Reinterpretación del espectador imparcial: impersonalidad utilitarista o respeto a la dignidad.

AutorCarrasco, María A.
CargoEnsayo crítico

La figura de un "espectador imparcial" como juez de la moralidad de las acciones fue una novedosa contribución de los filósofos de la Ilustración escocesa para la teoría ética moderna. (1) Aunque la idea ya rondaba en los círculos intelectuales de su tiempo, Francis Hutcheson, el padre de este movimiento intelectual (Hutcheson 2007, p. ix), fue el primero en adoptar formalmente esta original aproximación ética, cambiando la perspectiva del juicio moral para situarla en la que ofrecería un espectador de los actos de otro. David Hume y

Adam Smith, también grandes exponentes de esta corriente, adoptaron esa perspectiva en sus éticas, asumiendo que la distancia crítica de un espectador desinteresado podía garantizar la imparcialidad en los juicios morales (Broadie 2006, pp. 158-159). De este modo, estos filósofos sentimentalistas consolidaron "el punto de vista del espectador" como una alternativa legítima para avalar la objetividad de los juicios morales.

Junto a esta perspectiva, dichos autores compartieron numerosas características en sus respectivas propuestas, y por largo tiempo éstas se interpretaron de modo similar. Sin embargo en las últimas décadas, tras el fuerte resurgimiento que ha tenido el estudio de la Teoría de los Sentimientos Morales de Adam Smith, (2) se ha constatado que bajo sus evidentes similitudes sus teorías esconden también profundas divergencias. Los ilustrados escoceses por siglos fueron considerados los precursores inmediatos del utilitarismo moderno, pero en la actualidad, no sin cierta sorpresa, se ha ido expandiendo la idea de que, si bien los sistemas de Hutcheson y Hume son en efecto protoutilitaristas, el de Smith en cambio podría considerarse una de las primeras grandes (proto)críticas de esa teoría (Fleischacker y Brown 2010, p. 1). (3) La pregunta es, entonces, cómo desde el mismo tronco sentimentalista y espectatorial pudieron desprenderse éticas tan contrapuestas e incompatibles.

Mi tesis es que la perspectiva del espectador no es unívoca, en el sentido de que dicho espectador puede colocarse en distintas posiciones para realizar el juicio, y que, dependiendo de esa posición (o desde dónde se juzga), se determinará la estructura metaética de una teoría. Esta estructura, a su vez, condicionará cualquier teoría moral que la utilice, tanto respecto del objeto del juicio, su justificación, como también--en lo que me detendré particularmente en este artículo--lo que se entenderá por imparcialidad en cada ética. La tesis puede ilustrarse con las mismas propuestas de los escoceses. Mientras Hutcheson y Hume sitúan al espectador en una posición "de la tercera persona", generando una estructura que llamaré dicotómica y que tiende a deslizarse hacia el utilitarismo; Smith lo ubica en una posición "de la segunda persona", (4) produciendo una estructura que denominaré "ética de la segunda persona", la cual, entre otras características, la vuelve incompatible con el utilitarismo.

En este artículo analizaré las causas que provocan que la distinta posición del espectador imparcial configure tan diversas estructuras metaéticas, y mostraré por qué el "espectador en segunda persona" -como el que Smith propone- se ha vuelto tan atractivo para el debate ético contemporáneo (Sen 2013, p. 592).

Comenzaré con una breve descripción de las diferencias de las éticas sentimentalistas-espectatoriales de estos autores. Luego explicaré a qué me refiero con el "espectador en tercera persona" de Hutcheson y Hume y las consecuencias de esta postura para la estructura metaética de sus sistemas. En tercer lugar contrastaré ese espectador con el de Smith, explicando cómo el cambio de posición del mismo impacta en la estructura de su teoría. En la penúltima parte analizaré la importancia de la posición del espectador para lo que se entiende por imparcialidad en cada uno de estos sistemas; y terminaré apuntando a otros aspectos de la "ética de la segunda persona" que autores contemporáneos han venido recogiendo y valorando como posibles contribuciones para la construcción de un nuevo paradigma moral que supere las carencias de los sistemas modernos.

  1. Sentimentalismo-espectatorial

    Durante la Ilustración escocesa, Francis Hutcheson fue el precursor de las éticas sentimentalistas-espectatoriales--o aquellas en las cuales el juicio moral es determinado por las respuestas afectivas de un espectador imparcial (Darwall 1997, p. 80)--al definir formalmente la virtud como la percepción de una cualidad en el agente: "La virtud se llama amable y agradable en cuanto produce buena voluntad y amor de los espectadores hacia los agentes" (Hutcheson 2004, p. 218). Con ello dio un giro al punto de vista desde el que se juzga una acción para situarla en el que ofrecería un espectador de los actos de otro.

