Es de suponerse que semejante delito haya sido cometido por mujeres..., o el miedo a las otras

AutorMaría Teresa Garzón Martínez
CargoCrítica literaria de la Universidad Nacional de Colombia, Maestra en Feminismo y Estudios de Género de la misma universidad
Páginas91-115
Andamios 91
“ES DE SUPONERSE QUE SEMEJANTE DELITO HAYA SIDO
COMETIDO POR MUJERES…”, O EL MIEDO A LAS OTRAS*
María Teresa Garzón Martínez**
RESUMEN: A través del análisis de un homicidio se habla de un
mo mento específ‌ico de la historia de Bogotá, cuando el orden se-
ñorial colonial blanco entra en crisis por la aparición de nuevas
clases sociales, específ‌icamente el proletariado urbano y sus mu-
jeres. Se muestra cómo el relato del homicidio es usado por la
élite aristocrática blanca para representar el fantasma que le
amenaza, generando miedo en torno a él, pero también se ilustra
cómo el mismo puede generar procesos de resistencia al orden
moderno/colonial.
PALABRAS CLAVE. Resistencia, homicidio-mujeres, víctima-victi-
maria-orden, racial-blanco-movimiento, miedo.
A mi abuela Ceci quien cree que mi trabajo
en torno a las mujeres asesinas
versa sobre la educación de las mujeres
y, en parte, tiene razón.
El feminismo se vende mejor como una (tele)novela.
* Este artículo resume la tesis de grado para optar al título de Maestra en Estudios
Culturales, de la Pontif‌icia Universidad Javeriana, titulada: Hacia una performatividad
descolonial del silencio, 2011.
** Crítica literaria de la Universidad Nacional de Colombia, Maestra en Feminismo
y Estudios de Género de la misma univers idad. Correo electr ónico: Talmasca_tere@
yahoo.es
Volumen 8, número 17, septiembre-diciembre, 2011, pp. 91-115
Andamios
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MARÍA TERESA GARZÓN MARTÍNEZ
Voy a contar una historia. Corría el año de 1922 cuando cerca del
Paseo Bolívar, en Bogotá, se halló el cadáver de una joven en muy mal
estado. Su nombre: Eva Pinzón. Terrible fue el cuadro que pintaron
el Diario Nacional (DN), El Tiempo (ET) y El Espectador (ES), periódicos
colombianos que se ocuparon detalladamente del caso: un cuerpo
desnudo, con la s tripas salidas, su inte rior lleno de tierra y el crá-
neo desecho. Sin duda alguna, este fue el homicidio más espantoso para
la criminología colombiana de aquella época, sólo comparable con el
caso de la “Chiquita” en México o las hermanas Papin en Francia.1 Pero,
1 En Marzo de 1897, la prostituta mexicana María Villa, conocida con el alias de La
Chiquita, disparó varias veces una Smith & Wesson calibre 38 a la cara de otra prostitu-
ta conocida como La Malagueña, por una disputa amorosa. El hecho no reviste mayor
originalidad, pese a que los mismos periódicos que tratan el asunto reconocen que una
mujer asesina no es lo “normal” en lo que luego se conocerá como el Distrito Federal.
Así, entonces, lo que lo convierte en paradigmático es que la prensa del Porf‌iriato lo usa
para ilustrar no sólo la “degeneración” de las protagonistas, también lo que la sociedad
debe repudiar en tanto pone en peligro el sistema axiológico de la época. En ese sentido,
el despliegue mediático de la noticia es espectacular, mostrando motivos, personajes,
lugares y la posterior condena de La Chiquita y su vida en prisión. Por otra parte, en
1933, en Francia, las hermanas bretonas Papin, empleadas del servicio, asesinaron de
terrible manera a su señora y a la hija de ésta. Los hechos se desarrollaron al atardecer,
cuando las hermanas Papin, de quienes nunca se oyó una queja, aguardaban la llegada
de su señora cuando un cortocircuito en el hogar, accidental por cierto, las llenó, al
parecer, de un terrible miedo frente a la represalia. Entonces, armadas de cuchillos
de cocina y a oscuras, atacaron por sorpresa a su señora y a la hija de ésta apenas en-
traron a la casa: les inf‌ligieron terribles heridas, les sacaron los ojos, les despedazaron
las nalgas y las ll enaron de injurias, de golpes. Luego, las herman as se esmeraron
en limpiar absolutamente la escena plagada de sangre y los mortíferos instrumentos,
se bañan los cuerpos y acurrucadas, muy juntas en la misma cama, esperan la llegada
de su patrón para confesar su crimen. El hecho no sólo ocupó las primeras páginas de
los diarios parisenses, también ha sido motivo de ref‌lexión de diferentes intelectuales
de la época y de la actualidad quienes desde varias disciplinas intentan dar sentido
a este horroroso crimen. Ciertamente, ¿qué llevó a que estas mujeres asesinaran de for-
ma tan cruel y cómo juega la homosexualidad allí? Es la pregunta que se hace Lacan.
¿Tuvo que ver que fueran mujeres de origen bretón?, se cuestiona Le Guillant, al cruzar
raza y homicidio. ¿Puede ser esta historia inmortalizada en las letras?, es la pregunta
de Genet. ¿Cómo entra en juego la práctica laboral de estas mujeres y la identidad que de
allí se deprende en el homicidio?, es la pregunta de Pascal Molinier, para quien el hecho
de que estas mujeres fueran empleadas de servicio importa.

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