El sistema nacional anticorrupción: simulación extrema

AutorÁngel M. Junquera Sepúlveda
CargoDirector
Páginas3-3

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Cualquier estudiante de Derecho sabe que con el marco legal que tenemos podemos enfrentar y reducir la corrupción. El título cuarto de nuestra Constitución Política y los delitos previstos en las leyes penales —abuso de autoridad, cohecho, peculado, tráfico de influencias…— bastan y sobran para tal efecto. Es cierto que ningún ejercicio de homologación sale sobrando, pero no se requería mucho más. ¿Para qué queremos, entonces, un carísimo Sistema Nacional Anticorrupción?

Si lo que tenemos no ha funcionado, no ha sido por sus deficiencias sino porque no se ha querido utilizar. De nada sirven las espadas más afiladas si nadie se anima a echar mano de ellas. ¿Qué nos hace suponer, en este caso, que ahora sí habrá voluntad política para utilizar este nuevo y costoso sistema, que tiene más de circo que de herramienta jurídica?

El senador Pablo Escudero, presidente del Senado, ya señaló que habrá que destinar 143,072,000 pesos para pagar las 150 plazas de la nueva estructura burocrática: cinco integrantes del Comité de Participación Ciudadana, siete direcciones, 17 subdirecciones, 38 jefaturas de departamento y otras decenas de plazas nuevas. A esto habría que sumar bienes muebles e inmuebles que exigirá el funcionamiento del sistema. Es cierto que lo que cuesta la corrupción a México excede, en mucho, estas cantidades. Pero —de nuevo— ya tenemos los órganos para combatir esta sangría. ¿Por qué no activarlos en lugar de crear otros nuevos?

¿Para qué se crearon, si no, procuradurías, fiscalías anticorrupción, jueces y magistrados de todos los niveles que, de acuerdo con la ley, están obligados a combatir la corrupción? ¿Para qué sirven la Auditoría Superior de la Federación, el Instituto Nacional de Acceso a la Información y la Secretaría de la Función Pública? A juzgar por el informe que acaba de emitir la fundación suiza Foro Económico Mundial, para lo mismo que va a servir el Sistema Nacional Anticorrupción: para nada.

En todo caso, con ese sistema se podría dar chamba a algunos activistas que la buscan. Así se les tranquilizaría temporalmente. Lo mismo con la Fiscalía Anticorrupción, si bien el fiscal “autónomo” puede ser removido en cualquier momento.

De acuerdo con el Foro Económico Mundial, México es el decimotercer país más corrupto del mundo. Con este resultado, de poco sirven los seis lugares que escaló México en el ranking del Índice Global de Competitividad pues con este grado de corrupción ¿quién querrá invertir en nuestro...

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