a todo el sistema penitenciario. En el Programa Cárceles Limpias que presentó nuestra institución en 2014, destacamos algunas de las problemáticas de la situación actual de las prisiones en México.

Las...

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