Reflexiones sobre los Cambios Democráticos en el Mundo y la Sucesión Presidencial del 2018

AutorLic. Jorge Sánchez Acosta
Páginas26-30

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A partir del visionario acierto del general Plutarco Elías Calles de terminar con los caudillismos locales y fundar una organización política central –el Partido Nacional Revolucionario–, en donde se dirimieran las pugnas y los apetitos políticos regionales que frecuentemente terminaban en asonadas y levantamientos como el de la huertista y escobarista, que aunque fueron reprimidos casi sin consecuencias para una incipiente nación que buscaba su rumbo institucional, daban cuenta de que el modelo estaba aun lejos de lograr un grado de organización institucional que permitiera el cauce pacifico y ordenado de los primeros atisbos de una democracia muy poco representativa y con notables visos de una oligarquía postrevolucionaria, a través del sufragio popular, sistemáticamente manipulado, por los detentadores del poder político y los nacientes poderes facticos que iniciaban su aparición en el país.

Pero que a pesar de todo, permitía otear un modelo en que los ciudadanos tuvieran una mayor participación política en la vida de la nación; algo que tardaría décadas en convertirse en una innegable realidad, aunque circunscrita prácticamente a lo electoral y solamente, por desgracia, al ámbito federal.

Ciertamente fue Calles el creador, pero Ávila Camacho y principal-mente Lázaro Cárdenas, a pesar de los posteriores incidentes de Henríquez Guzmán y Andrew Almazán, fueron quienes consolidaron lo que podemos definir como el inicio de una republica de instituciones. Ellos quienes propiciaron a través de la participación sectorial político partidista, ciudadana y civil, el advenimiento de los gobiernos civiles en México.

Con Miguel Alemán inició la transformación del México rural. Un país en donde sólo el 20% de los mexicanos vivían en las ciudades, el 80% restante lo hacia en pueblos, villas y villorrios; una nación urbana que iniciaba su desarrollo a través de políticas publicas económicas, fiscales, laborales, etc., que permitió el arribo del capital extranjero; sin duda, el detonador de su desarrollo que hoy, con todos sus problemas y deficiencias tenemos. En esos sexenios de poder civil, que para algunos, milagrosamente, perdura hasta la fecha, se dio el singularísimo fenómeno mexicano de la dictadura sexenal.

El presidente en turno era absolutamente autoritario y omnímodo, pero a los 6 años, cumplido su mandato

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constitucional, se iba a su casa. Demostración incontrovertible de que habíamos fundado una República. Aunque algunos volvieron con cargos menores que fueron, en realidad, un incomprensible deseo de poder que sólo abonó al desdoro de su imagen e integridad política e histórica. Sin embargo, en aquellos sexenios civiles se produjo un fenómeno político –social que era un distintivo, quizá único en el concierto internacional: la respetada y temida investidura presidencial.

Para las nuevas generaciones, empoderadas de las redes sociales, suene a quimera, el presidente mexicano era el hombre más respetado del país, y se decía, quizá con razón, que también el más informado. Sus disertaciones, con excepción de algún parlanchín, eran una cátedra, eran hombres de una extraordinaria cultura general y política, de un conocimiento profundo...

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