    Hume y Smith siguieron esta aproximación a la ética, aunque entendiendo cosas muy distintas por "sentimentalismo" y por "espectador". Respecto de lo primero, Hutcheson postulaba la existencia de un "sentido moral", un sentido interno--análogo a los externos--que capta de modo inmediato las cualidades morales de los agentes y las des/aprueba con independencia de la voluntad del espectador (Hutcheson 2004, p. 100). Hume rechaza la existencia de un "sentido moral" como lo entendía Hutcheson, pero reafirma que "toda la moralidad depende de los sentimientos". (5) En su teoría la "simpatía" tiene el papel central en la generación de los sentimientos morales. Por simpatía Hume entiende un poderoso principio de comunicación de sentimientos por el que las personas "se contagian" sus pasiones (Tr 3.3.3.5). (6) Por último, Smith alaba a Hutcheson afirmando que fue el primero en descubrir que las distinciones morales se captan por el sentido y el sentimiento inmediatos (TMS VII.iii.2.9); pero rechaza tanto el "sentido moral" de su antecesor (TMS VII.iii.3.4) como la noción y función de la simpatía en Hume (TMS VII.iii.3.17). (7) Para Smith ésta también tiene un papel principal en los juicios morales, pero él la define como la identificación imaginativa del espectador con el agente; un cambio de posiciones imaginario (TMS VII.3.1.4) o una forma de "proyectarse a sí mismo dentro del carácter y la situación del otro para poder aprehender lo que el otro está sintiendo" (Broadie 2006, pp. 162-163). Fleischacker sintetiza la diferencia diciendo que Hume postula una "simpatía-contagio" mientras que Smith una "simpatía-proyección" (Fleischacker 2012, p. 276).

    Junto con las divergencias en sus sentimentalismos, la noción del "espectador" de los escoceses también difiere. Aunque los tres otorgaron prioridad al punto de vista del espectador no lo definieron de igual manera ni lo situaron en la misma posición. Este último punto, que probablemente los escoceses no advirtieron, es el que de acuerdo con mi tesis cambia la estructura y el carácter de una teoría moral.

    La principal diferencia se da entre la posición desde la que juzga el espectador en las éticas de Hutcheson y Hume, por un lado; y la del espectador en la ética de Smith. Para los dos primeros el espectador estaría situado en lo que hoy en día se llama posición "de la tercera persona". Es decir, el espectador observa "desde fuera", no está involucrado con el objeto ni la situación juzgada; es, por así decirlo, un espectador externo. En contraste, el espectador que describe Smith está en una posición "de la segunda persona". El espectador no se ubica fuera de la situación juzgada sino que participa en ella, interactúa (de manera real o virtual) con los agentes y es personalmente afectado por la situación. El espectador en segunda persona se relaciona con los agentes; "entra" al mundo y juzga desde dentro.

  2. Hutcheson y Hume: el espectador externo y la estructura dicotómica

    Según afirma Alexander Broadie, Hutcheson y Hume emularon el modelo "newtoniano" y colocaron al espectador fuera del fenómeno observado (Broadie 2003, p. 64). Hutcheson, en primer lugar, lo situó en personas reales, "sin vínculos especiales con ninguna de las partes [ . . . ] que no obtienen ningún beneficio con la decisión. [Que] no son más sabias ni mejores que los contendientes [pero que en ese caso concreto] pueden decidir más fácilmente lo que es más justo y equitativo" (Hutcheson 2007, p. 213). Los espectadores son personas comunes y corrientes pero que pueden ser imparciales porque, estando fuera de la situación juzgada, pueden aprehender cualidades sin ser personalmente afectados por ellas y porque el resultado del juicio les resulta indiferente. Cada espectador juzga con su propio sentido moral mas, dada su común naturaleza humana, todos se complacen con la aprehensión de las mismas cualidades (Hutcheson 2004, p. 148). En concreto, lo que complace al sentido moral es la virtud de la benevolencia o la intención desinteresada de promover la felicidad más extensiva o el mayor bien público (Hutcheson 2005, vol. 1, p. 69). Para Hutcheson la benevolencia no es la única virtud que existe, no obstante, en última instancia, sí las subsume a todas (Norton y Kuehn 2006, p. 954). Por último, en este sistema la razón no tiene más que una función auxiliar o instrumental para el juicio moral; sirve para encontrar el mejor medio para el fin propuesto por el sentido moral (Hutcheson 2002, p. 39), calcula, compara, etc., pero "no entra en el discernimiento moral" (Hutcheson 2005, vol. 2., p. 25).

    Hume también sitúa al espectador en una posición externa o de tercera persona. La diferencia con Hutcheson es que no atribuye el punto de vista imparcial al sentido moral de observadores reales, sino que lo construye íntegramente desde la interacción social. Para Hume la simpatía, o el principio que nos hace sentir las mismas pasiones que observamos en los demás, es condición para el juicio moral, pero advierte que nos resulta mucho más fácil simpatizar con quienes son más cercanos o parecidos a nosotros (Tr 3.3.3.4). La simpatía será siempre parcial, pues hay actos que nos "aparecen igualmente virtuosos y se recomiendan...

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