Reforma laboral, una historia inesperada

AutorArturo Alcalde Justiniani
Páginas24-26

Page 25

Hasta hace poco tiempo no era fácil imaginar que en unos cuantos días cambiaría el escenario constitucional del Derecho colectivo del trabajo. La rigidez de la herencia corporativa propia de nuestro modelo político autoritario, el temor al cambio, las complicidades entre patrones y líderes sindicales, y la red de intereses agregados por tantos años, impedían que la democracia y el régimen del Estado de Derecho avanzaran en este campo. Fue necesaria la presión internacional para remover estos obstáculos, permitiendo así transitar hacia las reglas comunes que imperan en la mayor parte del mundo.

Son añejas las quejas en contra del sistema laboral mexicano porque sus vicios han generado creciente precariedad a los trabajadores, impedían su libre asociación y cancelaban la negociación colectiva auténtica. También porque un sector del empresariado fue perdiendo la confianza en la justicia laboral sustentada en la discrecionalidad del Poder Ejecutivo, esto aunado a la creciente presencia de redes de extorsionadores que exigían cuotas a cambio de no ser afectados por amenazas de supuestas huelgas. Los contratos colectivos de protección patronal suscritos al margen de la voluntad de los trabajadores se convirtieron en un escándalo inter-nacional y la corrupción se evidenció en expedientes ordinarios en los que resultaban beneficiados no sólo los líderes sindicales sino también los despachos de los abogados empresariales, quienes obtenían jugosos beneficios por estas formas de contratación y también por facilitar el outsourcing.

En contraste, en otros espacios se generaban cambios: los derechos humanos se consolidaban en la Carta Magna, dando una mayor fuerza a los compromisos internacionales; la transparencia gremial se detallaba en una ley general obligatoria para todo el país, y la oralidad como método de justicia se imponía en varias ramas del Derecho —entre ellas el penal—, que ha venido transitando de un sistema oscuro y burocrático hacia otro sustentado en principios más acordes con el debido proceso, la presunción de inocencia, la publicidad y la presencia del juez en un esquema concentrado y continuo, pero sobre todo menos cruel para todos los que han cometido faltas susceptibles de ser reparadas por otras vías distintas a la prisión.

En el camino, nos enteramos de la llamada consulta sobre justicia cotidiana desarrollada...

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