Los sistemas de gobierno

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AutorGerardo Enrique Garibay Camarena
CargoLicenciado en Derecho por la Universidad Iberoamericana León y actual estudiante de la Maestría en Política y Gestión Pública.
Páginas1-51

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Introducción

México siempre había tenido un gobernante absoluto, desde los tlatoanis aztecas hasta los presidentes priístas, pasando por los virreyes y los caudillos del siglo antepasado; hasta ahora, nuestro país nunca había experimentado un equilibrio de poderes real.

El arribo del siglo XXI trajo a México consigo la llegada de la democracia, por primera vez en la historia los mexicanos podemos elegir libremente a quien queremos que nos gobierne. También, por primera vez, el estado mexicano experimenta una auténtica independencia de poderes.

Es por ello que ante este nuevo contexto político y electoral, retoma gran importancia el análisis respecto a la evolución de las formas de organización que han empleado los pueblos a través de la historia, así como de las características que asumen en su funcionamiento los dos sistemas de gobierno más extendidos en la actualidad, el Presidencial y el Parlamentario, de modo que podamos determinar cuál es el modelo que nos representa una mayor conveniencia como sociedad. Page 2

Para poder decidir si el sistema Parlamentario o el Presidencial son los más adecuados para un contexto como el mexicano, es necesario revisar las experiencias que han tenido en su aplicación otros países a lo largo de la historia, analizar sus pros, contras y revisar sin apasionamientos las peculiaridades del medio político y social de México, cuyas características únicas en más de una ocasión han retado los paradigmas de los estudiosos de la política internacional.

Se asume que la forma de gobierno es una de las instituciones centrales de la estabilidad de un sistema político, entonces el corolario lógico es una mayor profundidad en su análisis. Y ello desde la óptica de una mayor atención al funcionamiento real de los sistemas políticos en cada caso específico.

De entrada se considera la innegable evolución de los sistemas de gobierno, iniciada ya en la más remota antigüedad, pero radicalmente renovada en los últimos 200 años.

El origen de las formas contemporáneas de gobierno democrático son por una parte, las monarquías y por otra el republicanismo. Las monarquías europeas pasan, través de reformas, crisis y revoluciones, del ejercicio del poder absoluto a la monarquía constitucional y luego, a la monarquía parlamentaria. Page 3

En su estadio más avanzado, la monarquía parlamentaria depende de dos polos independientes de autoridad que coexisten en (relativa) concordia: La monarquía y el parlamento. El monarca es designado de acuerdo a unas reglas de sucesión determinadas y normalmente muy antiguas, mientras que, por otra parte, el parlamento es elegido por la sociedad a través de un cuerpo normativo propio, de ahí que el Rey represente la continuidad del espíritu nacional, mientras que el parlamento encarna en su voluble ser, la intrínseca metamorfosis de la vida social; el primero mantiene ciertas prerrogativas, como jefe de Estado y respecto a la aplicación de la constitución o la disolución del gobierno y el segundo se elige para ejecutar un programa de gobierno, controlar los recursos financieros y elaborar la legislación.

El republicanismo surge en su forma moderna de las doctrinas enciclopedistas del siglo XVIII, encarnadas más claramente en las revoluciones norteamericana y francesa, tomando como bases de su definición ideológico política, la separación de poderes y la soberanía popular, contra la visión en aquella época casi universalmente extendida de la soberanía como privilegio del monarca.

En el republicanismo, el gobierno es encabezado por un presidente elegido directamente a través del voto o indirectamente por un colegio electoral también dependiente del sufragio. Ejerce simultáneamente la jefatura del Estado y del gobierno. Es elegido por un periodo determinado. El parlamento es un poder independiente del ejecutivo, que no se ocupa del ejercicio directo Page 4 del gobierno sino que lo controla, tanto en lo financiero como en lo legislativo y político.

Hoy por hoy se afirma que el prototipo tradicional (y ejemplo más antiguo, con casi 1,000 años de existencia) de la monarquía parlamentaria es el Reino Unido, aunque también podrían tomarse en cuenta los ejemplos de los países de la zona nórdica, como Dinamarca, Noruega y Suecia; por otra parte, al referirnos al presidencialismo, la referencia inicial y obligada la constituyen los Estados Unidos de América y en su forma mixta de republicanismo parlamentario, la Francia de la V República (más inclinada al presidencialismo) o la Alemania de posguerra (mayormente definida por el parlamentarismo).

La importancia de estos modelos radica en servir de punto de comparación para delimitar las formas de gobierno asumidas a resultas de su influencia por las excolonias británicas, las naciones latinoamericanas o de las repúblicas europeas, de tal suerte que al observar los sistemas de gobierno empleados en los diversos continentes fácilmente se adivinan las áreas de influencia de las diversas superpotencias.

En el momento de su independencia México eligió brevemente la monarquía como forma de gobierno, sin embargo tras la caída de Agustín de Iturbide y salvo el breve periodo de Maximiliano I, nuestro país ha optado por el sistema presidencial, el cual constituye una calca casi al carbón del que rige a los Page 5 Estados Unidos de Norteamérica, al grado de adoptar el sistema federal y las palabras "Estados Unidos" en el nombre oficial de nuestro país, a pesar de la obvia incoherencia que ello representa.

Se ha hecho del presidencialismo (con sus virtudes y defectos) la forma de gobierno en México por cerca de 200 años, lo que no impide que en los albores del nuevo milenio dentro de nuestra sociedad se levanten voces que proponen un cambio de alcance mayor en la forma de gobernar, dicho debate, que ha aumentado bajo el cobijo de la reforma del estado nos exige plantearnos, por primera vez en nuestra historia, la posibilidad de un debate amplio, civilizado y maduro para considerar la opción de adoptar otra forma de gobierno, siendo la alternativa más plausible el parlamentario.

Por primera vez en muchos años es posible que se adopte un sistema de gobierno parlamentario, la siguiente pregunta lógica es ¿nos conviene?, ¿funciona este sistema?, ¿se adaptará a nuestras particularidades como conglomerado social?, todo esto tratará de ser respondido en las páginas siguientes, para poder concluir si vale la pena realizar el enorme esfuerzo de un cambio en la mentalidad nacional para implantar un sistema de gobierno parlamentario tal y como se ejerce en gran parte de Europa occidental. Page 6

I Una breve historia de la evolución de los sistemas de gobierno

Desde la más remota antigüedad, los seres humanos nos hemos organizado en sociedades más o menos complejas, en torno a centros de poder que muy probablemente tuvieron su origen en las figuras de autoridad familiar, ya sea maternas o paternas, de manera que en muchas culturas el rey era considerado como el padre del pueblo.

Conforme los grupos sociales fueron aumentando en tamaño y complejidad esta figura de autoridad comenzó a ser ejercida por grupos sociales definidos, como los nobles, cuyo parentesco con el monarca o el valor mostrado en batalla les significaba una posición de privilegio dentro de la comunidad.

Ejemplos de esta situación pueden ser observados en los grandes imperios de la antigüedad, como Egipto o Persia.

El primer atisbo de democracia que recuerda la historia humana ocurrió en las polis griegas, donde los ciudadanos (hombres emancipados y libres) se reunían para discutir los asuntos del gobierno. Este tipo de "paleo democracia", como lo podríamos llamar, fue heredado por los griegos al naciente imperio romano, que tuvo en el Senado a una de sus instituciones más respetadas y emblemáticas. Page 7

Sin embargo, junto con el crecimiento del imperio vinieron los emperadores. El primero en adquirir el título fue Julio César, asesinado más tarde por miembros del Senado que intentaban evitar el absolutismo del César. Este asesinato (quizá uno de los más incomprendidos en la historia de la humanidad) no evitó lo ineludible y los siguientes años los emperadores romanos adquirieron cada vez mayor poder, al grado de llegar a considerarse como dioses. El resultado de esta situación fue la caída de Roma en la tiranía y la consecuente decadencia del imperio, que eventualmente abrió la puerta para que las tribus bárbaras, mantenidas a raya por la disciplina militar romana, entraran a Europa, y llegaran a la capital del imperio conquistando todo a su paso y construyendo, al mismo tiempo, conforme avanzaba la evangelización cristiana, el espíritu de lo que es la Europa actual.

A la caída del Imperio Romano de Occidente el poder fue ocupado por una multitud de pequeños líderes militares, que poco a poco se asentaron en las tierras recién conquistadas, dando origen al sistema feudal a través de títulos de nobleza, primero personales y luego hereditarios, que venían acompañados del control sobre una determinada cantidad de territorio.

Con el tiempo, los señores feudales adquirieron el poder suficiente como para hacer frente al soberano. Uno de los casos más emblemáticos ocurrió en Inglaterra, donde la nobleza obligó al Príncipe Juan, conocido como Juan sin Tierra, a firmar la Carta Magna, embrión de las constituciones...

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